La movilidad es un aspecto clave en nuestra sociedad. Alcanzar un paradigma sostenible en este ámbito pasa por vehículos más eficientes pero, sobre todo, por el uso de energías capaces de moverlos con el mínimo impacto ambiental posible. El avance de la tecnología ha permitido dar pasos agigantados en esta dirección durante las últimas décadas pero el margen de mejora es aún amplio y, por eso, las nuevas soluciones en este ámbito van encaminadas a incorporar el hidrógeno y el biometano como una alternativa más para nuestro día a día.
Hablamos de movilidad pero, en realidad, al abordar el incipiente protagonismo de estas nuevas fuentes de energía hay que ampliar su alcance a todas las actividades humanas y a todo el sector energético. La tendencia de la sociedad y de la industria es tomar en consideración prácticas más sostenibles, apostar por la economía circular y, por supuesto, 'atacar' la forma en la que se consume la energía en la búsqueda del mínimo impacto medioambiental y de la neutralidad de carbono.
La electricidad es una de las vías que más en boga están últimamente frente a los combustibles fósiles, especialmente cuando ésta procede fuentes renovables. Pero la ciencia sigue investigando nuevos horizontes para respaldar su penetración y dos son las tecnologías que se posicionan como especialmente prometedoras: el gas renovable y, sobre todo, el hidrógeno, que desde varios frentes se señala como el combustible del futuro. Como se indica en la publicación 'El hidrógeno y la energía' de la Asociación Nacional de Ingenieros de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ICAI), "el gran atractivo del hidrógeno consiste en que ofrece, a largo plazo, la posibilidad de establecer un escenario de ciclo energético cerrado intrínsecamente limpio".
Una alternativa cada vez más presente
En todo el mundo proliferan iniciativas que se alinean con esta idea. En España, el propio Gobierno aprobó hace pocos meses la denominada 'Hoja de Ruta del Hidrógeno', una visión que pretende, con horizonte 2050, "incentivar la creación de cadenas de valor industrial innovadoras en nuestro país, el conocimiento tecnológico y la generación de empleo sostenible, contribuyendo a la reactivación hacía una economía verde de alto valor añadido", según el ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Este documento es una respuesta a la 'Iniciativa del Hidrógeno', lanzada en 2018 por parte de la Unión Europea, que refuerza la apuesta por esta forma de energía y que también está reflejada en su Estrategia Europea del Hidrógeno.
Este plan establece tres fases. En la primera, en la que nos encontramos, la meta es la de producir hasta un millón de toneladas de hidrógeno renovable "para descarbonizar la producción de hidrógeno existente". A partir de ahí, en las próximas décadas se espera convertir esta alternativa "en una parte intrínseca del sistema energético integrado" primero y, como fin último, "alcanzar la madurez y desplegarse a gran escala", como se lee en el documento publicado por el Ejecutivo.
Parece un paso lógico lograr que esto sea así. El hidrógeno es el elemento más común en el universo así que, aunque solo sea por este tópico, parece buena idea mirar hacia él como posible fuente de energía. Lo cierto es que esto no es nuevo, dado que la generación de hidrógeno ya era algo conocido. El problema es que, hasta ahora, obtenerlo implicaba extraerlo a partir de hidrocarburos o de carbón, lo que impedía considerarlo como una energía limpia. En contraposición a este modelo, la alternativa que se está explorando actualmente y en la que se basan estas nuevas tecnologías es la que pretende conseguir hidrógeno a partir del excedente de energías renovables eléctricas como la eólica o la fotovoltaica, un método totalmente respetuoso con el planeta y cuyo perfeccionamiento será el eje, según muchos expertos, de algo así como una 'tercera revolución industrial'.
La economía del hidrógeno, motor de las regiones
En España, algunas empresas están apostando ya por el hidrógeno. Entre los proyectos en marcha, destaca en León la que será la mayor planta de hidrógeno en España. Impulsada por Naturgy, en colaboración con Enagás, pretende alcanzar una producción de hasta 9.000 toneladas anuales de hidrógeno a partir de una planta fotovoltaica de 400 MW y un electrolizador de hasta 60 MW. Con esta infraestructura se puede cubrir el consumo local, inyectar a la red gasista e incluso sentar las bases de una posible futura exportación hacia el noroeste de Europa.
Naturgy también está trabajando en esta línea en otras comunidades autónomas. En Asturias, por ejemplo, estudia la producción de hidrógeno verde a partir de energía eólica que llegaría desde un parque en tierra de 100MW y otro marino flotante de 250 MW. Este conjunto figura como candidato a proyecto de interés común europeo.
Además, la compañía también tiene otros proyectos en Galicia y en la Comunidad Valenciana. De hecho, en la comunidad levantina Naturgy ha suscrito con la Generalitat un protocolo de colaboración para reforzar el desarrollo del hidrógeno verde en la región.
En general, el hidrógeno se consolida, como decíamos, como una alternativa para su uso en la movilidad. Con esa intención, otro de los puntos clave es la incorporación de hidrogeneras a la red de tal modo que el repostaje de los vehículos sea un factor que impulse la popularización de este tipo de propulsión. Para ello, Naturgy ha presentado un proyecto al Gobierno que pretende desarrollar la puesta en marcha de hasta 120 instalaciones de este tipo, 38 de ellas antes de 2025.
Biometano, el otro gran combustible
En paralelo al hidrógeno, también se explora el biometano –otro tipo de gas renivable- como otra de las opciones que, en el futuro, permitirán dar energía de forma limpia, renovable y circular, sin que el planeta se resienta. En este caso, el gas se obtiene a partir de la descomposición de materia orgánica o biomasa. Esto genera un gas "que puede usarse para cualquiera de las grandes aplicaciones energéticas: eléctrica, térmica o como carburante", según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).
El 'Mapa Europeo del Biometano' revela la poca presencia de plantas de este tipo en la península frente al auge en el resto del continente, en el que su peso en el esquema de generación del gas alcanzará entre el 12 y el 14% en 2030, según Gaz Naturel GRDF, el distribuidor que opera la red más extendida de Europa.
En España, Naturgy mantiene en activo más de una docena de proyectos sobre el uso de biometano para dar los primeros pasos hacia este modelo. Uno de los más recientes es la instalación que ha construido en el Parc de l’Alba de Cerdanyola del Vallés, en Barcelona. Consiste en un complejo que permitirá inyectar en la red gas renovable procedente de un vertedero de residuos denominado Elena. La inversión, de 2,2 millones de euros, logrará una producción anual de 12GWh de biometano, una cantidad equivalente al consumo anual de 3.200 hogares o, expresado en otros términos, similar al impacto que tiene la plantación de unos 5.000 árboles.
Además, esta apuesta incluye un factor igualmente relevante para las comunidades en las que se asientan las instalaciones previstas. Se trata de dinamizar la economía rural en dichas zonas sin repercutir de ninguna manera en su entorno, dado que otra de las prioridades es la de llevar a cabo una gestión integral de los residuos. Con ello se cierra el círculo de un modelo que pretende una economía y una sociedad sustentada en una energía más sostenible, limpia y que haga de este planeta un lugar mejor.