Tras el duro año que nos ha tocado vivir, hay muchas ganas de recuperar -aunque sea en parte- las sensaciones agradables de la vieja normalidad. Entre ellas, sin duda, están esos encuentros casuales y valiosos, esas serendipias que difícilmente surgen desde el encierro domiciliario.
Y si en el plano personal ya hemos recobrado, mascarilla mediante, parte de esas vivencias de antaño, en el ámbito profesional seguimos atados a unas restricciones que no por lógicas y necesarias son menos sufridas.
Por eso, que se pueda celebrar una cita como el Digital Enterprise Show es como encontrar un oasis en medio de un paraje inhóspito, un breve instante de calma en el ojo del huracán. Una feria que ya era emblema del sector tecnológico en nuestro país y que, ahora, también será recordada como la primera que se pudo celebrar presencialmente tras el estallido de la pandemia mundial.
Obviamente, atrás quedó esa edición de 2019 en la que más de 26.300 personas se reunieron en IFEMA para escuchar a los grandes líderes de la digitalización. De ellas, casi la mitad eran asistentes extranjeros, algo inviable en la actualidad. Aun así, saber que 8.134 profesionales se han congregado esta última semana en un mismo espacio (a sumar las 11.489 conexiones únicas vía streaming de más de 30 países) debe ser motivo de orgullo.
No voy a repasar lo más destacado del DES 2021: les invito a leer tanto el reportaje que hoy publica Noelia Hernández en este mismo portal como la entrevista que ya realizamos a Malin Svensson, directora del congreso, sobre el pragmatismo que debía inundar esta edición. Me voy a detener, sin embargo, en la importancia de citas como esta no sólo para el tejido digital, sino para toda una ciudad que busque consolidar un ecosistema tecnológico potente como salida económica a la crisis que vivimos.
Este ha sido el quinto año que el Digital Enterprise Show se celebra en Madrid. Junto al MWC de Barcelona y el South Summit (más especializado en el segmento de startups), una de las tres grandes citas en el calendario de cualquiera que se dedique a la economía digital en nuestro país.
Los números hablan por sí solos: incluso en una edición 'light' como la de este curso, el DES ha supuesto un impacto económico para la capital de más de 17 millones de euros, según la organización. Si sumamos todas las ediciones, hablamos de casi 91.500 asistentes, 2.400 ponentes internacionales y un positivo para la ciudad de más de 135 millones de euros. Eso únicamente mirando los números a gran escala, sin detenernos en el potencial tractor de empresas digitales a la ciudad o su conversión en germen para un ecosistema tecnológico destacado.
De hecho, eso nunca ha llegado a ocurrir. A diferencia de Barcelona, que ha extendido la influencia del MWC con la Mobile World Capital, Madrid no ha aprovechado el DES para construir nada alrededor de la cita. Incluso a pesar de que el ayuntamiento, en la etapa de Luis Cueto al frente de estas lides, sí tenía como proyecto crear una enseña de 'Madrid Digital Enterprise World Capital' con un paraguas de iniciativas a su alrededor.
No tengo dudas del empeño que Albert Planas, CEO de Nebext (organizadora de la cita), y su equipo han puesto en dar alas al DES en la capital española. También la enorme valía de los profesionales de IFEMA o del concejal de Innovación y Emprendimiento de la ciudad, Ángel Niño. Pero, por designios que escapan a los aquí citados, no ha podido surgir la magia en esta ocasión. Y es entendible que se opte por escuchar los cantos de sirenas que llegan desde otras ciudades más interesadas en posicionarse en el mundo digital.
Así, ante la indiferencia de Madrid (donde parece que la sobrecarga de actividad hace que valoremos menos lo que aquí acontece), aparece el calor con el que Málaga ha abrazado esta feria. Durante los próximos cinco años, el DES se celebrará en la ciudad andaluza, la cual ya ha anunciado que únicamente será la punta de lanza de una ambiciosa estrategia que viene desarrollando para convertirse en un 'hub' digital en el sur de Europa.
Allí tienen importantes centros de desarrollo empresas como Google, Globant, Accenture, Oracle o Fujitsu. Allí, también, estará el evento que hasta hoy situaba a Madrid como un faro del ecosistema digital durante una semana al año. Ahora parece que el faro vuelve al lugar en que deben estar los faros: a la orilla del mar. En un lugar al abrigo de los vaivenes políticos, allá donde hay ilusión y ganas por llevar sanos y salvos a todos los navegantes que busquen fondear en la bahía de la nueva economía.