Tres jóvenes con una misión común: ayudar a los venezolanos que siguen dentro del país de manera efectiva. Bajo esa premisa crearon Coco, una aplicación cuyo uso no para de crecer y se ha convertido en un básico para los emigrados. A falta de cifras oficiales aportadas por el gobierno, se calcula que más de siete millones de venezolanos viven fuera de su país. Más de 300.000 están en Estados Unidos.
La startup, creada por Francisco Martín y los hermanos Víctor y Kevin Charles, lleva alimentos y medicamentos a casa de venezolanos. Se escogen los productos y paga en el exterior, para luego entregarse dentro del territorio venezolano.
Una idea que nació en Nueva York, donde se encontraron los hermanos Charles, en 2015. Nacidos en 1992 y 1991, se mudaron a Colombia en 2008. De ahí a Estados Unidos y a convertir su idea en la primera de su país en entrar en Y Combinator, la aceleradora más prestigiosa y trampolín de entrada a Silicon Valley.
De las criptomonedas a Coco
Estos tres emprendedores intentaron primero crear una casa de cambio de bitcoin que funcionase en Venezuela. Una manera de evitar la desbocada inflación de la moneda local. Lo hicieron sin pedir permiso a los bancos, en los márgenes. No funcionó.
En 2017 el gobierno de Maduro hizo un primer intento de regular las criptomonedas y terminaron por cerrar. En 2018 lo quisieron transformar en un sistema para recibir remesas en bitcoin. De hecho, esa fue la idea con la que intentaron entrar en Y Combinator en diciembre de 2018.
“Casi al final de la entrevista les dijimos que teníamos esta idea de Coco. Nos invitaron a abandonar lo del bitcoin y tratar de poner esto en práctica. Volvimos a presentarnos y, esta vez sí, lo conseguimos”, relata Francisco Martín, el más joven del equipo, nacido en 1988 y que ahora vive en Barcelona.
Su MVP, como se denomina en el argot a la versión más básica de la idea, literalmente es producto mínimo viable, consistía en tener un ejército de coco-shoppers, compradores que hacían recados en remoto.
El nombre, Coco, viene de Compras Colectivas, que es como empezaron: haciendo pedidos en supermercados y farmacias. Además, desde muy temprano, entendieron que se podía utilizar como un soporte publicitario, como lo son folletos en papel de los supermercados.
“Le damos el poder a las tiendas. Conectan a la diáspora venezolana con el país. Pueden tener su propia cuenta de Coco, con descripciones realistas e imágenes de calidad, para poder hacer la compra para sus seres queridos”, detalla Martín.
El modelo de negocio pasa por quedarse un pequeño porcentaje de la cantidad final. El usuario final suele ser una persona mayor, que no ha podido emigrar. Casi siempre son padres de emigrados, o dependientes. También se da el caso de jóvenes que se quedan al cuidado de otros familiares.
Coco ya funciona en más de 100 países para comprar en Venezuela y que se entreguen las compras a las personas indicadas en la dirección escogida. Stripe es su aliado para procesar los pagos. Sus ventas superan 10 millones de dólares y cuentan con más de 40.000 clientes en 23 estados, no solo en grandes capitales.
Nacieron en remoto
Antes de que la crisis de la covid obligase a trabajar en remoto, Coco lo hacía. No en vano, el equipo formado por 50 personas está distribuido en varios países: desde Estados Unidos, pasando por Barcelona, donde está márketing y diseño, así como Colombia, con gran peso en desarrollo de software y atención al cliente. El CTO, máximo responsable técnico, está en República Dominicana. Tienen empleados también en Ecuador y Canadá. Además de, como es natural, los coco-shoppers en Venezuela.
La pandemia ha sido un elemento importante en su desarrollo. Desde el primer momento se posicionaron como una herramienta que ayuda a los familiares a quedarse en casa y no tener que buscar los bienes de primera necesidad.
Y Combinator, la validación soñada
En el verano de 2019 se convirtieron en la primera startup venezolana en entrar en el selecto club que tiene el sello de Y Combinator. Tras su salida del programa consiguieron 600.000 dólares de financiación como ronda semilla. Por ahora no tienen intención de captar más capital.
Los partners, socios de la aceleradora designados para ayudarles, son parte de la magia. “Sin ellos Coco no estaría dónde está hoy. Nos cambiaron por completo. Entienden muy bien el problema y la solución”, sostienen.
Guiños identitarios
La nostalgia es un factor importante cuando se emigra. En Navidad cobra especial relieve. Las hallacas son un producto artesanal, laborioso, que se suele elaborar en familia, asignando tareas. Después, se obsequian a familiares y allegados para su consumo. Esta Navidad se podían comprar a través de Coco, tanto ya hechas, como un kit con los ingredientes para facilitar su confección.
El producto más vendido es la harina de maíz para hacer arepas. En general, destacan, son los productos de primera necesidad los más exitosos.
Su meta para final de 2021 es hacer seguimiento del dinero de remesas, no solo en Venezuela, para ver si tiene sentido expandir su modelo a otros países de América Latina que son receptores de remesas.