Reparar algo o comprarlo nuevo. Recuperar una herramienta, aunque lleve componentes electrónicos, o rendirse ante la obsolescencia programada. Motorlan, una planta industrial en Usurbil (País Vasco), lo tiene claro desde hace casi 30 años, cuando crearon un servicio integral de reparación y recuperación de motores eléctricos industriales multimarca. Una especie de oda a la economía circular cuando aún este concepto no era ni una tendencia.
Esta es una idea que lleva explotando desde finales del siglo XX Motorlan, la marca que ha desarrollado esta unidad de negocio especializada dentro de Fagor Automation (una de las ocho cooperativas que forman el Grupo Fagor, que a su vez está integrado dentro del Grupo Mondragón).
“Fue una idea pionera, pero lo fue de una forma inocente. En Alemania ya existían este tipo de empresas reparadoras, pero en los años 90 los fabricantes ya estaban cerrando su tecnología, esos componentes electrónicos del motor, para impulsar sus propias áreas de mantenimiento. Se vio una oportunidad de nicho” el hecho de poder ser una opción diferente al propio fabricante, subraya a D+I Mikel Serrano, responsable del departamento técnico comercial.
En este sentido, Serrano puntualiza que los servomotores son, quizá, los más complicados de recuperar y reparar porque llevan componentes electrónicos en su interior y esto “dificultad su reparación”. Así, en Motorlan están especializados no solo en el motor eléctrico, sino también en reparar su regulación electrónica, es decir, el control y equipo electrónico que permite su movimiento.
El objetivo final de esta unidad de negocio, impulsada por la estrategia RIS3 Euskadi, es ofrecer a sus clientes todas las opciones: “Cuando nos llega un motor para reparar le damos la opción de repararlo o reacondicionarlo para seguir utilizándolo; venderle uno de segunda mano que hemos recuperado nosotros para este mercado de segunda vida; o venderle uno nuevo de la marca Fagor e, incluso, de otra marca original”. Lo que más rentable suele ser es reparar.
Conocimiento técnico aplicado a la recuperación
Serrano apunta que el valor de esta unidad de negocio es aplicar el conocimiento técnico de todos estos años en la recuperación de los diferentes motores eléctricos industriales que hay en el mercado. “El margen de nuestro negocio está en la reparación del equipo, es decir, su recuperación para volver a ser utilizado. Es nuestro principal valor añadido”.
Sin embargo, reconoce que está creciendo el mercado de segunda mano y de repuestos, porque hay mucho material obsoleto que ya no está atendido por los fabricantes originales y que si se reacondicionan pueden seguir usándose.
Estas opciones ahora son más visibles porque la economía circular las ha puesto sobre la mesa, aunque no sea una estrategia nueva, reconoce Serrano. No hay más que echar la vista atrás o preguntar a generaciones anteriores, cuando todo se reparaba y era impensable plantearse algo nuevo.
“Empresas como la nuestra hasta que se puso de moda la economía circular se veían como actividades menores, con no tanto prestigio”, señala el responsable de esta empresa vasca. Ahora reparan hasta 1.600 motores al año, de media, ya que reacondicionan motores eléctricos de todos los tamaños: uno de un palmo se puede tardar en reparar dos o tres días, pero con uno de siete toneladas se tarda un par de semanas o tres.
Una idea de los años 90
Esta unidad de negocio lleva trabajando en lo que ahora todos conocemos como economía circular desde principios de la década de los 90. “Todo comenzó en la cooperativa Berriola, antes de fusionarse con Fagor Automation. Tuvieron la idea de, además de fabricar motores eléctricos, crear una actividad de reparación de estos motores y que fuera multimarca”
Así, en esta planta se fabricaban motores eléctricos, entre ellos servomotores especializados para la industria de la automoción, pero no había nadie que los reparara, recuerda Serrano. Sin embargo, en países como Alemania sí que había empresas reparadoras multimarca de cualquier tipo de motor eléctrico industrial y de todas las tallas.
El mercado industrial en las últimas décadas se ha sustentado en sacan series nuevas de bienes de equipos para “ofrecer productos con más prestaciones tecnológicas, eliminar así las series antiguas para estar siempre en el mercado con producto nuevo y vendiendo más unidades”.
Serrano afirma que esta estrategia ahora se cuestiona, porque hay teorías que apoyan la rentabilidad de una empresa en la reparación y en la recuperación de, incluso, marcas que no son las propias. Esta es la estrategia que siguió Fagor Automation.
De hecho, afirma que, en realidad, no ha habido saltos disruptivos en la tecnología del motor eléctrico a lo largo de los años, lo que “favorece su recuperación”. Solo en el caso de la electrónica, en concreto en los protocolos de comunicación, sí que hay innovación y esto es lo que fuerza a Motorlan a adaptarse constantemente. En definitiva, en su área de investigación tratan de “descifrar, una especie de hackeo, estas novedades para tratar de repararlos”, concluye.