En la escena tecnológica, dos fuerzas antagónicas se suceden en el trono del poder a lo largo de las décadas. La centralización y la descentralización de los recursos de computación mantienen un pulso constante desde los anales de la historia, alternándose como el modelo hegemónico en olas de adopción prácticamente similares.
Los lectores asiduos conocerán la metáfora que suelo plantear al respecto, la tercera ley de Newton: "A toda acción le sigue una reacción en sentido opuesto y de igual fuerza". En lo que nos atañe, lo vemos con claridad con el nacimiento del mainframe (centralización), el modelo de cliente-servidor (descentralización) y la nube (centralización).
En estos momentos, el cloud computing está en su momento más dulce. Superadas las incertidumbres que rondaban a este paradigma hace una década le siguió el inevitable período de 'hype' (usando la jerga de la curva anual de Gartner) y, finalmente, su consolidación. Hoy por hoy, nadie se plantea un despliegue TIC en un modo que no sea la nube, ya sea pública, privada o híbrida: es la constatación de la madurez de esta tendencia.
Por eso, y siguiendo con el principio de acción-reacción, toca poner las miras en el siguiente campo de batalla. Toca una nueva ola de descentralización de las capacidades de cómputo y, esta vez, será al extremo.
Lo de 'extremo' es algo literal, ya que lo que sucederá al cloud como modelo predominante será el edge computing: devolver el procesamiento de la información al borde o el extremo de la cadena, lo más cerca posible del punto en que surge el dato.
No es una tendencia nueva, ni mucho menos: llevamos ya varios años hablando de esta propuesta. Desde hace tiempo figura ya en los diccionarios de términos manidos que usa la industria tecnológica y los directivos se han afanado por posicionarse como expertos en estas lides, desde los proveedores de redes (como Aruba o Cisco, claves para conectar esos bordes de computación con los epicentros en la nube o los CPD tradicionales) hasta los fabricantes de servidores (como HPE o Dell), pasando por la práctica totalidad de proveedores de software empresarial.
El mercado del edge computing moverá unos 250.600 millones de dólares en 2024
Pero ahora parece que, coincidiendo con esa madurez de la nube, se están alineando los astros para el inicio de la aventura del 'edge'. La llegada de la 5G, la omnipresencia del internet de las cosas y los avances para 'aligerar' los procesos que han de ejecutarse en esos dispositivos (menos potentes que las infinitas posibilidades de un CPD) han posibilitado este despertar desde el lado técnico. Desde el punto de vista de negocio, como recogía Forrester en sus últimas predicciones, "hasta ahora, el edge computing era prometedor, pero aún se estaba desarrollando. En 2021, surgirán nuevos modelos comerciales que facilitarán el despliegue de la tecnología de 'edge' en producción".
La firma de análisis IDC pronostica que el mercado de edge computing llegará a suponer unos 250.600 millones de dólares para 2024. Un año antes, según sus previsiones, el 50% de la nueva infraestructura de TI empresarial se implementará en el borde. En la actualidad, por establecer una comparación contundente, apenas supone un 10% del total.
Con estas premisas en mente, no es de extrañar que los grandes nombres de la industria tecnológica se estén afanando por posicionarse ante esta nueva ola digital. Los dos últimos en mostrar sus cartas, con propuestas sorprendentemente similares (usando la inteligencia artificial como catalizador y una particular combinación de hardware y software), han sido Oracle -hace unas semanas- y Microsoft -hoy mismo-.
Microsoft: a replicar el éxito de Azure en el extremo
Empecemos por esta última, inmersa estos días en su conferencia digital Ignite. Microsoft logró superar la nefasta etapa de Steve Ballmer al frente de la compañía gracias al liderazgo de Satya Nadella y, más concretamente, a una apuesta decidida por su plataforma de nube pública, Azure. El resultado de esa aproximación es incontestable: la propuesta de los de Redmond es la segunda del mercado y la principal alternativa a AWS.
Entre las fortalezas de Azure figuran dos conceptos clave: IA y desarrolladores. Las capacidades de inteligencia artificial de Microsoft son equiparables a las de la tan mentada Google y su comunidad de desarrolladores y código disponible -máxime tras la compra de GitHub- es insuperable.
Microsoft quiere extender las capacidades de IA de su nube pública a la computación en el borde
Ahora el reto para esta casa es trasladar estos mismos fundamentos al edge computing. Por ello, Microsoft ha anunciado su particular plataforma para la computación en el extremo -de nombre Azure Percept- que busca afianzarse con hardware y software de IA en esta nueva arena.
"Comenzamos con las dos cargas de trabajo de IA más comunes, visión y voz, vista y sonido", afirman desde la multinacional norteamericana. "Nuestro objetivo es hacer que la IA en el borde sea más accesible, simplificando el proceso de desarrollo, capacitación e implementación de soluciones de inteligencia artificial en el extremo".
En palabras llanas, Azure Percept no deja de ser una traslación de las actuales capacidades de IA de la nube de Microsoft a dispositivos que se encuentren más cerca de la información a analizar. Y para ello, la compañía ha creado un particular kit de desarrollo con cámara, micrófono y módulos de inteligencia artificial acelerados por hardware integrados. ¿Su misión? Hacer que esos algoritmos se ejecuten con la mínima latencia respecto a la producción de la información e, incluso, puedan hacerse sin conexión a internet (adiós a la dependencia de la nube en ese sentido).
Oracle, en busca de las cargas más críticas
La propuesta de Microsoft es sumamente interesante, en especial por el esfuerzo que la marca ha hecho por simplificar la puesta en marcha de esas plataformas de IA en el extremo. Sin embargo, tanto ahínco por democratizar estas capacidades deja implícitamente de lado a las cargas más críticas de las empresas que puedan encontrar valor en la descentralización antes mencionada.
Ahí es donde entra en juego Oracle, la conocida multinacional de Larry Ellison y líder absoluto en cuanto a bases de datos se refiere. Una compañía en plena reorientación hacia terrenos más lucrativos -como el ERP en la nube- que también quiere dejar su impronta en la computación en el borde.
En febrero, la firma roja presentó en sociedad su Roving Edge Infrastructure, un dispositivo de aspecto 'rugerizado' con el que Ellison y los suyos se tomaban al pie de la letra aquello de la computación en el extremo: el sistema está pensado para llevar la capacidad de procesamiento a ubicaciones remotas como aviones, observatorios polares o petroleros en medio del Atlántico.
Más allá de lo poético del mensaje, lo cierto es que este dispositivo no deja de ser un exponente de esa parte que Microsoft no cubre con su kit de desarrollo: una plataforma en el borde capaz de ejecutar servicios de infraestructura centrales y las cargas más críticas de una empresa. A través de nodos de servidor, el propio sistema es capaz de ofrecer todas estas posibilidades sin necesidad de conexión a internet y con la seguridad de categoría empresarial que se requiere en estas lides.
El dispositivo, de acuerdo con Oracle, "permite a los clientes operar aplicaciones y cargas de trabajo cloud en el terreno, incluyendo machine learning, integración y replicación de datos en tiempo real, analítica aumentada y consultas intensivas en almacenes de datos. Además, ofrece servicios de almacenamiento y computación en la nube en el extremo de la red para organizaciones gubernamentales y empresariales, permitiendo el procesamiento de baja latencia más cerca del punto de generación e ingesta de datos".
Dos caras de la misma moneda, basados en llevar la inteligencia artificial al 'edge', pero con aproximaciones distintas -sin duda, complementarias- que sientan las bases de una nueva etapa en el despertar de una tendencia tecnológica llamada a reinar en los próximos lustros...