De los 10 Premios Nacionales de Investigación 2021, que otorga el Ministerio de Ciencia e Innovación, cuatro de ellos fueron otorgados a mujeres. No hay paridad, pero casi, y no siempre hay que buscarla mientras exista un equilibrio.
Creados en 1982, estos galardones son el reconocimiento más importante de España en el ámbito de la investigación científica. La pasada edición ha sido la segunda en la que se convocan las 10 modalidades en un mismo año. De un total de 119 candidaturas, se admitieron 115, de las que 27 fueron de mujeres y 88 de hombres.
Las que han recibido este reconocimiento en sus respectivos campos de investigación son la bióloga Montserrat Vilà Planella, María José Alonso Fernández por su trayectoria en el campo de la nanomedicina, Purificación Muñoz Cánoves por sus investigaciones con células madre y la arqueóloga Margarita Díaz-Andreu.
Junto a ellas también figuran los científicos Francisco José García Vidal, Hermenegildo García Gómez, Luis Vega González, Jesús Fernando San Miguel Izquierdo, Aníbal Ollero Baturone, Jordi Galí Garreta.
Lo particular de estos premios, al margen de a quién han sido concedidos, es que todos y cada uno de ellos llevan en su epígrafe un nombre masculino. Ni rastro de mujeres que, a lo largo de la historia de la ciencia en España, han sido relevantes y, por tanto, podrían ganar en visibilidad ahora que tanto la necesitamos y nos empeñamos en ello.
Nomenclaturas sólo masculinas
Figuras de reconocido prestigio internacional como Juan de la Cierva, Gregorio Marañón, Santiago Ramón y Cajal o Ramón Menéndez Pidal sirven para denominar los premios nacionales en las áreas de Transferencia de Tecnología, Medicina, Biología y Humanidades, respectivamente.
La lista la completan Blas Cabrera (Ciencias Físicas), Enrique Moles (Ciencia y Tecnología Químicas), Alejandro Malaspina (Ciencias y Tecnologías de Recursos Naturales), Julio Rey Pastor (Matemáticas), Leonardo Torres Quevedo (Ingenierías) y Pascual Madoz (Derecho y Ciencias Económicas y Sociales).
El Ministerio de Ciencia e Innovación expresó hace unos meses su intención de renombrar estos galardones por áreas, una decisión que no cuenta con el respaldo de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE).
Institución que hizo constar su desacuerdo en un comunicado en el que recogía que “una sociedad avanzada, dotada de la imprescindible cultura científica para reconocer e incorporar los avances de la ciencia, necesita ante todo disponer de referentes próximos, personajes históricos y actuales capaces de actuar como modelos de ingenio y esfuerzo para sus conciudadanos”.
Margarita Salas: el referente más repetido
Es indudable que premios de este calibre sirven para promocionar la figura de científicos españoles, y deberían ser igualmente un escaparate para los logros de las científicas. Y aquí cuesta encontrar referentes. La bioquímica Margarita Salas es una de ellas.
Bajo su nombre el Ayuntamiento de Madrid convocó el pasado año los Premios Margarita Salas a la Investigación. Con ellos, este consorcio quiere distinguir las tesis doctorales más destacadas en dos categorías: ciencias básicas (física, química y matemáticas) y ciencias de la vida (biología, medicina y ecología) que, en la primera edición, recayeron en la investigadora Alicia Gonzalo Martín y el investigador José Bonafont Arago, respectivamente.
La Comunidad de Madrid también ha instaurado unos galardones bajo esta misma nomenclatura –Premio Margarita Salas– que en su primera edición han recaído en María Vallet, en la categoría de carrera científica, y Álvaro San Millán, en la de menos de 40 años.
Por su parte, los Premios ACES-Margarita Salas, instituidos por la Asociación de Científicos Españoles en Suecia, reconocen la labor científica realizada por investigadores de nacionalidad española con impacto a escala internacional. El primero de ellos, concedido el año pasado, recayó en Mercedes Maroto-Valer.
Ofrecer referentes para reducir la brecha género es uno de los objetivos que está marcado en la agenda de todos los actores que tratan de lograr la igualdad en el mundo científico e investigador. Dar visibilidad a mujeres que alcanzaron grandes logros en este terreno en una de la cuentas pendientes. Usar sus nombres para premiar el trabajo de otras –y otros– debería estar ya sobre la mesa.
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