Cuando a Antoni Gaudí le encargaron que diseñara el templo de la Sagrada Familia tenía 31 años. Recogía el testigo de otro arquitecto, Francisco de Paula del Villar y Lozano, que abandonó el proyecto por discrepancias con la asociación que le hizo el encargo. Querían tener una iglesia en el Eixample de Barcelona, un distrito que nació cuando la ciudad empezó a extenderse y para el que se ideó un ambicioso plan urbanístico.
En esa planificación el lugar de culto católico se ubicó en el centro geográfico de la urbe: equidistante del mar, la montaña de Montjuïc y los dos ríos que la flanquean. La primera piedra para su construcción se puso en 1882, hace 140 años.
Un año después, Gaudí asume el encargo de continuar con el proyecto que se convertiría en su obra más emblemática. Los últimos 12 años de su vida (murió en 1926) los pasó entre sus paredes y en la cripta descansan sus restos.
Aunque la Sagrada Familia fue concebida en estilo neogótico, su creación evolucionó con los años hacia formas más naturalistas, acordes con la línea modernistas de Gaudí. Todo lo aprendido en el diseño de otras obras, como el Parque Güell, la Casa Batlló o la Casa Milà, en Barcelona; o El Capricho, en Comillas (Cantabria), lo aplicó experimentando con formas geométricas y orgánicas durante los 40 años que le dedicó.
Su propósito era que al entrar al tempo los visitantes y feligreses tuvieran la sensación de que se encontraban en el interior de un bosque. Y, como todo en la naturaleza, conseguir un efecto armonioso al que acompañaran todos sus detalles.
Con la cámara de un smartphone
Esos detalles están en cada rincón de la fachada y del interior (ya terminado), pero son inabarcables a simple vista para los visitantes que entran en este monumento. Para acercárselos, desde hace unos días 16 pantallas se reparten por su interior donde un vídeo de 80 segundos reproduce en bucle los espacios más recónditos del templo y sus vidrieras.
En ese minuto y 20 segundos de imágenes rodadas en calidad 8K están condensadas 40 horas de grabación. Un trabajo al que dedicaron (literalmente) cuatro días de sol a sol, en los que la actividad del templo no se detuvo ni se interrumpieron las visitas de los turistas.
“Fue un trabajo muy arduo, teníamos que conseguir que lo que se ve en la pantalla mostraran la espectacularidad de la arquitectura de la Sagrada Familia y que ninguna persona apareciera en ellas”, cuenta Miguel Ángel Ruiz, director de marca e innovación de Samsung, en conversación con D+I. El vídeo incluye con técnica time-lapse para captar el movimiento de la luz y el color generado por el sol al atravesar las vidrieras.
“Un equipo de ocho personas, incluidos un realizador y un director de fotografía, captaron cada una de las imágenes utilizando dos cámaras profesionales y dos smartphones Samsung S22 Ultra".
"Para elegir los mejores ángulos y los momentos del día idóneos para recoger la luz, contamos con el asesoramiento del personal de la Sagrada Familia”, explica Ruiz. También para instalar y seleccionar la ubicación de los televisores Neo QLED, de 55” y 85”, distribuidos en el interior de la basílica.
"La innovación de este proyecto marca un hito en nuestro compromiso por poner la tecnología al servicio de la cultura, ya que se trata del primer contenido 8K que se produce de la Sagrada Familia, permitiendo disfrutar de una manera sin precedentes tanto de sus espacios como de las vidrieras de la basílica”, asegura Nacho Monge, director de negocio de Consumer Electronics de Samsung.
El proyecto se ha puesto en marcha en tan sólo tres semanas con la idea de mostrar, de forma paralela, a la celebración del Mobile World Congress, la aplicación práctica de la tecnología para, en este caso, mejorar la experiencia de las personas durante sus visitas a la Sagrada Familia. Una iniciativa que forma parte del programa ‘Tecnología con propósito’ de la tecnológica surcoreana y que se prolongará más allá del MWC.
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