Las enfermedades raras son aquellas poco frecuentes que padecen menos de cinco personas por cada 10.000 habitantes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que existen 7.000 tipos diferentes que afectan al 7% de la población mundial. En España, se contabilizan en más de tres millones de personas, según datos de 2017 (los últimos disponibles).
Siguiendo con los números: un paciente con una enfermedad rara espera una media de cuatro años hasta obtener un diagnóstico. En el 20% de los casos pasan diez años o más hasta lograr el dictamen médico adecuado.
Mientras llega ese esperado momento que les saque de la incertidumbre, el 30% no recibe ningún apoyo ni tratamiento y el 18% sigue unas pautas inadecuadas. Más del 32% asiste impotente a un agravamiento de su enfermedad.
La mayoría son crónicas y potencialmente mortales. Y al tratarse de dolencias minoritarias la inversión en investigación también es reducida, así como el conocimiento que se tiene de ellas y los recursos para los búsqueda de soluciones terapéuticas y su rápido desarrollo.
Una de las actuales líneas de trabajo para acelerar esas investigaciones es el empleo de nanoanticuerpos para la creación de nuevos fármacos. Se trata de anticuerpos diez veces más pequeños que los habituales y presentes únicamente en determinados animales, como los camélidos (dromedarios, llamas, alpacas, etc.) y tiburones.
Terapia sin rechazo
El desarrollo de nanoanticuerpos es una de las metodologías en las que lleva trabajando desde hace unos años un grupo de ingeniería bacteriana del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CNB-CSIC). Y fue uno de los proyectos que se exploraron para reducir la infección en pacientes de covid-19 en los primeros meses de la pandemia.
“Los anticuerpos de humanos y animales están formados por dos cadenas de proteína diferentes, que se asocian para crear la zona de unión al antígeno (virus o bacterias) y poder así bloquearlo e impedir su entrada en las células”, explica el investigador del CSIC Luis Ángel Fernández, que dirige este grupo.
“Sin embargo, hay una excepción a esta regla. Los producen un tipo de anticuerpos especial capaces de reconocer al antígeno con una sola cadena de proteína. Así, la zona de reconocimiento del antígeno en estos anticuerpos es de menor tamaño, lo que les permite alcanzar regiones inaccesibles de otro modo en la superficie de virus y bacterias”, añade.
“La zona de unión de estos anticuerpos se puede aislar (clonar) en el laboratorio rápidamente, produciendo fragmentos de anticuerpos de pequeño tamaño, conocidos como nanoanticuerpos, con gran capacidad de bloquear a virus y bacterias. Estos nanoanticuerpos tienen secuencias muy similares a las de los anticuerpos humanos y, por ello, pueden utilizarse directamente en terapia sin generar rechazo”, explica Fernández.
Mejor contro de la enfermedad
El pasado mes de septiembre la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) aprobó el primer fármaco basado en esta tecnología que, junto a este hito, también se convierte en pionero para el tratamiento de la Púrpura Trombocitopénica Trombótica adquirida (PTTa).
La PTTa es una enfermedad rara hematológica considerada una emergencia médica por la gravedad de sus episodios. Produce pequeños coágulos en los vasos sanguíneos, una grave disminución de las plaquetas y destrucción de los glóbulos rojos. Su efecto más visible son los cardenales de color morado o púrpura que provoca en la piel y que dan nombre a la enfermedad.
Sin tratamiento, el curso natural de la patología lleva a la muerte al 90% de los pacientes, a menudo antes de las primeras 24 horas.
“Esta nueva solución terapéutica supone un antes y un después para estos pacientes al reducir significativamente el tiempo de mejora después de sufrir un episodio y disminuir en un 67% la proporción de pacientes con una recurrencia de PTTa”, señala el doctor Javier de la Rubia, jefe del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia.
Detrás de este desarrollo está el laboratorio biofarmacéutico Sanofi. Cablivi, que es el nombre del medicamento que empezó a comercializarse el 1 de agosto de este año, “no sustituye los tratamientos que reciben estos pacientes, sino que cubre la necesidad de que un fármaco actúe de manera precoz”, apunta De la Rubia. “Bloquea la acción del anticuerpo. Si el anticuerpo no actúa, no hay síntomas y, por tanto, se puede controlar mejor la enfermedad y reducir la mortalidad”.
“Con esta innovación estamos abriendo la puerta a una nueva tecnología para el desarrollo de fármacos para el tratamientos de enfermedades raras”, afirma Marisol García Pulgar, directora de la Unidad de Enfermedades Raras de Sanofi Genzyme Iberia.
Actualmente, los tratamientos para la PTTA son tres: recambio de plasma para retirar el anticuerpo responsable de la enfermedad, aplicar un fármaco inmunosupresor no diseñado específicamente para estos casos y corticoides. “Hay pacientes que no responden bien y necesitan dos o tres días para que haga efecto. En ese tiempo, algunos fallecen por trombosis o por descenso de plaquetas”.
Tras realizar dos ensayos clínicos, en los que han participado más de 200 pacientes, el nuevo fármaco basado en la tecnología de los nanoanticuerpos ha disminuido la mortalidad de los pacientes, ha acortado los tiempos de hospitalización y se ha reducido el número de ingresos en UCI.