El impulso de las medidas de seguridad e higiene va a jugar un papel clave a la hora de que los usuarios vuelvan a optar por los transportes colectivos como opción mayoritaria para desplazarse. Desde que estalló la crisis del coronavirus, las estadísticas muestran cómo la recuperación del uso del vehículo privado ha sido mucho más rápida que la del transporte público.
Si atendemos al resultado de las encuestas, los usuarios señalan al miedo al contagio como razón detrás de estas decisiones. Tanto los operadores de transporte como los encargados en gestionar las infraestructuras son conscientes de esta situación. Ello ha provocado que se impulsen iniciativas para aumentar las capacidades a la hora de asegurar unos niveles más altos de seguridad.
Uno de los proyectos más destacados en este sentido se puso en marcha este miércoles. Adif ha desplegado diferentes sistemas en la estación de Atocha para controlar tanto los niveles de aforo como el cumplimiento de las normas que se han puesto en marcha para limitar el peligro a contagios. Una iniciativa para la que el administrador de infraestructuras ferroviarias ha contado con la colaboración de Prosegur y Ecisa.
El más avanzado de estos proyectos va a permitir controlar la temperatura de los pasajeros en la primera planta de Atocha. Además, el sistema va a ser capaz de reconocer si los usuarios están utilizando correctamente las mascarillas. El servicio es tan sensible que es capaz de detectar si una persona lleva la mascarilla en la barbilla o el cuello e, incluso, si sólo llevan la nariz sin cubrir. Una práctica muy frecuente.
De esta forma la estación madrileña se convierte en la primera instalación de este tipo que cuenta con esta tecnología. En el arranque el objetivo es controlar los accesos de Atocha aunque los planes incluyen desplegar esta tecnología también en la estación de Barcelona Sants.
De evitar incendios a evitar contagios
Desde Prosegur explican que la tecnología utilizada en esta solución es una evolución de otros sistemas utilizados en el ámbito industrial. "Hasta ahora las cámaras de este tipo se utilizaban en sectores como los de la madera o el papel. El objetivo era detectar focos de alta temperatura y evitar incendios. En lo que tiene que ver con las mascarillas, ofrecemos servicios similares para controlar que los operarios llegan al puesto de trabajo equipados con los cascos, guantes u otro tipo de equipamientos de protección individual necesarios para realizar sus funciones" señala Luis Asunción, director de desarrollo de cliente de Prosegur.
En sistema tiene una capacidad de medición múltiple ya que cuenta con capacidad para analizar hasta 30 personas al mismo tiempo. En una de las primeras experiencias realizadas en Atoche el sistema fue capaz de chequear a 385 pasajeros de un tren durante el tiempo que duró el embarque.
"El servicio cuenta con un calibrador que permanentemente manda información a la cámara para que no se distorsione la información por las variaciones térmicas que pueden causar elementos como el aire acondicionado. La cámara detecta la temperatura del usuario que aparece en un rango. En este punto es clave el papel de los profesionales. No estamos hablando sólo de tecnología, es un servicio que se nutre de lo mejor de la máquina y de la persona. Además, contamos con un doble check. Contamos con cámaras portátiles que toman la temperatura individualmente a los usuarios que hayan sido detectados" señala Asunción.
La posibilidad de que tengamos que convivir con el coronavirus durante los próximos meses hace muy probable que se extienda el uso de este tipo de tecnologías. Compañías de distribución, moda o alimentación ya trabajan en iniciativas similares a la estrenada ayer en Atocha. Unos avances tecnológicos que hace sólo unas semanas habrían parecido pura ciencia ficción, pero que parecen haber venido para quedarse en esta recién estrenada nueva normalidad.