Obtener bioplástico biodegradable a partir de bacterias y hacer viable y atractivo el proceso para el sector industrial era un objetivo a muy largo plazo cuando Patricia Aymà y Noelia Márquez se conocieron en el programa para emprendedores de Banco Santander, conocido hoy como Explorer ‘Jóvenes con Soluciones’.
“Nos encontramos con que había mucho afán en investigar en este campo, pero no en su aplicación práctica”, afirma Márquez. Se preguntaron cómo debería ser la tecnología para lograr un modelo de negocio en este ámbito y entró en el proyecto Jordi Margarit, ingeniero.
Dieron forma empresarial a la idea con la creación de VEnvirotech en abril de 2018, una startup biotecnológica que trabajaría en dos sentidos: el tratamiento de los residuos orgánicos en casa del cliente, evitando su transporte; y la comercialización del bioplástico biodegradable que se obtendría de los residuos orgánicos tratados.
A día de hoy se encuentran a una ronda de financiación de seis millones de euros, iniciada a mediados de marzo, para cumplir los objetivos propuestos de buen inicio: dar el salto a escala industrial.
VEnvirotech convierte los residuos orgánicos en bioplásticos Polyhydroxyalcanoato (PHA), producidos por bacterias. Tienen como principales características que son biodegradables y compatibles con el cuerpo humano. Lo consigue a través de las Ve-Box, unos contenedores de pequeño tamaño que instalan en las plantas de sus clientes y que permiten convertir los residuos orgánicos en bioplásticos.
“Para cada residuo seleccionamos un cultivo de diversas bacterias que escogemos de forma continua, quedándonos con las que almacenan de manera natural el PHA como reserva energética. A muy grandes rasgos, la selección consiste en alimentar las bacterias durante un periodo de tiempo y después les haces pasar hambre. Aquellas que sobreviven son las que acumulan PHA, que serán las que mejoraremos para que sean capaces de producir más bioplástico en menor tiempo”, explica Márquez, CEO de la compañía.
Una primera ronda de financiación de 255.000 euros les permitió diseñar las Ve-Box e iniciar el programa piloto con el grupo Bon Àrea, en Guissona (Lleida), donde pudieron tratar residuos de restos cárnicos, bollería o piensos, entre otros.
La empresa entró en el fondo de emprendedores de Repsol e inició un nuevo programa piloto, esta vez en la planta de café más grande de Europa, situada en Girona y propiedad de Nestlé.
Poco después, y con el apoyo financiero de una segunda ronda de inversión, esta vez de dos millones de euros, se instalaron en una nave de Santa Perpètua de Mogoda (Barcelona), actual sede de VEnvirotech, en la que iniciaron la producción de las Ve-Box, crearon los laboratorios biológico y químico y levantaron la planta de extracción.
“En ella trabajamos en una nueva metodología de extracción, patentada por nosotros hace un año, en la que únicamente utilizamos disolventes green y tenemos una recuperación de éstos de hasta el 90%”, destaca Márquez.
El equipo de VEnvirotech está preparando dos nuevos programas piloto, esta vez con el grupo Pascual y nuevamente con Bon Àrea, con la intención de crear un cultivo bacteriano que responda con total eficacia a los residuos.
Por otro lado, trabaja en el producto final, el bioplástico biodegradable que comercializará a partir del próximo año, y que abastecerá, entre otros, los sectores de packaging, envases, impresión 3D y biomedicina.
VEnvirotech ofrece una tecnología y un proceso de extracción totalmente automatizado y controlado de manera remota, elimina el transporte de residuos y contribuye además a reducir entre un 40% y un 70% el gasto que tienen sus clientes en la gestión de esta partida. Un ejemplo perfecto de economía circular.