El Teatro Real y Mastercard se alían para desarrollar cuatro "proyectos de carácter inclusivo y social", en palabras de Ignacio García-Berenguer, director general del templo madrileño de la ópera.
A partir del próximo sábado día 13, coincidiendo con el estreno de la ópera Pártenope, de Georg Friedrich Händel, los asistentes encontrarán seis tótems en distintos lugares del Teatro, a través de los cuales podrán hacer aportaciones personales de micromecenazgo al proyecto o proyectos que deseen.
Las aportaciones pueden ser "desde un euro hasta cualquier cantidad", señala Paloma Real, directora general de Mastercard en España, que se encarga de facilitar la estructura tecnológica para la operación. La organización es uno de los 120 patrocinadores del Teatro Real, que obtiene de ese modo un 25% de su presupuesto.
Los tótems, con pantalla táctil y presentación intuitiva, incluyen "un TPV clásico, y una versión diseñada, hecha a medida" para este uso, explica Real a D+I. Estarán instalados en el Teatro al menos un año.
Lo más relevante de la operación son, naturalmente, los proyectos a cuya financiación se destinarán las aportaciones, que García-Berenguer encuadra en "la filosofía del Teatro de apoyo a la sociedad civil e involucrar y combinar la actividad del sector privado con el ámbito de la cultura".
Música inclusiva y talento joven
Los cuatro proyectos son desgranados por el director general, empezando por la Agrupación Musical Inclusiva, en la que en una veintena de "chavales con otras sensibilidades, con niveles cognitivos diferenciados" forman "un pequeño grupo musical", que los reúne jueves y sábados para recibir "clases individuales y colectivas". Y, por supuesto, para ofrecer sus propios conciertos.
Es auténtica "musicoterapia" para los 20 integrantes del grupo, que participan de manera totalmente gratuita para sus padres. García-Berenguer espera "incrementar ese número" con las donaciones que se reciban.
El segundo proyecto, Crescendo, busca talento joven. El director artístico del Real, Joan Matabosch, señala que va más allá de un sistema de audiciones, porque desarrolla un seguimiento del progreso de jóvenes intérpretes, registrado en una base de datos, para ayudarles a progresar en su carrera artística y encontrar su repertorio.
"Cuando la pandemia cerró los teatros, el Real abrió sus puertas" y amparó a "20 artistas de ocho nacionalidades para ayudarles a prepararse para su carrera", relata Macarena de la Figuera, gerente de la Fundación Amigos del Teatro Real.
La joven soprano colombiana Vanessa Cera es un ejemplo. Explica con emoción cómo Crescendo le ofreció "la luz" y le abrió una perspectiva profesional, en los oscuros momentos de la pandemia, que la sorprendió en Madrid cursando un máster en el Reina Sofía. Alejada de los suyos, estaba pensando en regresar a su país cuando le surgió la oportunidad de unirse al proyecto del Teatro Real, frente a cuyo majestuoso edificio se plantaba a veces "en la Plaza de Isabel II, diciendo: quiero cantar ahí".
El 20 de noviembre, tras recibir el apoyo y la mentoría de Crescendo, Vanessa debutará en el Real con la representación de Cenicienta, de Gioachino Rossini, en la programación de El Real Junior.
Teatro más accesible y propósito medioambiental
El tercer proyecto que pide la colaboración financiera del público tiene componentes sociales y tecnológicos. Se trata de hacer el Teatro Real más accesible, no sólo desde el punto de vista arquitectónico sino también añadiendo tecnología.
García-Berenguer señala que el pasado verano se hicieron "obras en la sala principal para incrementar el número de plazas para personas discapacitadas". Esto significa instalar cableado y poner a disposición de quienes lo necesitan un "collarín para personas con dificultades auditivas".
Para los que acusan discapacidad visual hay "un sistema de audiodescripción", pregrabado, en el que se describe a través de auriculares "lo que está ocurriendo en escena". También se ofrece un sistema de subtítulos, que se pueden leer en el teléfono móvil mediante una app que se sincroniza con la representación.
Para el cuarto proyecto, la implicación de Mastercard tiene otro sentido. Se llama Priceless Planet Coalition y es una plataforma global lanzada por la propia entidad fintech en 2020, con propósito medioambiental y el objetivo de plantar cien millones de árboles en cinco años."Es un proyecto gestionado por nosotros, en el que participan otras compañías", aclara Paloma Real. Con la iniciativa de los tótems, ahora será posible también la participación de los particulares que lo deseen. "Reforestar el planeta es trabajar para el futuro", reafirma.
Donaciones a un toque
El funcionamiento del sistema de donación es muy sencillo, según pudo comprobar D+I. En la pantalla de inicio, activada con un toque, aparecen cuatro ventanas ofreciendo los cuatro proyectos.
Tras seleccionar uno de ellos, una segunda pantalla propone una serie de cantidades de donación predefinidas, desde uno hasta 200 euros, más la opción de teclear 'una cantidad superior', que en realidad permite poner cualquier cifra desde un euro. El siguiente paso es pasar la tarjeta por el TPV contactless.
Como se trata de donaciones que encajan en las previsiones de la ley vigente sobre mecenazgo, "son perfectamente desgravables" en el IRPF, confirma García-Berenguer a D+I, incluido el cuarto programa.
En el paso inmediatamente anterior al pago, quien lo desee puede solicitar un certificado para obtener la correspondiente desgravación, para lo que deberá introducir su número telefónico. Luego, desde el Real se pondrán en contacto con el donante para que facilite sus datos y emitirle la certificación.
Este último paso incluye también el programa de implicación medioambiental, aunque la gestión sea propiamente de Mastercard, ya que es el Real la institución capacitada por la ley para acreditar la donación de mecenazgo.