En la era dorada de las plataformas y servicios digitales, a veces podemos olvidarnos de la innovación que afecta a sus cimientos: las redes de comunicaciones que nos conectan no sólo a internet, sino también que amplifican la señal dentro de las oficinas y viviendas o que permiten 'hablar' entre sí a los servidores dentro de un centro de datos.
Puede parecer algo ya superado, y en cierto modo lo es en tanto que el proceso de 'commoditización' afecta notoriamente a esta clase de tecnologías. Pero el desafío actual, con un incremento de la demanda de transmisión de datos como nunca antes se había visto (fruto de la pandemia y el trabajo híbrido) obliga a repensar muchos de los modelos hasta ahora preconcebidos.
En estas, la industria ha dado pie a las redes 5G -tanto públicas como privadas- y al WiFi 6, ambas con la promesa de mayores velocidades y velocidad, junto a una menor latencia. Pero hay otra revolución en ciernes, de la que se habla poco pero cuyas implicaciones presentes y futuras no son moco de pavo. Hablamos de la batalla soterrada por el silicio.
Con silicio hacemos referencia a los chips que funcionan como el 'corazón' de los equipos de redes, desde los enrutadores o los switches a los grandes equipos destinados a proveedores de servicios y grandes centros de datos. Los puntos neurálgicos por los que pasa todo el tráfico de datos, por los que transitan nuestras aplicaciones, transacciones y mensajes.
En el pasado, este 'músculo' no era tan determinante como en la actualidad. Y, de hecho, gran parte de los competidores en este segmento de mercado (Cisco, Aruba, Juniper...) confiaban en los diseños de terceros para esta parte de sus dispositivos. En particular, de Broadcom, líder indiscutible en silicio para la industria de la conectividad.
Cisco 'vs' Broadcom
Sin embargo, en los últimos años todo ha cambiado. Cisco rompió la baraja en diciembre de 2019, anunciando su propia arquitectura Silicon One para redes de proveedores de servicios y grandes compañías web (empleada, de hecho, por algunos de los hiperescala de la nube como Google, Colt o Facebook). Se 'independizaba', en parte, de Broadcom, con un diseño que ya anticipaban desde la firma californiana que sería escalable a otras familias de productos.
Desde el primer anuncio a finales de 2019, la empresa ha seguido ampliando su catálogo de equipos que cuentan con estos chips. En octubre de 2020, Cisco lanzó tres chips de enrutamiento adicionales y tres chips de conmutación. Y, esta semana, protagonizaba el lanzamiento de dos switches dirigidos al segmento empresarial (los Catalyst Series 9500X y 9600X) que ya cuentan con la arquitectura propia en su seno. A preguntas de D+I, portavoces internacionales de la compañía refuerzan esta estrategia de expansión, aunque no ofrecen cifras sobre número de dispositivos (tanto chips aislados como equipos de red completos) o facturación asociada ya a Silicon One.
Pero Cisco no es la única en dar pasos en esta dirección. Su rival Juniper Networks está contraatacando con su arquitectura Express 5, "la que ofrece un mayor rendimiento de la industria", según sus propios anuncios. Según la comparativa que ofrece esta marca, mientras que el Silicon One P100 de Cisco ofrece una velocidad de 19,2 terabits por segundo, su alternativa alcanza los 28,8. Juniper se adelantó, de hecho, a Cisco en la ideación de sus propios chips: el primer conjunto para enrutadores (Trio) fue lanzado en 2009, mientras que la mentada línea Express data de 2012.
Ventajas y desventajas
Por supuesto, este cambio en el oleaje del sector tiene ventajas y desventajas, tanto desde el punto de vista de los barcos que navegan por este océano como por los clientes finales, los puertos de llegada de todo esto.
La primera ventaja es obvia: romper con el 'cuasi-monopolio' de Broadcom en este sentido es beneficioso para el mercado, ya que se abren nuevas ventanas de precios y pugnas comerciales que pueden reducir su coste de manera sustancial. La segunda es igualmente interesante: a mayor número de rivales trabajando en esta arena, mayor será el ritmo de innovación y las diferentes propuestas que puedan consolidarse en un futuro.
Para culminar con la más inmediata: un diseño a medida de estos chips (ASIC) puede hacer que el rendimiento final de cualquier enrutador o switch sea exponencialmente superior, puesto que estará optimizado hasta la extenuación. Encontrarán un ejemplo habitual de ello en el cambio de procesadores de los Mac, de Intel a un diseño propio de Apple, con su extraordinaria mejora de prestaciones.
Puede sonar maravilloso, pero cuidado con los cantos de sirenas. Por lo pronto, el hecho de que un mismo fabricante controle de extremo a extremo toda la producción de sus equipos puede crear una dependencia adicional de ellos y obstaculizar la llegada de disrupciones de sus rivales hasta el mercado. Igualmente, supone añadir capas de complejidad operativa y de recursos -humanos y financieros- a grandes multinacionales ya de por sí extensas.
En el caso de Cisco, sin ir más lejos, ya comienzan a oírse algunas voces -como la de Stephen Simpson, de Seeking Alpha- que abren el debate sobre una potencial separación de la histórica multinacional. Siguiendo los pasos recientes de HP y HPE o de IBM y Kyndryl, esta opción permitiría ajustar mejor los procesos de ideación y trabajo de desarrollo en los distintos negocios en que opera la firma (redes, software de colaboración, ciberseguridad y silicio) y, de paso, mejorar las valoraciones bursátiles de la enseña al poder poner en valor cada una de esas interesantes líneas.
Efecto dominó
El auge en el interés por diseñar silicios propios ha hecho que segmentos paralelos de innovación antaño dominados por pocos competidores altamente especializados ahora estén tremendamente concurridos.
Por ejemplo, el de la fotónica sobre silicio. La firma de análisis MarketsandMarkets identifica, únicamente como referentes, a una larga lista de nombres (Intel, Luxtera y Acacia Communications -propiedades de Cisco-, Infinera, IBM, Finisar, STMicroelectronics, Fujitsu, OneChip Photonics, NeoPhotonics...). Un reflejo directo de esta aspiración por dominar, de forma vertical, toda la cadena de producción de los dispositivos de red.