Su lanzamiento es fruto de la colaboración de Visa payWave con Optus, una firma de telecomunicaciones del país austral, y la empresa de tazas y botellas de diseño Frank Green.
Cada taza cuesta 35 euros y lleva integrada en su base un chip que le permite comunicarse con los TPV de los establecimientos compatibles y con la aplicación para móviles Optus Pay, que se puede conectar con cualquier cuenta bancaria del país. Así, con la taza de café que los australianos rellenan en cada bar pueden pagar no sólo su café, sino comida y cualquier otro tipo de adquisición que no supere el valor de los 100 dólares por transacción.
Este es un paso más en el desarrollo de los wearables, que no dejan de crecer. Además de para leer los mensajes que llegan al móvil o monitorizar nuestros movimientos, los objetivos del día a día, como los relojes, también sirven para pagar gracias a la expansión de la tecnología contactless. Los pagos móviles no dejan de crecer mes a mes en todo el mundo y tal vez el próximo paso en la expansión de estos métodos alternativos de pago sea convertir los objetivos del día en un monedero más, de forma que pagar no sea una acción que requiere de un esfuerzo o instrumento determinado.
¿Significa esto que pronto desaparecerán las tarjetas de crédito para dejar paso a estos nuevos sistemas de pago? No lo parece por el momento. La expansión de los nuevos medios de pago, hasta el momento, está siendo a costa de la disminución del flujo de efectivo y las tarjetas de crédito siguen siendo una importante fuente de ingresos para la banca tradicional.
Sin embargo, con el crecimiento de los pagos electrónicos se dibuja también una oportunidad para la tarjeta de crédito: la de llegar a todos aquellos que hasta ahora siempre habían preferido el efectivo o rehusaban la utilización de cualquier medio tecnológico por la desconfianza o descontrol que les generaba en la gestión de sus fondos. Y es ahí donde las tarjetas de crédito pueden encontrar su principal virtud frente a las fintech: la seguridad de lo físico frente a wallets y otro tipo de pagos.
Conscientes de esta idea, ya hay empresas como la francesa Oberthur Techonologies que ha desarrollado una tarjeta de crédito que cambia automáticamente el CVC de la tarjeta cada media hora para que, en caso de que nos roben los datos en la red, no pueda volver a utilizarse gracias al código de seguridad dinámico. Y es que garantizar la seguridad, sea cuál sea el instrumento de pago, es un factor crucial para ganar la confianza del consumidor y ese es un importante reto que las fintech deben abordar.