El plástico es un material que ha contribuido sobremanera al avance tecnológico de la sociedad en el último siglo. Conocido como el material de los mil usos, ha propiciado el desarrollo de productos presentes en la actualidad en todos los ámbitos de nuestra vida, desde la industria a la salud, lo que ha creado prosperidad y bienestar.
Sin embargo, la emergencia climática ha evidenciado la urgencia de transitar hacia un nuevo modelo económico más respetuoso con el planeta donde se primen materiales alternativos más sostenibles que vayan reduciendo el uso del plástico, un profundo proceso de cambio que no será ni rápido ni sencillo.
Por una parte, es preciso contar con normativas europeas y estatales claras en el desarrollo de alternativas al plástico y, por otro, una mayor implicación de las empresas en el proceso. En esta línea, la sostenibilidad ha entrado a formar parte de las estrategias corporativas, pero queda todavía un largo camino por recorrer.
Y, para muestra, un botón. La catástrofe natural acontecida en Galicia ha puesto sobre la mesa el papel que la tecnología, la innovación y la disrupción desempeñan en la búsqueda de esos nuevos materiales e iniciativas contra el uso masivo de plástico.
Se trata no sólo de reducir el uso de productos procedentes de combustibles fósiles -para llegar en un futuro, aún difícil de precisar, a su completa sustitución-, sino de implementar tecnologías que limpien los océanos de aquellos plásticos y microplásticos que ya han contaminado los ecosistemas marinos.
El emprendimiento español cuenta con startups que están aportando su granito de arena en esta ardua tarea y que se convierte en los mejores aliados antes emergencias medioambientales como la que asola estos días la costa gallega y cantábrica de España con el vertido de pellets.
Se trata de proyectos disruptores basados en la investigación y la ciencia que, tras años de inversión en I+D+i, han desarrollado soluciones innovadoras que ya son una realidad en el mercado con un impacto social y económico dentro y fuera de nuestras fronteras. En ellas reside gran parte de la esperanza que tenemos como sociedad para que la catástrofe de pellets de Galicia no vuelva a repetirse.
"Es una tragedia ecológica, el problema del vertido de estos microplásticos al medio no está sólo en las bolitas que vemos, sino en aquellas que no vemos". Así define lo ocurrido en Galicia estos días Raquel Parra, CEO de Captoplastic.
La startup española ha creado una solución innovadora para captar microplástico, que puede ser aplicada a cualquier corriente de agua, desde depuradoras de aguas industriales hasta lavadoras.
"Es urgente impulsar medidas de control y captura de este tipo de microplásticos e ir más allá de iniciativas voluntarias"
La emprendedora urge al impulso medidas de control y captura de este tipo de microplásticos. "Medidas desde la producción al transporte y la transformación de esos microplásticos en otros productos".
Reconoce, no obstante, la existencia de iniciativas interesantes como Operation Clean Sweep, centrada en los pellets, pero considera que su carácter voluntario le resta efectividad. "El control y eliminación de un contaminante como los microplásticos debe adoptarse con una regulación que obligue a implantar estas medidas", soslaya.
La tecnología de Captoplastic es capaz de controlar y capturar los microplásticos presentes en cualquier medio acuoso. "Nuestro objetivo primero es evitar que estos microplásticos lleguen al mar, evitar que estos desastres ocurran, para lo cual es importantísimo la implementación de estas tecnologías".
Fabricar materiales biodegradables y biocompatibles con el ser humano es otra de las propuestas disruptoras del ecosistema español en este campo. Dan*na es uno de los nombres propios en este campo.
"Lo sucedido en Galicia con los pellets de plástico es un recordatorio urgente de la necesidad de soluciones innovadoras y sostenibles como nuestro copoliéster biobasado PLH, patentado a nivel mundial el año pasado, el cual es biodegradable en el agua pasados unos meses y biocompatible con el ser humano", afirma a D+I Xavier Marín, fundador de Dan*na.
La startup ha invertido seis años en el desarrollo de alternativas sostenibles en diferentes sectores para dar respuesta a los problemas generados por el plástico y, en concreto, el año pasado le concedieron la patente mundial de un nuevo copoliéster biobasado llamado PLH, el cual sin perder sus propiedades funcionales es biodegradable en el agua pasados varios meses y biocompatible con el ser humano.
"El ritmo de cambio en las corporaciones es más lento que en el consumidor, están sometidas a regulaciones y complejas estructuras burocráticas"
"Es una alternativa directa y sostenible por sus propiedades mecánicas al polipropileno (PP) y al polietileno (PE), y económicamente escalable".
El emprendedor reconoce que la mayor concienciación del consumidor está cambiando la sensibilidad hacia la transición a una economía sin plásticos, pero asume que el ritmo de las corporaciones es más lento.
"Esto es debido a las regulaciones en las que están sometidas y a sus complejas estructuras burocráticas. A esto hay que sumarle que las corporaciones requieren soluciones ampliamente probadas que ofrezcan garantías de viabilidad económica a nivel industrial, así como de estabilidad y calidad del producto final".
Oimo es otra de las startups españolas que más está aportando en la necesaria transición hacia una economía con un menor peso del plástico. Su CEO y cofundador, Albert Marfà, destaca la confusión que sigue existiendo en el ámbito de los bioplásticos, algo que no ayuda a la implementación de medidas para atajar el uso masivo de productos procedentes de combustibles fósiles.
"Es importante entender que un material compostable nunca conseguirá descomponerse en el océano en un plazo de tiempo aceptable, ya que no está diseñado para ello. En cambio, un material biodegradable en ambiente marino sí; ahora bien, existe un número muy reducido de este tipo de materiales, siendo Oimo uno de ellos", relata.
Sin lugar a dudas, la sustitución a gran escala de los pellets de plástico por estos nuevos microplásticos eliminaría el riesgo de sufrir en el futuro desastres naturales como el que se vive en Galicia en este inicio de año.
Materiales que 'desaparecen' en menos de un año
El emprendedor reclama poner el foco tanto en el impacto que tienen las materias primas usadas para producir el material y de qué origen provienen, como qué le ocurrirá a ese material una vez sea desechado, qué impacto tendrá en el medio y que residuo deja atrás.
La ventaja de Oimo estriba en que su material está diseñado desde su nacimiento para cumplir con las más estrictas certificaciones de biodegradación incluida la marina.
La ventaja de Oimo estriba en que su material está diseñado desde su nacimiento para cumplir con las más estrictas certificaciones de biodegradación, incluida la marina
Por lo que, "en esta casuística de derrame de pellets en su transporte, el material en cuestión tendrá un efecto mucho menor en el medio ya que en menos de un año, el material se habrá descompuesto en su totalidad", indica el cofundador.
Y no se tratan de soluciones de 'ciencia ficción'. Después de seis años de investigación, este 2024 el material de Oimo finalmente saldrá al mercado.
Hace casi un año de la aprobación del Tratado de los Océanos, documento impulsado por la ONU, que abrió un nuevo camino en la preservación de estos ecosistemas naturales donde la tecnología va a desempeñar un papel fundamental.
Amaia Rodríguez es un referente contra la contaminación de plástico de nuestros mares, a través de su plataforma disruptora de economía circular que involucra a toda la cadena de valor en la limpieza de mares y océanos desde los pescadores hasta el consumidor final y grandes empresas.
Compañías como ISDN, Viña Esmeralda o Mini, entre otras, han implementado con éxito su solución.
Sin restar un ápice a la gravedad de los pellets llegados hasta la costa gallega, Rodríguez abre una puerta a la esperanza y que estos sucesos no vuelvan a suceder en el futuro.
"Hemos implementado 'blockchain' para evitar prácticas engañosas y 'greenwashing' y reflejar con total transparencia el impacto positivo que generamos"
"Desde nuestra experiencia, hemos observado un aumento significativo en la concienciación del mundo corporativo sobre sostenibilidad en los últimos años. Cada vez más empresas reconocen la importancia de adoptar prácticas sostenibles no solo por razones éticas, sino también como una estrategia comercial para adaptarse a las demandas cambiantes del consumidor y cumplir con desafíos ESG y regulaciones ambientales más estrictas", argumenta la coCEO y cofundadora de Gravity Wave a D+I.
En su caso, Gravity Wave respalda este compromiso con acciones concretas y medibles. "Para evitar prácticas engañosas y greenwashing, hemos implementado la tecnología blockchain, lo que nos permite reflejar con total transparencia el impacto positivo que generamos en la reducción de la contaminación plástica en los océanos".
"Aunque lo que necesitamos ahora es un protocolo de actuación y responsabilidad para llevar a cabo la recogida en el menor tiempo posible y que las responsabilidades de contaminación se repartan entre las empresas que han contaminado".
El reto no es sencillo y exige altas dosis de responsabilidad y concienciación por parte de la sociedad civil, las Administraciones y las empresas pero, en cualquier solución que se arbitre para acabar y evitar que se repitan catástrofes naturales como los pellets de Galicia, será ya parte obligatoria de la ecuación la tecnología y este tipo de soluciones disruptoras. España es uno de los actores llamados a aportar su granito de arena a la causa.