7 am. La sala de convenciones del hotel Venetian de Las Vegas ya está abarrotada a la espera de la conferencia del CEO de Amazon Web Services (AWS), Andy Jassy, en el gran evento anual de la compañía, el Reinvent. Para amenizar la espera, una DJ se deleita sobre el escenario. Entre las luces, la música y el jet lag es fácil perder la noción del tiempo y el espacio.
De repente, un hombre con camiseta negra sube a la cabina y toma las riendas de la mesa de mezclas. "Será algún directivo de AWS", es el comentario general. Hasta ahí nada fuera de lo normal (al menos en los congresos de las multinacionales tecnológicas americanas). Lo extraño sucede cuando, durante su keynote, Jassy invita a subir a uno de sus grandes clientes, el CEO de Goldman Sachs, David M. Solomon. ¡Sorpresa! Resulta que el jefazo del mastodóntico banco no es otro que el DJ espontáneo que unos minutos antes amenizaba la entrada a los miles de asistentes. "El mundo está cambiando", señala a la audiencia, "como demuestra que hayáis visto al CEO de Goldman Sachs pinchar".
De eso va este año el Reinvent, de cambio. Podría tratarse de un gancho de marketing, la transformación digital siempre se vende bien; pero en este caso la compañía de cloud de Amazon cumple con el ejemplo. Hace cinco años, en el mismo hotel y en las mismas fechas (aunque con menos de los 60.000 visitantes de esta edición), AWS trataba de evangelizar sobre las bondades de la nube. Por aquel entonces, esta tecnología aún generaba muchas dudas entre los potenciales clientes. ¿Era seguro migrar los datos a servidores externos? ¿Cuándo sería el momento para dar ese salto? ¿Realmente tenía alguna utilidad? No ha pasado tanto tiempo y el discurso ha evolucionado tanto que cualquiera diría que hablamos de la misma empresa y de la misma tecnología.
Lo cierto es que estos días, en la ciudad que nunca duerme, sí que se ha hablado de la nube, pero desde otra perspectiva. Hoy ya no es un lugar donde alojar los datos para usarlos cuando sean necesarios, hoy es el lugar donde hay que estar para aprovechar el potencial de las últimas tecnologías. Inteligencia artificial, internet de las cosas, 5G, computación cuántica, robótica... En las más de 3.000 sesiones que se han celebrado esta semana en Las Vegas ha quedado patente que la nube es un habilitador para acceder a las infinitas posibilidades de los habilitadores más disruptivos del presente y del futuro.
Y AWS no se limita a dar el soporte, sino que va más allá: ofrece todas las herramientas necesarias sobre su nube para que cualquier empresa, aunque no tenga conocimientos técnicos sobre el tema, pueda aplicarlas en su día a día.
Pongamos como ejemplo la Industria 4.0. El CTO de AWS, Werner Vogels, que también es CTO de Amazon.com, arranca cuestionando este concepto. Su escepticismo se basa en que en 2015, la edad media de las fábricas era de 22 años. "Son muy viejas para poder producir los datos que necesitamos para obtener conocimiento". "Es necesario un cambio significativo", señala. "La información tiene que fluir en la nube".
Y qué mejor ejemplo que el del propio gigante del comercio electrónico. "En sus inicios, Amazon.com solo vendía libros; después, teles, café, almohadas... las cosas se volvieron más complejas", comenta Vogels. Esto obligó a la compañía a optimizar al máximo sus almacenes y poder cumplir, por ejemplo, con su promesa de envíos en un día. La automatización ha sido clave y, en especial, la inteligencia artificial.
Con algoritmos de machine learning, la predicción se extiende a todas las fases del proceso: desde anticipar los productos que más se van a comprar, hasta dar con el mejor lugar donde guardarlos en el almacén y ofrecer al cliente una respuesta fiable sobre cuándo va a recibir su pedido.
AWS pone esa tecnología, que funciona sobre su nube, al servicio de la industria para que pueda dar ese salto real al 4.0. Con ella, por ejemplo, Volkswagen está desarrollando "el proyecto de internet de las cosas más importante del mundo". Así lo afirma el CIO de la firma de automoción, Martin Hofmann. Además de los 11 millones de vehículos que fabrica al año, el grupo lidia con una "compleja" cadena de suministro: más de 1.500 proveedores producen 200 millones de componentes al día. Todas esas piezas se tienen que transportar a las 122 plantas que tiene por el mundo.
Volkswagen ha apostado por llevar sus fábricas a la nube. Con The Volkswagen Industrial Cloud, no solo se conecta toda la información que se genera dentro de sus instalaciones industriales, sino que a través de machine learning, permite poner en marcha todo tipo de aplicaciones, como mantenimiento predictivo, optimización... Además, la plataforma integra los datos de sus proveedores. Incluso, su idea es abrir esta tecnología a otros fabricantes competidores. "Estamos creando uno de los grandes ecosistemas de la industria!, destaca Hofmann. Los resultados hablan por sí solos: un incremento de la productividad el 30%, una reducción de costes industriales del 30% y un ahorro estimado de 1.000 millones de dólares.
Otro caso de uso de inteligencia artificial y nube es el de la división de Heliofísica de la NASA, que usa machine learning para anticipar las llamadas súpertormentas. Todo comenzó en 1999, cuando uno de estos fenómenos meteorológicos azotó con fuerza a buena parte del territorio estadounidense. "Las súpertormentas se convirtieron en prioridad nacional y mundial", indica la científica de la NASA Janet Kozyra. "No las habíamos considerado como una amenaza tan grande hasta que nos dimos cuenta del efecto que podían tener en el suministro eléctrico del planeta". Ahora, con la tecnología de AWS, su grupo está simulando los efectos de estas tormentas para intentar paliar su gravedad.
La inteligencia artificial puede hasta “cuantificar” lo incuantificable, como la Tierra o, en este caso, el océano. Saildrone ha diseñado una flota de barcos autónomos, impulsados con energía renovable, capaces de recoger variables atmosféricas, subacuáticas y físicas (como el campo magnético). Con esta información, procesada en la nube mediante algoritmos de aprendizaje automático, está mapeando el fondo marino.
Su sistema está entrenado no solo para interpretar la información obtenida por sus sensores y cámaras, sino para ir más allá y, por ejemplo, averiguar qué pasa en aguas internacionales. “No hace falta pasaporte para actuar en el mar”, advierte el COO, Sebastien de Halleux. “También somos capaces de detectar esas acciones ‘oscuras’”. Incluso, al conocer qué pasa a través de la superficie del océano, también pueden predecir catástrofes naturales. “Todo esto es posible gracias a la inteligencia artificial, es el mejor habilitador de todos los tiempos”.
Nuevos intereses
No todo es inteligencia artificial. De hecho, durante este Reinvent, la compañía de Amazon ha lanzado dos soluciones que demuestran su interés por dos tecnologías que, hasta el momento, había obviado: el 5G y la computación cuántica. "Hoy es un día histórico", dice sobre el escenario el presidente y CEO de Verizon, Hans Vestberg. El gigante de las telecomunicaciones ha unido fuerzas con el gigante del cloud para ofrecer un disruptivo servicio que aúna tres patas: el 5G, la computación en el extremo de la red (edge computing) y la nube.
La idea es la siguiente: el 5G es sinónimo de velocidad, mayor número de dispositivos conectados y una latencia (tiempo de respuesta) bajísima. Si, además una parte de la computación se produce donde está el dispositivo (en el edge): este retardo se reduce aún más. ¿El resultado? Las aplicaciones avanzadas en tiempo real pasan de ser una quimera a un hecho. Pues esto es lo que ya están haciendo, de momento en pruebas, Verizon y AWS. Con esta alianza, es posible desplegar aplicaciones que requieren una latencia ultrabaja (inferior a los 10 milisegundos) para los dispositivos móviles con 5G.
¿Para qué? Para sistemas robóticos industriales autónomos, vehículos sin conductor, ciudades inteligentes, internet de las cosas o realidad aumentada y virtual. Las empresas ya han probado la tecnología con un grupo de clientes en Chicago, como son la Liga de Fútbol Nacional (NFL) y la firma de videojuegos Bethesda Softworks. Para 2020, las compañías esperan extender el servicio a otras localizaciones de Estados Unidos. En Europa, la solución llegará de la mano de Vodafone.
De cara a un futuro a más largo plazo, AWS ha demostrado que no quiere quedarse fuera de una tecnología, aún en fase preliminar, pero con una capacidad tremenda. "La computación cuántica tiene el potencial de solucionar problemas computacionales que superan el alcance de los ordenadores clásicos".
Con tres nuevas iniciativas, la empresa entra en un terreno desconocido para ella hasta ahora. Por un lado, ha creado un servicio que permite a los científicos y desarrolladores empezar a experimentar con los ordenadores cuánticos de D-Wave, IonQ y Rigetti en un mismo lugar. También ha abierto un centro específico que integra a sus expertos con investigadores de Caltech y de otros para colaborar en proyectos de computación cuántica. Por último, ha lanzado un programa para ayudar a sus clientes a identificar potenciales casos de uso. Pocas tecnologías quedan sin explorar para AWS, lo que es indiscutible es que aquellas en las que pone el ojo (véase la nube o la inteligencia artificial) acaban transformando el mundo.