La temperatura media de la Tierra ha aumentado de manera preocupante en las últimas décadas. Ya supera en 1,1°C la de la época preindustrial, según la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés), y se sitúa muy cerca del umbral del 1,5°C pactado en el Acuerdo de París de 2015.
Cada día asistimos a sus efectos negativos con fenómenos naturales, como inundaciones e incendios devastadores, que tienen un gran impacto en el medioambiente y en la economía.
Detrás de estos cambios está la acción del ser humano. Desde la revolución industrial hemos producido un exceso de dióxido de carbono (CO2) que el ciclo natural de la Tierra es incapaz de manejar. Como consecuencia, se acumulan gases de efecto invernadero (GEI) que rompen el equilibrio de los ecosistemas.
Uno de los sectores que ha contribuido a ello, y que ya ha empezado con su proceso de descarbonización, es el de la movilidad. Todos los agentes implicados están adoptando iniciativas para alcanzar la neutralidad tecnológica de los diferentes sistemas de propulsión. “Esto significa reducir las emisiones a cero de todas las tecnologías que empleamos”, aclara Ricardo Olalla, vicepresidente de Ventas Mobility Solutions para Bosch España y Portugal.
Las soluciones de movilidad suponen el 60% de la facturación de esta multinacional que, según Olalla, este año ha conseguido compensar sus emisiones de CO2. Aunque también advierte de que los cambios tecnológicos necesitan tiempo desde el punto de vista económico y para su desarrollo industrial: “el propósito no es solo llegar al objetivo marcado por la ONU de cero emisiones netas en 2050, sino reducirlas día a día”.
Mientras esto ocurre, se prevé que en los próximos años aumente el parque automovilístico, tanto en el vehículo privado y ligero, como en el transporte pesado y colectivo. Lo que significa que se producirá un incremento de la demanda de la energía no solo para moverlos, también en todo el ciclo de la cadena de valor.
“No debemos perder la vista el coste que supone, en términos de emisiones y económicos, el transporte y disposición de esa energía para los usuarios. Cuando consideramos todo el espectro de procesos hasta llevar el producto al cliente final, nos damos cuenta de que hay algunas soluciones que son relativamente más caras de producir y con una distribución más barata, como es el caso del combustible líquido, frente a alternativas como la electricidad o el hidrógeno, donde ocurre a la inversa”, apunta Javier Aríztegui, Gerente Sénior Product Desing and Energy System Repsol Technology Lab.
Ambos, Olalla y Aríztegui, coinciden en que cada segmento precisa de una solución para su descarbonización, de ahí la importancia de abordarla desde la neutralidad tecnológica para hacerlo de la manera más eficiente posible.
La compañía energética trabaja actualmente en tres sistemas de propulsión: la electrificación, el hidrógeno y los combustibles sintéticos o e-fuels, que se obtienen del CO2 de la atmósfera y el hidrógeno verde. ”La ventaja de este último es que no es necesario cambiar ni el sistema de distribución ni los vehículos que actualmente están circulando”, recalca el especialista de Repsol.
Hyundai es uno de los fabricantes de automóviles que comparte esta visión. “Hemos hecho una gran apuesta por la electrificación y el hidrógeno porque creemos que no son excluyentes y que ambos pueden convivir”, afirma Javier Arboleda, Service Senior Manager de Hyundai. “Sus emisiones dependerán fundamentalmente de las fuentes de energía que se empleen en la fabricación del vehículo y en la producción de la electricidad o el hidrógeno”.
En 2013, esta compañía surcoreana lanzó al mercado el primer vehículo de pila de combustible (hidrógeno). “Aunque los vehículos de batería son más eficientes, porque no se produce tanta pérdida de energía como en los de pila; los de hidrógeno reducen en tiempo de repostaje, el peso y el volumen del sistema es menor y su autonomía mayor”, detalla Arboleda. Unas ventajas que son especialmente importantes cuando se trata de vehículos pesados, como los camiones, o cuanta más distancia haya que recorrer.
Bosch prevé que en el año 2030 el 20% de los eléctricos nuevos dispondrán de pila de combustible, sobre todo los dedicados al transporte de mercancías de larga distancia. Para entonces, el 67% seguirá teniendo un motor de combustión, con o sin hibridación. De ahí la importancia de trabajar en tecnologías que, de manera neutra, faciliten esa movilidad sostenible que haga revertir los efectos negativos que el exceso de CO2 está produciendo sobre la Tierra.