No importa cuántos conjuntos tenga usted en su armario: la investigadora Ana Tajadura-Jiménez podría reducirlos todos a uno. Si de lo que se trata con la ropa es de adaptarla a cómo se siente cada persona cada día, la solución podría estar en uno de los ‘conjuntos mágicos’ para cuerpos en movimiento que esta investigadora está creando.
Es una idea futurista que Tajadura-Jiménez, que lidera su propio laboratorio en el departamento de informática de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), no descarta. Precisamente a eso, a definir como cada cual se siente en su propia ropa y que esta se adapte en tiempo real a cómo cambian sus sensaciones, se dirige el proyecto europeo BODYinTRANSIT que la investigadora dirige.
Es una investigación financiada por los ERC Consolidator Grants del Consejo Europeo de Investigación que durará cinco años, de 2022 a 2026. Durante ese tiempo Tajadura-Jiménez y su equipo tratarán de llevar al siguiente nivel las soluciones que le han valido el V Premio Fundación Banco Sabadell a las Ciencias y la Ingeniería por su impacto en la mejora de la percepción del cuerpo.
¿Qué creaciones son esas? Una serie de tecnologías vestibles (wearables) que combinan la psicoacústica, la neurociencia y la interacción humano-máquina. Que, por ejemplo, emiten sonidos acuáticos mientras la persona en cuestión se mueve, o pisadas ligeras mientras camina.
“No trabajamos con el cuerpo físico sino con la representación de él que hace el cerebro, que es una distinción muy importante”, comenta la investigadora en entrevista con D+I. Un ejemplo claro de ello es la anorexia, aunque no es el único. “La imagen que tenemos de nuestro físico es altamente maleable”, asegura.
Sabiendo esto, el empeño de la ingeniera ha sido entender cómo el cerebro actualiza la percepción del cuerpo y cómo esta puede mejorar. Al mismo tiempo, busca posibles aplicaciones de ese conocimiento para mejorar la vida de las personas en diferentes situaciones.
Individuos con trastornos alimenticios, físicamente inactivos con dolor crónico o afectados por un ictus son algunos ejemplos de posibles beneficiarios de su trabajo. También cualquiera que simplemente quiera sentirse más a gusto con su cuerpo, mejorar su estado de ánimo o tener una experiencia ‘aumentada’ en movimiento.
Magia vestible
Lo de ‘aumentada’ no es un decir, ya que la investigación de Tajadura-Jiménez comenzó a través de una incursión en tecnologías de realidad virtual, en una colaboración entre la Universidad Tecnológica Chalmers (Suecia) y el Instituto Max Planck (Alemania). Hizo un doctorado en Acústica Aplicada y se fue como investigadora postdoctoral al Lab of Action&Body de la Universidad Royal Holloway de Londres (Reino Unido), centrado en ilusiones corporales, cognición y tacto.
La investigadora se dio cuenta de que nadie había puesto la mirada en el impacto del sonido en la percepción del cuerpo. Con la idea de que “la imagen no sólo es lo que ves en el espejo sino que se actualiza mediante otros parámetros”, comenzó a explorarlo.
En diferentes experimentos mostró cómo el cerebro integra las señales sensoriales acústicas en su propia percepción, “como cuando te pones unas gafas de realidad virtual que muestran una mano mucho más grande que la tuya y el cerebro la integra como parte de tu cuerpo”, explica.
Por ejemplo, en un experimento –publicado en la revista Nature– comprobó que, si cuando una persona da golpes en una superficie los escucha como estuviesen sucediendo mucho más lejos, su cerebro genera una representación de un dedo mucho más largo. “A raíz de eso, además, empieza a mover su dedo como si efectivamente fuera más largo”, señala la ingeniera.
Otro experimento –publicado en la revista PLOS ONE– consistió en hacer que los participantes dejasen caer un objeto al suelo y retrasar el sonido de su choque con el suelo. Ello les hacía percibir que dicho objeto había tardado más tiempo en llegar a tierra, lo que se traducía en un cambio en la propia imagen de su estatura: se sentían más altos.
En diversos estudios con personas con dolor crónico o en rehabilitación tras un ictus, Ana y sus colaboradores comprobaron que al cambiar el ruido de sus pisadas estas se sentían más capaces de hacer sus ejercicios y menos cansadas. Todo ello con tan solo un micrófono que recogía el sonido de sus pisadas y, en tiempo real, transmitía dicho ruido modificado para sonar más ligero.
“Comprobamos cómo cambiando estas percepciones cambian también su manera de caminar, e incluso compensan asimetrías típicas en este tipo de paciente”, detalla la investigadora. “La mitad de las personas dicen que se sienten más felices y son más rápidas”, señala la ingeniera. Su investigación salió del laboratorio y se tradujo en unos zapatos, los Magic Shoes.
Un proyecto más amplio es Magic Outfit, que traslada sus investigaciones a otros tipo de wearables más adaptables, que cada persona pueda ponerse donde quiera y usar como quiera en su día a día. Tecnología vestible que integra sensores y retroalimentación sensorial adaptada para cambiar la percepción del cuerpo de acuerdo con las necesidades del usuario.
Por ejemplo, han creado un brazalete –Soniband– que transforma la señal de movimiento en sonidos como agua, viento o partes mecánicas. “Estamos estudiando cómo esas asociaciones de tu cuerpo como si fuera de otro material pueden dar sensaciones de fluidez, de flexibilidad, etc.”, explica Tajadura-Jiménez. “La idea es que sea lo que tú quieras y te lo puedas poner en cualquier parte del cuerpo, que lo incorpores a tu ropa”, añade.
Campo emergente
Lo siguiente para la ingeniera es ir un paso más allá del concepto del Magic Outfit “con una tecnología que se vaya adaptando a ti, que sea capaz de predecir qué sensaciones vas a tener y adelantarse, además de proporcionar retroalimentación en tiempo real”, cuenta la investigadora.
Eso es en esencia el proyecto BODYinTRANSIT, para el que usarán datos de movimiento y de la propia percepción corporal y estado emocional de las personas, combinados con señales fisiológicas. ¿Cómo? “Sabemos que cuando las personas tienen pisadas más ligeras, tienen menos tiempo de contacto con el suelo y caminan más aceleradas, por lo que podemos establecer una conexión entre la sensación de ligereza y una forma específica de caminar”, comenta la científica.
También cuentan con sensores que miden la respuesta galvánica de la piel, su ritmo cardíaco y otros parámetros que ayudan a inferir el estado de la persona. Eso además de otros elementos informativos como las expresiones faciales.
Si ha funcionado o no, lo sabremos en 2026. Por el momento, lo que está claro es que la ingeniera y sus colaboradores –en centros como NTT Communication Science Laboratories o el University College London Interaction Centre (UCLIC)– han abierto un campo nuevo “con mucho potencial”.
Tanto potencial le valió a la ingeniera el reconocimiento como ‘Futura Líder de Investigación’, con financiación del Consejo de Investigación de Reino Unido y, más tarde, un contrato Ramón y Cajal del Ministerio de Economía español que le permitió avanzar en su investigación. Ahora, desde su posición en la UC3M y como Investigadora asociada Honorífica en el University College London Interaction Centre (UCLIC), espera consolidar su trabajo y seguir innovando.