La tecnología es hermosa, pero necesitamos usarla para que resuelva problemas reales". Así resume Samia Jnini el trabajo que realizan en el laboratorio que tienen montado en París Google y Atos para buscar nuevas aplicaciones a la gestión de los datos. El director de esta iniciativa centrada en la aplicación de la inteligencia artificial a soluciones de negocio, Arnault Lartigue, repasa en un encuentro ante la prensa internacional qué soluciones están ya aplicando.

El propósito de este laboratorio es demostrar a los clientes la enorme capacidad que tiene la inteligencia artificial. Porque la clave está en evolucionar respecto a la gestión de los datos. "La belleza de la IA es que cada vez necesita menos y menos datos", insiste Samia Jnini en su exposición. "Tres años atrás habríamos programado un nuevo modelo a partir de ellos", señala Lartigue. Pero con la inteligencia artificial, el algoritmo que crean iría cambiando según entren los datos: "Enseñamos a la máquina a aprender para que vaya evolucionando".

Como este centro parisino solo hay otros dos en el mundo, uno en Dallas y otro en Londres. "Tenemos una gran comunidad de expertos, pero necesitamos esta herramientas para encontrar las necesidades reales", explica Jnini. De esta manera, consiguen "que se crucen" dos mundos que "no hablan el mismo lenguaje para que se entiendan".

De manera habitual, les empiezan enseñando fórmulas que ya se están aplicando. "Para que vean que la IA nos rodea en el día a día", apunta Lartigue. Ahí escuchan sus peticiones y programan en un par de días un primer prototipo funcional de aplicación que les demuestra que su petición puede resolverse. Luego eso se perfecciona durante unas tres o cuatro semanas y lo tienen listo para funcionar.

La más llamativa de las aplicaciones que han creado en este laboratorio permite saber si eres rico o no. Y les basta con verte la cara. El encargo les llegó a través de una startup que había creado un banco francés. Su objetivo era saber más de sus clientes para así decidir a cuáles podrían derivar a la banca privada o realizar otro tipo de ofertas. Los bancos ya saben cuáles son tus movimientos en su cuenta, pero lo que no saben es lo que hay en las otras. Tan fácil como identificarlos. Y para contrastarlo, nada mejor que las redes sociales. 

Como explica Lartigue, en ellas "pueden ver en LinkedIn si el trabajo que tienen es el mismo que anuncian, o ven en Facebook si juega a golf o no". El análisis de esas y otras publicaciones les permite elaborar un mejor perfil del cliente: si es tan pobre como piensas que es o tiene mucho más dinero en otro sitio. Y para ello basta con los datos que nosotros mismos publicamos voluntariamente.

Esta demostración del trabajo realizado en Atos coincide con las presentaciones realizadas durante la feria Viva Tech que también acoge París. En el apartado de Ciudades Inteligentes cuenta Eric Wahed una de las soluciones que ya están aplicando en Niza. Tras el terrible atentado sufrido en verano del 2016, están probando un nuevo sistema de seguridad basado en la IA y la vigilancia mediante cámaras. El algoritmo estudia las imágenes de forma que puede seguir a una persona y saber con quién ha hablado o se ha relacionado de otra forma.

En este caso, no se trata tanto de la identificación facial como la corporal. Al reconocer su forma de vestir pueden realizar un mejor seguimiento que estudia su actitud. De hecho, en el laboratorio conjunto son varias las empresas que han realizado una petición similar. Desde que se iniciara el Movimiento de los Chalecos Amarillos el pasado octubre, les han preguntado si era posible identificar una situación de riesgo. Y sí lo es. El algoritmo no solo es capaz de diferenciar el color de la ropa que viste la gente, señala Lartigue, mediante la IA estudian el tipo de movimientos que realiza y si va en solitario o en grupo. Ambas soluciones, destacan son capaces de examinar muchas más pantallas que las que tendría que controlar un vigilante de seguridad.

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