"Lo que llamamos el principio, con frecuencia es el final. / Y hacer un final es crear un principio. / El final es por donde empezamos". Con esta reflexión de T. S. Elliot arrancó esta semana el profesor de dirección general y estrategia, Alberto Gimeno, un webminar en la escuela de negocios ESADE.
El objetivo de la charla era abordar el impacto que la pandemia va a tener en la empresa familiar. Y la conclusión es que lo desconocemos.
El Covid-19 ha generado un shock en un momento en el que asistíamos al final de un mundo que conocíamos bastante bien para adentrarnos en otro del que no sabemos nada, reconocía Gimeno.
Las consecuencias letales del virus y el confinamiento han acelerado una serie de cambios que ya estaban en marcha desde que la crisis de 2008 dio un serio aviso sobre el agotamiento del modelo económico.
Aquella crisis abrió un escenario inimaginable para las universidades de Economía y las escuelas de negocio hasta la fecha: los tipos de interés al 0%, e incluso negativos (pagar por prestar dinero). Un escenario que desde entonces, el mundo de la banca tantas veces ha recordado que era anormal y que pasaría, pero que el Covid-19 va a prolongar sine die por las medidas que los bancos centrales han tenido que poner en marcha para salvar a la economía real.
Si en la crisis financiera, el dinero perdió su valor, ahora en esta crisis -ordenada por decreto para hacer frente a una emergencia sanitaria- ha sido el petróleo el que ha dejado de tener valor.
La guerra geopolítica entre los países productores, unida al desplome de la demanda de combustible ha llevado los futuros del crudo al terreno negativo por la incapacidad de los compradores de almacenar un producto que ahora nadie demanda.
Esta situación ha abierto un escenario temporal en el mercado del crudo pero del que se saldrá con cambios, puesto que lo lógico es pensar que el barril de petróleo ya nunca vuelva a los 80 dólares y se quede en la horquilla de 40 ó 50 dólares el barril, según el profesor del IEB, Javier Niederleytner.
Los niños que este domingo salgan a pasear en las grandes ciudades podrán deslizarse con su patinete respirando aire más limpio. El encierro ha limpiado de contaminación las capitales y ha despertado una conciencia social que no es nueva, pero que asistía perezosa a un cambio de modelo que tardaría décadas y décadas en llegar.
"Es importante que sepamos apreciar las ventajas tan grandes que trae la bajada de la contaminación y que hagamos las inversiones necesarias para afrontar el cambio climático", explica el profesor de Economía del IESE Business School, Alfredo Pastor.
El papel de la inversión
Según este experto, las inversiones que se van a poner en marcha desde el Banco Europeo de Inversiones (BEI) para acelerar la salida de esta profunda crisis son una oportunidad para abordar los retos del cambio climático.
Desde el mayor uso de la energía solar hasta preparar las infraestructuras hidráulicas del este de España para que sean capaces de soportar mejor las fuertes lluvias torrenciales que volverán a sufrir el próximo otoño.
La crudeza con la que el Covid-19 ha golpeado a España en el porcentaje de fallecidos va a tener un reflejo similar en el ámbito económico, aunque por motivos muy distintos. La pandemia va a impactar negativamente en el turismo que al menos en el medio plazo se resentirá, siendo una incógnita lo que ocurrirá más a largo plazo.
Por ello, España, un país de pymes, micropymes y empresas familiares, debe prepararse para un nuevo escenario en el que habrá cambios en su modelo productivo. Harán falta más sanitarios, más personas que se encarguen de los cuidados de la Dependencia o más personal para la logística. Y también, volver a poner el foco en la industria.
Esas entidades familiares -que representan el 88% del tejido empresarial- deben prepararse ahora para reciclar a sus trabajadores y promover el cambio de contrato social 'versus' contrato económico al que vamos a asistir, según la profesora del departamento de Dirección General y Estrategia de ESADE, María José Parada.
Los economistas consideran que en este nuevo mundo que todavía desconocemos, la fragmentación de las cadenas de producción podrían romper con el concepto de las economías de escala. Ahora, lo que marcará la diferencia será la tecnología, el acceso a la Inteligencia Artificial.
Una tecnología que ha sido puesta a prueba con éxito y que está demostrando que modelos como el teletrabajo son posibles. Mucho se hablaba de este sistema que no llegaba a testarse de verdad. Ahora los sindicatos ya están pidiendo regularlo para que su llegada sea para quedarse.
Viajes y oficinas
Según un informe de UBS difundido esta semana, estas nuevas formas de trabajo harán que las empresas que tienen oficinas en alquiler evalúen de nuevo sus necesidades de espacio, lo que impactará en este negocio con una "leve" caída de la demanda que en principio no tendrá grandes repercusiones sobre los precios de los alquileres.
Algo parecido ocurre con la ausencia de viajes de trabajo. Un conocido ejecutivo español comentaba en privado a este periódico esta semana que en estas cinco semanas se ha dado cuenta del tiempo que ha pasado viajando en los últimos años para mantener reuniones que ahora puede tener desde un despacho improvisado en su casa.
"El contacto humano es necesario, pero los viajes de trabajo se reducirán al momento de la firma de un contrato, no a cada paso de las negociaciones previas", decía.
Los cambios que afronta la economía son profundos, pero también inciertos. En la misma línea que Gimeno, Pastor explica que "reconocer que no sabemos hacia dónde vamos es lo más honesto".
"Debemos estar mentalmente preparados para grandes cambios. Habrá muchas cosas que cambiarán, pero no necesariamente tiene que ser a peor", señala Pastor.
Sin embargo, que se vaya a producir un cambio no significa que no haya que preservar el empleo que ya tenemos. En ese sentido, los economistas que han ido trazando su hoja de ruta dentro de la serie 50 Opiniones para salir de la crisis advierten de la necesidad de proteger con medidas de emergencia el tejido productivo español.
La renta básica
Dos millones de trabajadores pueden perder su empleo y aunque muchos tendrán que reciclarse hacia sectores que están experimentando un aumento de la demanda -como es el logístico- deberían hacerlo con protección del Estado y con formación.
Esto enlaza con el debate de la renta básica universal que está tomando forma en España, aunque con un formato distinto que el Gobierno llama Ingreso Mínimo Vital.
En el ensayo Utopía para realistas, el historiador holandés Rutger Bregman expone para defender el concepto de la renta básica que con la llegada de las máquinas la productividad alcanzará un nivel suficiente como para que los trabajadores puedan reducir sus jornadas de trabajo, es decir, que tengan más tiempo libre, y la riqueza pueda ser mejor distribuida. Esta crisis repentina también va a poner a prueba esas teorías económicas 'utópicas' hasta hace poco.
Los cambios no serán inminentes sino que serán guiados por los planes de reconstrucción que se vayan impulsando desde los distintos países y organismos internacionales. Pero todo indica que se acelerarán. El mundo post Covid-19 será distinto al que conocíamos y también la economía.
"En el fondo, esta crisis nos traerá más beneficios que incovenientes y nos hará recordar muchas cosas que teníamos que abordar y ante las que no hacíamos nada, como la contaminación. Esto de estar encerrados nos hará pensar y eso, siempre es bueno", concluye el profesor Alfredo Pastor.