Las olas de calor no son un fenómeno nuevo, pero sí el aumento de su frecuencia y duración, así como los récords que los termómetros están registrando en los últimos años en lugares de todo el mundo. Todos síntomas inequívocos de uno de los fenómenos más preocupantes y peligrosos de nuestro tiempo: el cambio climático.
El incremento de la temperatura por encima de los índices normales, durante tiempos prolongados, tiene consecuencias sobre la salud de las personas, el planeta y sus infraestructuras, pudiendo a afectar a carreteras, vías férreas y edificios –provocando la dilatación de los materiales–, e instalaciones críticas como los centros de datos –en los que su correcto funcionamiento depende de una adecuada refrigeración–.
Tecnológicas como Google y Oracle ya sufrieron en julio de 2022 interrupciones en sus servicios, debido a fallos en los sistemas de enfriamiento de sus centros de procesamiento de datos (CPD) en Londres. El motivo: la ola de calor que a mediados de julio llegó a Reino Unido con valores por encima de los 40°C, algo poco habitual allí.
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Lo ocurrido no quiere decir que estas instalaciones no puedan funcionar a temperaturas por encima de los 40°C en el exterior sin disminuir su rendimiento. De hecho, como ya contamos en D+I – EL ESPAÑOL, en España no se registraron incidencias de este tipo por parte de ninguna de las compañías que operan este tipo de infraestructuras. Al menos, por ahora.
En el momento del diseño de un centro de datos, uno de los aspectos que se tienen en cuenta son sus sistemas de refrigeración. Sin embargo, los grados que alcanzan los termómetros ahora no son los mismos que los de hace unos años.
La temperatura óptima
Con el fin de garantizar que las salas técnicas de los centros de datos mantienen la temperatura y humedad óptimas, se requieren potentes sistemas de climatización que compensen el calor desprendido por miles de equipos informáticos funcionando a pleno rendimiento.
“Las tendencias de diseño para la refrigeración de este tipo de infraestructuras van hacia temperaturas internas y externas cada vez más elevadas, obteniendo de esta manera mayor confiabilidad y eficiencia”, asevera a D+I – EL ESPAÑOL el responsable de ventas Usuarios Finales y Valor Agregado en Schneider Electric, Manuel Pérez Tabernero.
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Para que no sufran daños por el calor –ni por el frío–, lo ideal es que en su interior la temperatura se mantenga dentro de los límites para los que han sido diseñados. Normalmente, se emplean soluciones de aire acondicionado, tecnologías de aire-agua y, cada vez más, se opta por alternativas de climatización libre que simplemente intercambien el aire del interior y el exterior (freecooling).
“La idea de que los centros de datos tienen que estar helados para funcionar correctamente ya no se utiliza. En nuestro caso, las alarmas saltarían si en el interior la temperatura llega a los 32º”, explica a este medio el director de Operaciones de Digital Realty, Javier Montemayor, en conversación telefónica. “Nuestras unidades de ventilación interna permiten funcionar a las máquinas entre los 14 y los 30º C, y el sistema de refrigeración está preparado para asumir hasta 45ºC en el exterior”.
Unos límites que desde fdata, la unidad de centros de datos de la compañía de telecomunicaciones Fibratel, rebajan a una horquilla de entre los 17 y los 21ºC, y sostienen que si supera los 25º se debe solucionar de forma inmediata para evitar que afecte a la instalación.
“Además del sobrecalentamiento, las olas de calor veraniegas influyen de forma negativa en el funcionamiento de estas infraestructuras debido a un mayor riesgo de incendios que pueden comprometer la instalación, así como un mayor consumo energético generalizado que se traduce en posibles cortes de luz”, señala Ignacio Cereijo, responsable de desarrollo de negocio de fdata.
Consumo que depende no sólo del diseño del CPD también de su ubicación geográfica. Mientras que el clima suave favorece su enfriamiento –con un ahorro que puede llegar hasta el 50%, según fdata–, las regiones expuestas a altas temperaturas pueden dispararlo si no cuenta con sistemas de refrigeración adecuados.
La importancia geográfica
Los cambios inesperados de temperatura no son iguales en todas las geografías ni impactan de igual manera en las infraestructuras. Meta, cuando aún era Facebook, ya se fijó en el círculo polar ártico para ubicar uno de sus centros de datos en Lulea (Suecia). Operativo desde 2013, el sistema de refrigeración se beneficia de las bajas temperaturas de la zona para, así, depender menos de generadores adicionales. Otro ejemplo es el Lefdal Mine Datacenter, en Noruega. Con 120.000 m2, está construido en una mina reconvertida y refuerza su sistema de refrigeración gracias al agua proveniente de los fiordos.
En nuestro territorio, el CPD de la Seguridad Social se trasladó hace unos meses de Soria a Madrid porque, entre otras razones, la provincia disfruta de una media anual de 11°C. Un clima idóneo para la refrigeración mediante aire exterior, sobre todo en verano, y que aportará un ahorro económico y térmico que puede alcanzar entre el 50% y el 60%, según un estudio del Centro de Desarrollo de Energías Renovables CEDER-Ciemat. (Los costes de su refrigeración en Madrid, en la sede central de la Gerencia de Informática de la Seguridad Social (GISS), eran de 150.000 euros mensuales, el 70% de su mantenimiento).
Es fundamental que “los sistemas de refrigeración puedan seguir funcionando cuando las condiciones exteriores sean incluso superiores a aquellas para las que fueron diseñados”, aportan a D+I - EL ESPAÑOL desde Equinix, con centros de datos en Barcelona, Madrid y una localización más crítica en cuanto a las altas temperaturas como es Sevilla.
“Los entornos calurosos ponen a prueba la capacidad de los sistemas de refrigeración, por lo que es esencial incorporar redundancia. Es decir, contemplar en su diseño componentes clave que puedan “duplicarse” para que, en caso de que uno falle, el otro lo respalde”, aconsejan desde empresa de colocation.
Desde Schneider Electric, como fabricantes especialistas en soluciones de refrigeración, señalan como una buena práctica contar con sistemas de monitorización y previsión que permitan reaccionar ante estos fenómenos, permitiendo anticiparse (almacenando agua refrigerada, por ejemplo) para poder pasar las horas más severas sin impacto en la continuidad de servicio.
“Normalmente, se diseña considerando la máxima temperatura registrada en los últimos 20 años, y sobre ese valor se añaden entre 2 y 5 grados en caso de que exista alguna fuente de calor adicional donde se ubiquen las enfriadoras / unidades condensadoras como otros equipos evacuando calor en la zona, estancamiento de aire o formación de bolsas de calor, etc.”, detalla Pérez Tabernero.
En su caso, esto les ha llevado a diseñar centros de datos teniendo en cuenta temperaturas alrededor de los 45ºC para Madrid y cerca de los 50ºC en Sevilla. “Considerar valores inferiores o tomar criterios de diseño propios de otro tipo de edificaciones conlleva el riesgo de infradimensionar las instalaciones, pudiendo originar fallos como los vividos en Londres durante el pasado verano”, añade.
Los datos recogidos por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea han corroborado que las temperaturas del pasado mes de julio han superado los récords registrados hasta ahora. Una tendencia que prevén que continuará y para la que tenemos que estar preparados para paliar sus efectos sobre la salud de las personas, el medioambiente y las economías.