“¿Una anécdota de mi marido? Cuando vendió su empresa decidió que un porcentaje se repartiera entre sus trabajadores que habían confiado en nosotros cuando la empresa no era nada. Fue un gran líder, todos le admiraban, pero sobre sobre todo, le querían”, relata su mujer, Olga, lo que ha sido su secreto mejor guardado. Ni a mi me lo ha contado.
Sonrisa plácida. Deberes hechos. De emprendedor, descanse en paz, a inversor, futuro sostenible. Clorofílico, su apuesta es de impacto, de cambiar el mundo, de lo próximo que viene, de lo que todavía no conocemos. Es auténtico, estratega, alumno destacado, un líder nato, divertido, carnal, curioso, sabio, erudito, extrovertido, respetable, comprometido hasta activista, didáctico, inspirador, visionario.
Julio Alonso (Madrid 1968) representa al aprendiz acelerado de la escuela, al conocimiento de herencia paterna, al procesador de textos en huecograbado que cambió las redacciones de los periódicos desde el instituto, a la hoja de cálculo Lotus 123, que se inició hace 34 años, y que hoy es un Excel como “software para escribir obras de ficción”. También, a la persona que encontró en Slack el lugar en el que contar chistes para que sus empleados fueran felices.
Le conocí con la sonrisa puesta con la que siempre transgrede a su entorno, con la que entra en los ‘corrillos’ de los top para alcanzar la gloria de forma orgánica, como es él. Fue hace un mes, en Valencia, durante el sobresaliente Big Ban Congress, el encuentro anual en el que se dan cita los principales business angel de nuestro país. Enhorabuena Alberto, Neus, Victoria y Nacho por el trabajo. Cada año os superáis.
Allí le descubrí. Lo reconozco, a veces soy un ignorante ante un mundo que piensa a cien años, pero olvida al día siguiente. Él fue la Persona. Sí. El que salía en las noticias en su lucha por los derechos y acceso a la cultura contra la SGAE. El primero que usó Twitter como verificador de las falsas noticias. El founder de la blogosfera española. El CEO del medio referencia en tecnología, Xataka (Weblogs).
No se puede entender a nuestro inversor de hoy sin Merodeando. El primer paso que le llevó a los altares de la globosfera de nuestro país y que empezó en noviembre de 2003. Fue a través de la plataforma Blogger “sentado en el baño”, con un simple texto “en el que puse, soy gilipollas” describe con humor. Allí postuló junto a otros gurús del momento como su socio Antonio Ortiz, lo que en poco tiempo se convertiría en Xataka. Está escrito en la historia, y en su blog.
Merodeando, unido a su liderazgo y protagonismo necesario, también le llevaron al estrellato de las polémicas. “Fue una lucha de todos contra uso de la propiedad intelectual, juntos remábamos gente como Enrique Dans, Jesús Encinar o yo”. Era la época del destape en la red. De la identidad digital. Del #Nolesvotes. Del emprender como forma de vivir.
“Me demandó la SGAE por un artículo en mi blog y que querían que borrase en su esencia, pero ganamos en el Supremo. Luego, la corrupción de la institución la puso en su sitio”. Y “Twitter” añade, “que sirvió para verificar que lo que comentaban desde el Gobierno sobre nuestras reuniones no era verdad”.
Dice Dans, otro de los precursores de aquella Transición que en la que se encontraba la Red, que “Julio es una persona con principios, que no se ha traicionado nunca y que siempre los aplicó, desde las guerras del copyright en su momento, hasta la empresa que creó, su evolución y todo lo que ha hecho”.
En noviembre de 2004, de las bonitas palabras Xanadu y Gataca, nació Xataka. Pronto se creó la empresa gestora del blog, Weblogs. “Éramos tres socios, yo el mayoritario, tras algunos tiras y aflojas, al final todos estuvimos más o menos de acuerdo con el reparto”. El modelo, “publicaciones temáticas que vivieran de los ingresos publicitarios”.
“Un abogado de ciencias” dice Ortiz, cofounder de Weblogs, de Alonso. Tiene “un cerebro con una enorme capacidad de análisis, de cuidado por la organización con las virtudes del perfil negocios/MBA/financiero: extraordinaria capacidad financiera y un enfoque a la ejecución, pero con respeto y cuidado de la cultura y ética de la empresa y del internet en el que cree.”
Disrupción máxima. Contenido que se podía comentar “no como las noticias que los medios publicaban”. “Los CMS eran brutales, indexaban los primeros, por delante de las empresas dueñas de los productos que comentábamos. Existían 42 redes de blogs, pero nosotros fuimos los primeros”, memoriza, saca pecho. En 2006 alcanzaron más de 1,5 millones de usuarios únicos, “lo que nos sirvió para entrar en el circuito publicitario”. Lo difícil estaba hecho.
Pero Julio Alonso no podía parar, estaba onfire, encendido como la madrileña Calle Alcalá en estas fechas. Se sumó al equipo Olga, su mujer. Hoy siguen casados. Juntos evangelizaron el sector y encontraron Qatar: los blogs para corporaciones. El primero, para una película, pero pronto llegaron NH Hoteles, Carrefour o Vodafone, hasta suponer la creación de este tipo de contenido, el 30% de la facturación del grupo.
“Los blogs temáticos nos sirvieron de escaparate para generar el nuevo negocio, construíamos audiencias con contenido de calidad”, fórmula mágica que nos cuenta Alonso y que hoy aplicamos en nuestros podcast. De principios insiste Enrique Dans. “La ética para nosotros siempre fue fundamental. No podía haber redactores de Xataka escribiendo en los proyectos con empresas”.
“El respeto ha sido la base fundamental de nuestra relación personal y profesional. También la admiración que nos tenemos el uno con el otro, el intercambio de experiencia, el diálogo, pero sobre todo el Amor”, perpetua Olga. El éxito no está en las vistas desde el rascacielos, está en los peldaños construidos, uno a uno, mano a mano, en equipo, hasta tocar el cielo.
“Cada conversación en casa ha sido un comité de dirección”, la ironía en vena de Alonso. “Tenemos skills distintos y mucho respeto el uno por el otro”, coinciden. Como lo hicieron en el viaje que les cambió la vida y que internacionalizó sus sueños.
Abrieron Weblogs en Latinoamérica consolidando el liderazgo de sus publicaciones de habla hispana con Xataka México. “Vivimos tres años en Miami y mi mujer viajaba semana sí, semana no a México y otros países”. Hoy no lo echa de menos, pero juntos, lograron que la compañía superara el millón de facturación en la región.
“Primero nos intentaron comprar los típicos vampiros que buscan sangre joven”, pero no era el momento. Luego, en México tuvo el primer contacto con Webedia en 2015 y la primera oferta, que rechazaron. Pero la negociación definitiva se fraguó a lo largo de 2018, cuando la empresa facturaba a nivel global cerca de los 10 millones de euros.
Según Ortiz, “Julio vivió estos momentos como es él, discutidor y peleón en sus posiciones y visión. Y por supuesto, también con su fase de "luto de proyecto" que cada emprendedor que ha tenido que vender pasa”.
Momentazo como diría aquel. “¿Por cuánto Julio?” Pregunta un ignorante ante la persuasión de los penetrantes y persuasivos ojos (verdes) del entrevistado. “Ya lo dijeron los medios”. “¿Seguro Julio?” Insiste. “Bueno, algo más de lo que dijeron los medios por los dos tercios de la compañía. En 2020 hicimos el earn out con un negocio aún más rentable”. ¡Wuala!
“Gestionar este patrimonio está siendo como su segunda empresa”, nos afirma Olga entusiasmada a través de un audio de whatsapp. “Un 80% lo tengo en fondos indexados”, la mayor parte a través de Indexa Capital, la mega creación de François Derbaix y Ramón Blanco.
“Un 5% lo invierto en inmobiliario”, en su mayoría a través de la exitosa Urbanitae del amigo cum laude, Diego Bestard. “Un 5%, para cripto, sobre todo Etherium y algo de Bitcoin”, vendrán tiempos mejores.
Y, por último “un 10% es para startups”. Julio Alonso es un business angel activo, de verdad. Con tickets a partir de 15-20k hasta llegar al más grande hasta la fecha de 300.000 euros, y siempre en consenso con su mujer. “Yo hago el scouting, lo analizamos cada uno por separado, y luego decidimos conjuntamente si invertimos”.
Le gustan startups con un modelo de negocio “que tenga sentido, disruptoras, que producen una novedad en su sector, que se apoyan en cambios tecnológicos y/o sociológicos”, pero, sobre todo, “que tengan impacto, que absorban CO2 y expulsen oxígeno”. Le gusta implicarse, “donde pueda aportar algo, y siempre mejor si conozco a los fundadores”, como en su última inversión, “un antiguo compañero del colegio.
Ya son 12 las compañías invertidas por Alonso. Destaca en primer lugar Eskarrian, creada por los que fueron sus abogados de Weblogs, David Fernández y Juan Álvarez, “que me han reconvertido de su cliente a su inversor”. “Están haciendo un gran trabajo especializándose en defender procesos masivos, como ahora sucede con el cartel de la leche defendiendo a los ganaderos”.
Biorizon Biotech (cultivo de microalgas para abonos orgánicos) es otra de sus grandes esperanzas, “una compañía sostenible de fertilizantes basada las algas marinas y que tiene su sede en Almería”. My Storage Asia, Celia Medical Solutions o Blue Physics, entre sus otras esperanzas de multiplicar a lo grande. También Wetaca o la gran We Are Knitters, en su porfolio. Aguja gorda, hilo fino.
Julio Alonso nunca deja de aprender, leyendo de manera habitual, ya sea ficción o “cosas prácticas”, “o de innovación, emplea muchas horas en esa formación”, añade Olga.
Contagia tranquilidad, la que le da el tener a Alba y a Silvia creando su propia blogosfera de la vida. La tranquilidad que le regaló la vida para poder acompañar a su madre, con la que “he pasado mucho tiempo a su lado durante su enfermedad”. “He tenido una vida feliz”, by Julio Alonso.