Es curioso. Al escuchar a las empresas dedicadas a la implantación de procesos basados en inteligencia artificial (en realidad todavía se trata fundamentalmente de machine learning), viene a la mente la película El sol del membrillo, de Víctor Erice. En ella, el genial pintor Antonio López retrata un árbol, el instante preciso de la mirada, y acaba entretenido entre lo contingente y lo perdurable. ¡Ah! Ramas, hojas y frutos experimentan variaciones casi imperceptibles, y la luz de las estaciones, los fenómenos meteorológicos, las horas del día. A los ingenieros les sucede algo parecido. Lo más complicado de la inteligencia artificial es comprender el proceso, no la actividad puntual de una máquina, sino su trato diario con lo imprevisible, lo mutable, todo aquello difícil de integrar en un algoritmo. 

rnApasionante este momento en el que muchos sectores de la economía española tratan de encontrar el valor que aporta la inteligencia artificial. Algunos, cuando lo localizan, se dan cuenta ya de que su potencial transformador es tan grande que puede desplazarlos de la cadena que llega hasta el cliente. El caso más paradigmático es el de las cadenas de distribución, ya sean de retail, alimentación u hogar. Inditex se cuida mucho de dar acceso a sus proveedores a los datos de actividad de los clientes en sus tiendas en tiempo real. No conozco que ninguno disponga de esa información. También supermercados e hipermercados son reacios a ofrecer esa visibilidad.

rnEste hecho se explica porque en la era de la inteligencia artificial, como nunca antes, la información sobre el consumidor es el poder. En la nueva cadena de suministro global, con producción cada vez más próxima a su destinatario, sólo sobrevivirán los intermediarios que aporten valor… aunque sea integrados en plataformas con otros actores, como sugiere el presidente de BBVA, Francisco González, para el sector financiero (pese a que, de momento, la banca también se resiste a abrir sus API a terceros). 

rnEn fin, en esta carrera por implantar los nuevos modelos de negocio de la Industria 4.0 y la revolución digital, se vislumbra ya un claro ganador. Siempre que sepa resolver los muchos desafíos que tiene por delante y que Apple no rompa sus paradigmas como sucedió con el móvil. Y ese sector ganador es el automóvil. Uno de los pocos que controla a la perfección la cadena de valor hasta el cliente final. Y mira por dónde: ¡Los fabricantes de coches sí son propensos a dar acceso a sus datos de demanda en tiempo real a los proveedores para incrementar su eficiencia!

Eugenio Mallol es director de INNOVADORES

rn@eugemallol