Prisa ha vuelto a ser noticia en uno de los meses más convulsos que se recuerden para el editor de El País. Una compañía que precisamente no se caracteriza por la discreción y cuyas guerras internas suelen vivirse en la prensa española con un altavoz a la altura de cualquier Barça-Madrid.
Solo dos semanas después de que llegase la calma accionarial tras la salida de Javier Monzón como presidente, el grupo Vocento -uno de sus principales competidores- ha reconocido que convocaron un Consejo de Administración para analizar la posibilidad de presentar una oferta por las emisoras y los periódicos de su rival.
El grupo de origen vasco reconoció que la oferta no fue finalmente presentada porque las exploraciones iniciales no llegaron a buen puerto y el editor de El País rechazó la oferta. Es la segunda propuesta que hubiese recibido Prisa en menos de dos meses. La primera -también rechazada- fue la de Blas Herrero, que ofreció 200 millones de euros por los medios del grupo.
Dos ofertas por Prisa en menos de dos meses. Sorprende que un grupo que atraviesa por uno de sus peores momentos económicos, en mínimos bursátiles, con una nueva refinanciación en marcha y con una fuerte caída de su facturación, logre suscitar tanto interés y de tantos potenciales inversores.
Pero la respuesta es más simple de lo que parece. Prisa es el mejor ejemplo del desplome y del hundimiento financiero de la prensa tradicional y como líder histórico, su protagonismo es clave en la futura y urgente oleada de fusiones y adquisiciones.
Los actuales 895 millones (de facturación) no llegan ni a representar un tercio de los 2.880 millones de euros de hace solo trece años
No hay ningún editor en España que no lo reconozca, aunque la mayoría de ellos lo hace en privado: "Las fusiones son la única solución para salvar a un sector en crisis". Los datos son demoledores y nada parece indicar que en 2021 la situación remonte.
En 2020 la facturación por venta de ejemplares de papel y de publicidad de los principales diarios españoles tradicionales (los agrupados en la patronal AMI a la que pertenecen Prisa y Vocento) no superó los 895 millones de euros.
Una cifra que estuvo por debajo de los 1.147 millones que se facturaron en 2019. Por otro lado, los ingresos de hace una década eran de 2.200 millones de euros, un retroceso de casi el 60% desde el año 2010.
En esta línea, entre enero a octubre del año pasado los más de 40 diarios impresos de esta asociación recortaron su difusión en un 31% (1,1 millones de ejemplares en octubre) y su publicidad retrocedió un 28% (hasta los 31,5 millones de euros este mismo mes).
En estos momentos tener el control de la compañía (Prisa) no costaría más de 330 millones de euros
En este mismo periodo los ingresos publicitarios de sus ediciones digitales cayeron un 8%, lo que arroja un cóctel peligroso en forma de torpedo en la línea de flotación de la prensa tradicional.
Una crisis que también les ha recortado lectores a los diarios impresos. En 12 años, sus lectores han caído un 47,7%, perdiendo ocho millones de fieles. La difusión de El Mundo ha caído un 83%, la de El País un 81%, la de ABC un 72%, la de El Periódico un 73% y la de La Vanguardia un 66%.
Un desplome que ha repercutido en las finanzas de estas empresas. En 2010, las acciones de Prisa cotizaban por encima de los 30 euros, mientras que hoy valen 92 céntimos, con un desplome del 31% en un año. Prisa vale hoy 652 millones de euros, lo que explica en buena parte las ofertas de compra. Y es que en estos momentos tener el control de la compañía no costaría más de 330 millones.
En problema es que Vocento no está mucho mejor. Llegó a cotizarse en los 15 euros en 2007 y ahora está en 0,91 (-25% en el año). El editor de ABC, y la compañía con más diarios de España gracias a su red regional, vale apenas 114 millones de euros en el mercado bursátil.
Está claro que la única manera de sobrevivir es unir fuerzas, pero la gran traba es que los dos grandes no quieren vender, ni siquiera quieren sentarse a negociar. Tanto los dueños de El País (Prisa) como los de El Mundo (RCS) confían en que puedan recuperar parte de su inversión con una buena gestión de sus activos, algo que parece impensable en el mediano plazo dado el avance de la pandemia. Una crisis que en 2020 ha reducido la facturación en papel a una anécdota y sus tiradas a meras representaciones testimoniales.
Los directivos consultados indican que las integraciones y fusiones son inevitables. De hecho, este diario ya informó del interés de La Vanguardia en hacerse con El Economista, a lo que se suma la búsqueda de oportunidades de Vocento o sinergias en prensa regional. Es inminente, solo falta que los editores se atrevan a dar el paso. 2021 puede ser el año. La supervivencia está en juego.