En 2016, Francia daba vida a la primera edición de VIVA Technology, un evento sobre innovación y emprendimiento que tendría un apoyo inusitado en una cita de nueva creación como era el caso: 45.000 visitantes, 5.000 startups y la presencia destacada de Eric Schmidt (exCEO de Google) y el que de aquella era ministro de Hacienda, Enmanuel Macron. Hoy, con el propio Macron inaugurando el evento como presidente de la República Francesa, Vivatech -como ha venido a acortarse popularmente- goza ya del respeto de contar con 100.000 asistentes en su cuarta edición (cifra similar a la del Mobile World Congress, por poner en contexto) y recibir a los mismos ponentes estrella que el mismísimo CES de Las Vegas (Ginni Rometty, consejera delegada de IBM ha protagonizado este particular doblete estelar).
Sin más estridencias que las numerosas notas de color que inundan toda la Expo Porte de Versailles, Vivatech representa una conjunción casi perfecta entre los grandes actores de la industria digital mundial (el epicentro de la feria estaba dominado por un círculo virtuoso encarnado por Facebook, Google, Cisco, IBM, Dell, Samsung y Microsoft), multitud de startups de diferentes lugares del globo (con una extraordinaria pero al mismo tiempo lógica presencia de compañías galas y de países africanos de habla francófona) y algunas de las principales empresas francesas de sectores tradicionales como el lujo (LVMH), la belleza (L’Oréal), la automoción (Renault, Citroën), la banca (BNP Paribas, AXA) o el transporte y la logística (SNCF, Le Poste...). A ello únanle la siempre presente participación asiática -con destacadas posiciones tomadas por Corea del Sur, Taiwán y China- y una pequeña representación del resto de vecinos europeos, desde Luxemburgo hasta España.
La apuesta por unir todos estos potros salvajes de la innovación en un mismo ser llega a tal punto que, en ocasiones, roza el caos absoluto. Por ejemplo, cuando la organización reparte las miles de startups expositoras a lo largo y ancho de la feria, integrándose plenamente con los stands de las grandes multinacionales... sin ninguna relación con las mismas. Sinergias forzadas, pero sinergias al fin y al cabo.
Y el color, no olviden esa variedad de colores, de luces por doquier que hacen olvidar incluso que Vivatech sea una feria tecnológica para adentrarnos, solo a veces, en un universo más ligado a la creatividad que a la programación. No se puede negar que más allá de los Pirineos saben cuidar la imagen y las sensaciones.
Pocas novedades
A pesar de su importancia mayúscula como nuevo epicentro innovador, como lugar de reunión del ecosistema digital europeo, lo cierto es que en Vivatech no terminan de producirse los grandes anuncios o discursos que cambian el guion establecido. Y, siguiendo las pautas previstas por el respetable, cada compañía ha aprovechado su paso por el Sena para reforzar sus mensajes corporativos más icónicos.
Facebook, sin ir más lejos, ha hecho hincapié en sus capacidades de inteligencia artificial (la firma tiene precisamente en París uno de sus mayores laboratorios en la materia), con ejemplos asequibles para cualquier visitante como una app para convertir un simple tono musical en auténticas melodías. A su vez, Google disponía uno de los stands más espectaculares y originales de Vivatech, recreando un hogar con distintas estancias en las que se exponían los avances de los de Mountain View en áreas como la vivienda conectada, los asistentes virtuales y, lo más relevante, sus cinco principios para el uso ético de la inteligencia artificial. También sobre este punto versaban gran parte de las charlas y demos de Microsoft en este evento, que apuesta por un lema de lo más ambicioso (“ampliar la ingenuidad humana”) para devolvernos esos valores únicos a las personas que los galos bien pelearon por obtener durante la Revolución Francesa.
Tampoco hay sorpresas inesperadas en los, por otra parte muy cuidados y perfilados, stands de las grandes firmas francesas. La compañía nacional de ferrocarriles, SNCF, hacía gala de su Open Lab Transportation, una iniciativa de innovación abierta similar a la que mantiene Renfe en la península. Orange lo apostaba todo al 5G y a los servicios de valor añadido que discurren sobre su red (no tanto sobre las tuberías que circunscribían toda su zona de exposición). Le Poste, el servicio de correos de estos lares, se ha entregado a blockchain, los servicios de localización y la digitalización de sus puestos de trabajo -especialmente aquellos en movilidad- como forma de reinventarse en este siglo XXI.
Mientras tanto, L’Oréal aprovechaba para mostrar su mejor cara con numerosos avances en realidad aumentada e inteligencia artificial -gracias a la tecnología obtenida tras la compra de la canadiense ModiFace- en forma de espejos inteligentes para probar peinados o color de pintalabios y de aplicaciones para detectar el envejecimiento de la piel, entre otros factores. Y, como telón de fondo, Citroën aprovechaba este escenario de excepción para mostrar algunos de sus conceptos de nuevos vehículos, por supuesto eléctricos, hiperconectados y con capacidades que ya rozan la plena autonomía.
Hablando de startups
En la obligada panorámica de las startups que se muestran en Vivatech cual maniquí en un escaparate, en busca de inversores, socios comerciales o potenciales clientes no podemos obviar algunos ejemplos representativos de la innovación de calidad que se está realizando en todo el Viejo Continente.
Es el caso por ejemplo de Exhauss, un futurista exoesqueleto con multitud de aplicaciones de salud e incluso industriales. O de Capsix Robotics, startup gala que ha creado un robot capaz de dar masajes para tratar las contracturas musculares de forma autónoma. Misma importancia merece Evolution Energie, un software francés para la gestión fleible de la energía. Así como TRAXxs, una empresa local dedicada a la producción de suelas de zapatos innovadoras para entornos de trabajo de seguridad o donde se requieran capacidades adicionales en nuestros pies.
En este repaso también hemos de reseñar a PicoCELA, una startup japonesa de comunicaciones wireless con una tecnología patentada que reduce el coste y la latencia en estas redes. Al igual que tenemos que hablar de Le Vote, una plataforma de voto electrónico basado en blockchain. O Dracula Technologies que, más allá de su peculiar nombre, ha creado una solución para obtener energía de la luz ambiente mediante células fotovoltaicas orgánicas.