¿Recuerdas el día que hiciste tu primera entrevista de trabajo? Es un trance que la mayoría de las personas han experimentado alguna vez en su vida, pero Ivet Cano tiene una discapacidad auditiva del 39% y un día como este, aparentemente normal, para ella es un poco más difícil que para el resto.
Tiene esta discapacidad desde que tenía apenas dos años y aunque, evidentemente ha supuesto ciertos retos a lo largo de su vida, “intento que no influya en mi día a día”, asegura. Hace un par de semanas, Ivet fue a su primera entrevista de trabajo para realizar prácticas en una empresa de publicidad en Barcelona. Está en cuarto curso del grado de Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad Pompeu Fabra, al que accedió después de haber sacado la mejor nota de Selectividad en Cataluña en 2017.
Ivet pensaba que lo tendría algo más complicado que otros estudiantes para encontrar unas prácticas. “Era un tema que me preocupaba mucho porque pensaba; a lo mejor no me miran por lo que hago sino por la discapacidad”. Es por eso que, en un principio, su meta era empezar en una gran empresa, ya que están obligadas a reservar un 2% del total de puestos para empleados con discapacidad. Reconoce que “al final me he encontrado haciendo entrevistas con empresas pequeñas que no tienen problema en cogerme. Tenía esa percepción errónea de que solo me cogerían en un sitio donde tuvieran que tener obligatoriamente a alguien con discapacidad”.
Empresas de todos los niveles, parece, son cada vez más conscientes de la importancia de la inclusión de las personas con discapacidad y de que esta diversidad de perfiles, en todo caso, solo suma. Las sociedades, comunidades e instituciones progresan cuando hay espacio para todos y, aun así, seguimos lejos de una verdadera inclusión. El año pasado, la Fundación Adecco publicó una previsión nada alentadora: la plena inclusión de las personas con discapacidad no se producirá hasta el año 2249. Una de las principales causas que se señalan es que la inclusión de las personas con discapacidad no se producirá “hasta que su participación en el empleo sea similar a la del resto de la población”.
Según el INE, en España, la tasa de empleo del colectivo está 40 puntos por debajo de la misma tasa en la población sin discapacidad. Más del 65% de las personas con discapacidad en edad de trabajar no tienen empleo ni lo buscan, debido a unas barreras previas que dificultan su acceso al mercado laboral y también a la educación.
Este poco alentador pronóstico todavía puede cambiar, promoviendo políticas para favorecer el empleo como las que se recogen en la Ley General de Discapacidad, la misma que establece la obligatoriedad de incorporar un 2% de personas con discapacidad en las empresas de más de 50 trabajadores. Sin embargo, esta ley fue aprobada en 1982 y no fue actualizada hasta 2013, por lo que muchas asociaciones aún reclaman mayores cambios que ayuden a reducir la brecha laboral.
Una de las áreas con más impacto, señalan los expertos, sería el refuerzo de la educación inclusiva en todas sus etapas, pues tendría un efecto positivo y directo en la aceleración de la inclusión laboral de las personas con discapacidad. Así, cada vez más personas tendrían oportunidad de dar sus primeros pasos en el mercado laboral, como ha hecho Ivet a sus 21 años.
En este punto, empresas como Banco Santander han colocado la diversidad e inclusión entre sus objetivos prioritarios, para que esta filosofía forme parte permanente de la empresa. El trabajo que realiza la entidad para la inclusión se vertebra en torno a Fundación Universia, que cuenta con un amplio abanico de programas educativos y becas para la educación superior, para un acceso y progreso inclusivo en el empleo de calidad.
La inclusión empieza en la educación
En el lado positivo, este año se ha alcanzado la cifra máxima de universitarios con discapacidad. Un total de 22.818 estudiantes estudiantes con discapacidad están realizando sus cursos en las universidades españolas, según recoge la Guía de Atención a la Discapacidad en la universidad de la Fundación Universia, aunque apenas representan un 1,5% del total de universitarios en nuestro país.
Desde hace cuatro años Ivet es una de estos 22.000 estudiantes, y como ella, muchos necesitan acudir a becas o programas de ayuda para cubrir los gastos de la matrícula y otros relacionados con su discapacidad. Para ella, es una ayuda esencial para “los gastos que conlleva el llevar audífonos. No es solo eso, porque los compro una vez y me duran cuatro o cinco años, sino que llevan pilas, filtros y tienen que mantenerse. Son muchas cosas que van sumando y es una inversión importante”.
Ivet se ha inscrito en los últimos cuatro años en las becas de la Fundación Universia para universitarios de grado y posgrado con discapacidad, que se han resuelto para este curso 2019-2020 con la entrega de 231.000 euros para 272 estudiantes becados. Desde la puesta en marcha de este programa en 2007, la Fundación Universia ha destinado más de 3 millones de euros a estas ayudas para impulsar la educación superior inclusiva de calidad.
Este año, además, debido a la pandemia, las mascarillas han supuesto un inconveniente más para las personas con discapacidad auditiva. Explica Ivet que, “con las mascarillas normales no se proyecta igual la voz y sin leer los labios es muy difícil”. Ahora es una barrera más en las clases, aunque Fundación Universia ha proporcionado mascarillas ‘comunicativas’ a las universidades españolas -incluida la de Ivet- para garantizar que todos sus estudiantes estén en igualdad de condiciones.
Se trata de unas mascarillas con una ventana transparente que permiten leer los labios. En total se han repartido 6.500 mascarillas a los docentes, estudiantes y personal administrativo de las universidades con las que colabora Fundación Universia. Un gesto recibido con agradecimiento por parte de alumnos como Ivet.
Junto a la implicación por parte de las universidades y organismos públicos, también se espera el compromiso de las empresas para garantizar la inclusión de las personas con discapacidad, pues son las que en los próximos podrán recibir a estudiantes como Ivet en sus inicios en el mercado laboral.
A través de la Fundación Universia, el Grupo Santander continuará su apoyo a la diversidad e inclusión de las personas con discapacidad. Una tarea que le ha permitido ser reconocido como el Mejor Banco para la Diversidad e Inclusión 2020, por la revista Euromoney gracias a sus iniciativas contribuyen al progreso e inclusión en materia de discapacidad, género, LGTBI y diversidad cultural.