El avance imparable del cloud computing como modelo por excelencia, en todas sus capas y formatos posibles, es algo que no está sujeto a discusión. Tan solo hay que observar los datos de negocio de los grandes players de esta arena para constatarlo. O comprobar cómo la inmensa mayoría de nuevos desarrollos ya se originan de forma nativa en entornos de nube (pública).
Sin embargo, bajo la superficie de esta ola de crecimiento, existen algunos indicadores que no podemos dejar pasar por alto y que reflejan cuanto menos la volatilidad de la inversión en infraestructuras que soportan estos centros de datos masivos; cuanto más una cierta "desaceleración" en la velocidad de crucero que venía manteniendo el mercado cloud.
Este enfriamiento lo ha reflejado recientemente la casa de análisis Gartner. En un extenso estudio, estos investigadores confirman que la inversión en equipamiento para estos entornos de nube sigue gozando de buena salud (creció un 11,4% interanual en el primer trimestre del año) pero ya no es la salud de hierro de antaño. Por ejemplo, la previsión para el curso completo de 2019 ha sido rebajada en un 4,5% hasta los 66.900 millones de dólares, lo que supondrá un menor crecimiento interanual, de alrededor del 1,6%.
Y eso si tenemos en cuenta el global del segmento cloud, porque si solo nos detenemos en las infraestructuras compradas para ofertas públicas la situación se vuelve algo más dramática: las inversiones en estas lides cayeron un 13,4% en el primer trimestre del curso respecto al mismo período de 2018 y se espera que la caída para el año completo ronde el 2,2%, aunque seguirá representando el grueso del gasto realizado para construir más y mejores nubes (44.500 millones de dólares).
"Este segmento del mercado continúa altamente afectado por la demanda de un puñado de proveedores de servicios a hiperescala, cuyo gasto en infraestructura de TI tiende a tener altibajos visibles", se excusa Gartner para justificar esta situación. Apuestan por las causas coyunturales, pero cabe preguntarse también si no se estamos ante un momento de consolidación estructural y monetización de todas las inversiones (en algunos casos sobredimensionadas) que se han ido realizando a lo largo de los últimos años.