Retirada estratégica o huida. Beneficio o pérdida. En definitiva, éxito o fracaso. La opinión del mercado es clara y se alinea con la del propio BBVA, que la cataloga de “excelente operación”. Y es que hay que tener en cuenta que la transacción se ha realizado a unos múltiplos que incorporan una inesperada prima. La cuestión es si el accionista puede estar igual de satisfecho.
Lo que es indiscutible es que el timing responde a un acuerdo orquestado mucho antes de las elecciones americanas. Hay que recordar que este mismo año Carlos Torres descartó una venta de BBVA USA justo después de anunciar una corrección en su valor contable por importe de 2.000 millones de dólares que se suma a las realizadas en trimestres precedentes. Y ya se sabe que cuando el río suena... Por otro lado, PNC buscaba una operación para ganar tamaño con la que reinvertir las plusvalías generadas por la venta de su participación en Blackrock y de paso evitar algunas asperezas políticas pues es conocido que a Biden no le agradan los grandes conglomerados financieros.
El otro aspecto a destacar de es la forma de pago. Estamos acostumbrados a que las operaciones bancarias, al menos en Europa, se planteen como fusiones con intercambio de papeles. Por eso cuando se realizan operaciones íntegramente en cash, sobre todo de este importe, el matiz es significativo.
Así pues, cuando BBVA anuncia que se deshace de un negocio depreciado pero que aportando menos del 10% del beneficio del grupo le permite una entrada de caja equivalente al 58% de la capitalización previa al comunicado, se podría inferir que la operación ha sido un éxito. Al menos eso es lo que parece después de una revalorización del 44% en dos semanas.
Aventura americana
Lo cierto es que la aventura americana no ha funcionado. Desde que en 2004 arrancase con la compra del modesto Valley Bank of California, BBVA ha desembolsado 13.000 millones de dólares en EEUU con un historial de adquisiciones por las que siempre pagó por encima del valor contable.
En ese tiempo el resultado obtenido ha estado muy lejos del pretendido. Actualmente, el retorno generado es la mitad de sus comparables y no cubre ni de lejos el coste del capital, con una rentabilidad sobre activos por debajo del 1%. BBVA ha corregido el fondo de comercio acumulado hasta en 4.000 millones de dólares lo cual supone reconocer un deterioro del precio pagado. De ahí las plusvalías anunciadas.
Desde un punto de vista estratégico, resultaba cada vez más complicado defender la apuesta en una región que consumía una quinta parte del capital, por lo que el planteamiento de una eventual venta apremiaba ya que iba a ser muy difícil justificar un nuevo deterioro contable sin que la acción sufriese un nuevo desplome.
El accionista por su parte se plantea qué ha obtenido a cambio si al margen del coste explícito se añade el coste de oportunidad de haber invertido en un país en el concepto de valor sobre el sector financiero difiere mucho del de sus comparables europeos.
La salida de EEUU trae consigo lecturas paralelas. Indiscutiblemente, la base de la actividad para BBVA es México, una economía que sufre pero que ha demostrado ser rentable en el tiempo. No se puede decir lo mismo de Turquía, cuya apuesta estratégica tenía todo el sentido sobre el papel pero que, al igual que con EEUU, aflora un error de timing y que además se ha visto muy afectada por imponderables como la divisa y el riesgo país. ¿Y España?
Nuestro país representa hoy apenas el 7% del beneficio pero normalizando su contribución post-Covid, debería volver a niveles del 15% en el mejor de los casos. El riesgo es que la reordenación geográfica dejaba una exposición creciente a mercados volátiles con el consiguiente riesgo de mayor consumo de capital por lo que la operación de venta debía llevar atada otra de compra.
Y la mejor forma de reequilibrar la estructura patrimonial era invertir en España. Sabadell, con ratios de capital más elevados y con necesidad de realizar un movimiento venía siendo el candidato más adecuado, que no el mejor, hasta que finalmente se ha confirmado.
Vender BBVA USA no ha sido tan buena operación después de todo. A pesar de que los economics que se anunciaron dicen lo contrario los hechos así lo demuestran.
El repliegue a España no es una decisión estratégica sino obligada para recuperar el equilibrio de una entidad demasiado descompensada por los riesgos inherentes de cada uno de los países en los que tiene presencia. El accionista por su parte no puede estar demasiado satisfecho a la vista del comportamiento de la acción este siglo que refleja errores estratégicos importantes en sus compras.
La reacción de la cotización solo pone de manifiesto lo extremadamente cortoplacista que es el mercado pues el rebote se produce justo después de situarse en sus mínimos históricos. La venta de BBVA Bancshares a 21 veces beneficios no está demasiado justificada y mucho menos incorpora una prima de calidad. Pero como eso es problema de PNC, se demuestra que muy posiblemente BBVA sea mejor vendedor que comprador y que al final su salida ha sido un acierto aunque ello suponga reconocer un fracaso.