La guerra comercial de Estados Unidos contra China, promovida por la controvertida Administración de Donald Trump, amenaza con agitar los cimientos de muchos sectores económicos y la industria tecnológica no es una excepción a la norma. La viva prueba de ello es la particular batalla que ambos países libran por la fabricación y venta de componentes informáticos, en particular chips y semiconductores varios.
EEUU prohibió a sus fabricantes locales vender cualquier clase de componentes a ZTE durante siete años, todo un ataque a la línea de flotación de la compañía y de la fabricación china en su conjunto. No en vano, para un país exportador por definición, la importación de semiconductores es una de las parcelas de mayor valor en la balanza comercial del Gigante Asiático en favor de las estadounidenses Intel o Qualcomm.
Por todo ello, el Gobierno chino está impulsando notorias medidas que le permitan convertirse en la nueva reina de los chips e independizarse de los países occidentales. El objetivo declarado es que el 40% de los smartphones producidos en ese país incorporen semiconductores patrios en el año 2025.
Lo irónico es que para lograr este objetivo, el Ministerio de Industria chino está abierto a que empresas extranjeras -incluidas norteamericanas- inviertan en las capacidades de chips de esta nación. Algo así como pedir a tu enemigo de guerra que te preste acero para fabricar armamento que luego se volverá en tu contra. Por lo pronto, las autoridades comunistas ya han puesto en marcha ambiciosas medidas, como la construcción de una planta de unidades de memoria en la ciudad de Wuhan para la compañía Tsinghua Unigroup a cargo del ‘Gran Fondo’ y el programa marco ‘Made in China 2025’. La creación del nuevo Fondo Nacional de Inversión en Circuitos Integrados no hará sino profundizar en la posición creciente de jugadores como la propia Tsinghua, Huawei, Unisplendour, Jiangsu o Semiconductor Manufacturing International.
Y es que, lo que quizás Donald Trump no sepa, es que su particular proteccionismo para defender los intereses de las barras y estrellas puede acabar por condenar un sector líder de ese país como el de los chips. Make America chips again!