La tribuna
Un Mobile World Congress en reinvención ante el reto del 5G y la IA
Barcelona vuelve a convertirse en el epicentro tecnológico del mundo con un nuevo MWC con tintes (demasiado) conocidos: 5G e inteligencia artificial
La trayectoria del Mobile World Congress, desde sus humildes inicios en Cannes hasta nuestros días, es digna de admiración: con la industria de la telefonía móvil en pleno auge, este evento era el escaparate mundial donde las principales marcas de consumo exponían sus últimos modelos y los operadores de telecomunicaciones hacían gala de sus avances en nuevas redes (primero 3G, luego 4G y, desde hace varios años, 5G). Una cita ineludible para sumarse al carro de los smartphones y conocer de primera mano el extraordinario ecosistema que se estaba gestando en esta parcela de la economía digital.
Hablo en pasado ya que, a pesar de mantener el pulso en cuanto a convocatoria y relevancia global (107.000 asistentes de 200 países en la pasada edición), la cita de Barcelona ha visto desvirtuada su esencia en los últimos años. En primer lugar, el segmento de los smartphones y la tecnología de consumo se ha commoditizado de forma dramática en este tiempo (tal y como se refleja en los malos datos de crecimiento de esta industria). En segundo lugar, muchos fabricantes han optado por lanzar sus grandes apuestas del año en otros lares, con el fin de escapar del ruido que lo inunda todo durante la semana del MWC. Y, en tercer lugar, la irrupción de paradigmas como el internet de las cosas, el coche autónomo o la inteligencia artificial han obligado a un replanteamiento de la esencia de esta feria -como también le viene sucediendo al CES de Las Vegas, por ejemplo- que todavía no es asimilado por gran parte del respetable.
El vivo reflejo de este cambio en el latir de esta cita lo encontramos en la modificación de su propio nombre, vigente desde esta edición. Los organizadores (GSMA, la asociación internacional de las 'telecos') han optado por eliminar la denominación completa del evento y quedarse únicamente con el acrónimo MWC. Ya no es un encuentro de móviles, vienen a decir.
Razón no les falta, porque cada año se constata la mayor heterogeneidad de la feria, tanto en el tipo de anuncios realizados como en la clase de expositores presentes o en los principales ponentes de sus conferencias. Sin ir más lejos, este 2019 el invitado de honor es Satya Nadella, CEO de Microsoft, compañía que está pujando con fuerza en terrenos como el cloud computing o la IA, pero cuya presencia en el mercado de los smartphones es nula a fecha de hoy, tras la desinversión realizada en Nokia.
De hecho, la inteligencia artificial será -presumiblemente- una de las grandes tendencias del MWC 2019. El consenso del mercado espera ver en la Capital Condal soluciones de visión artificial, casos de uso industriales relacionados con esta tecnología y startups que la emplean para verticales tan dispares como el comercio electrónico, el marketing o los asistentes virtuales. También dentro de este paraguas se puede englobar el nicho de los coches conectados y autónomos, una de las parcelas del evento que ha gozado de mayor atención en los últimos congresos y que sigue jugando a ese particular equilibrio entre tecnología y motor que nos hace olvidar, por momentos, que estamos en Barcelona y no en el salón del automóvil de Ginebra o Detroit.
Pero si de telefonía quieren hablar (y salvo sorpresas de última hora como el fallido proyecto Aura de Telefónica, anunciado por Chema Alonso en el MWC 2017 y que ha acabado por ser un mero asistente virtual ni tan siquiera desarrollado por completo en la casa), la gran tendencia de este curso volverá a ser -una vez más, y ya van demasiados años- la quinta generación de redes móviles.
"Hay una doble velocidad en el desarrollo del 5G, porque todavía quedan cinco años o más para el despliegue de las redes, pero técnicamente ya vamos a ver móviles con esta capacidad en el MWC y ya está preparada toda la cadena de valor que le dé soporte", explica Berta Millán, responsable de Network en Accenture. "Pero hay que recordar que todavía hay mucho por hacer: ni están configurados todos los estándares para comunicaciones M2M sobre redes 5G ni está adecuada la regulación en muchos países para la instalación de las pequeñas celdas que deben colocarse en grandes densidades, por ejemplo en marquesinas públicas".
Es más, el 5G puede convertirse en otro argumento más en contra de los orígenes del propio MWC. Como alerta la propia Millán, "no será el consumidor final quien demande esta tecnología, sino que los principales interesados en su despliegue son los propios operadores de telecomunicaciones -por motivos de eficiencia- y el segmento profesional". Con todo ello, solo queda plantearse una cuestión final: ¿alguien sigue creyendo a fecha de hoy que el Mobile World Congress va de móviles?