España es un país con un sector financiero fuerte y eficiente. Alrededor del 95% de la población nacional está bancarizada y dentro de nuestras fronteras han nacido dos de los gigantes internacionales del sector, Banco Santander y BBVA. Cabría inferir que somos también un país líder en la siguiente generación de empresas de tecnología financiera, las fintech. Pero no es así.
Para averiguar por qué y reflexionar sobre las oportunidades y desafíos de este sector emergente hablamos con Rodrigo García de la Cruz, presidente de AEFI, la Asociación Española de Fintech e Insurtech (mismo concepto, pero aplicado al negocio asegurador).
¿Por qué no somos líderes en 'fintech'?
Hay varios factores que lo explican. El sector fintech es todavía una industria en construcción, en muchos casos, con unos modelos de negocio que todavía están en desarrollo. Pero, sobre todo, yo atribuyo esta realidad a la dificultad de emprender un negocio digital y de hacerlo crecer desde España. La falta de suficientes incentivos fiscales y a la inversión en startups provoca que España haya estado históricamente por detrás, incluso, de lo que le correspondería proporcionalmente al tamaño de su economía.
¿Qué perspectivas hay? ¿Podemos ser optimistas?
La buena noticia es que hay factores que están mejorando. Sobre todo, en lo que respecta al marco regulatorio. Hace tres semanas que entró en vigor la Ley de Transformación Digital del Sistema Financiero y estamos pendientes de la llegada de nuevas normas, como la transposición de la V Directiva europea de Prevención del Blanqueo de Capitales y de la Financiación del Terrorismo, o la próxima regulación europea para el crowdfunding y el crowdlending. En 2021 trabajaremos muy activamente para que esta última se implemente en España de la forma más rápida y ágil posible, porque eso nos aportaría una ventaja competitiva internacional.
Desde AEFI también propondremos que la futura regulación del crowdfunding y del crowdlending incorpore mecanismos para la co-inversión público-privada, como ya ha hecho Reino Unido con el Future Fund. Eso permitiría escalar mucho la inversión en las startups españolas. Las fintech tienen un problema adicional para acceder a las líneas ENISA, por ejemplo: su modelo de negocio es tan novedoso que aún se las cataloga como ‘entidades financieras’, y eso las excluye automáticamente de las ayudas.
Proponemos crear mecanismos para la co-inversión público-privada, como ya ha hecho Reino Unido con el Future Fund. Eso permitiría escalar mucho la inversión en las startups españolas
La norma más reciente y que ha acaparado más atención últimamente es la Ley de Transformación Digital del Sistema Financiero, que supone la creación de un ‘sandbox’ o marco controlado de pruebas para negocios y startups ‘fintech’ e ‘insurtech’. A la espera de que se ponga en marcha, dentro de dos meses, ¿qué sensaciones tenéis al respecto?
La recepción del sandbox por parte del sector no ha podido ser mejor. Yo diría, de hecho, que el apoyo de las fintech ha sido unánime. Supone un gran paso en innovación financiera. En AEFI creemos firmemente que el sandbox tendrá un impacto decisivo en el desarrollo del sector: en la transformación digital de la industria financiera, en el nacimiento de muchos nuevos negocios, en la actualización de la regulación, en la retención de talento y en la atracción de financiación.
El mero hecho de aprobar esa ley, aun cuando el sandbox no está todavía formalmente constituido ni conocemos aún cómo estará estructurado, ya está atrayendo inversión a España.
Pero no somos precisamente pioneros en poner en marcha un ‘sandbox’ financiero...
Hay varios otros países en Europa que ya tienen un sandbox operativo, es cierto. El Gobierno tenía el Proyecto de Ley prácticamente listo a finales de 2018; si lo hubieran aprobado entonces sí que habríamos sido pioneros. No fue posible. Las sucesivas convocatorias electorales, seguidas de la pandemia y lo que ya de por sí tarda la tramitación parlamentaria, lo han retrasado hasta ahora.
Lo importante es que ya está aquí y que va a traer innovación, talento, estabilidad e inversión. Calculamos que la aprobación y desarrollo del sandbox permitirá crear cerca de 5.000 nuevos empleos en el ecosistema fintech en dos años y la atracción de 1.000 millones de euros de inversión adicionales.
Por otra parte, es de justicia resaltar que el nuestro es uno de los sandbox más ambiciosos y abiertos a nivel internacional, junto con el británico. Podemos aspirar a que el sandbox español se convierta en la referencia para la Unión Europea y Latinoamérica, y que el de Reino Unido lo sea para el mundo anglosajón.
Es de justicia resaltar que el nuestro es uno de los sandbox más ambiciosos y abiertos a nivel internacional, junto con el británico
¿Puede abrirse ahora una oportunidad para atraer empresas y capital procedente del Reino Unido del Brexit?
Ahí sí que creo que no hemos sabido aprovechar la oportunidad. El momento de haber intentado atraer a España startups e inversión fue hace un año, y tengo la sensación de que no se hizo lo suficiente. Algo ha caído en España, sí, pero la mayor parte ha ido a parar a otras ciudades europeas, principalmente de Irlanda -por cercanía, idioma y fiscalidad-, pero también de Francia y Alemania.
Desde AEFI publicasteis un nuevo Libro Blanco la semana pasada, que incorpora 19 propuestas muy concretas dirigidas al Gobierno. ¿Con qué objetivo?
Desde que constituimos AEFI en 2016 hemos redactado varios informes y libros blancos, todos ellos con recomendaciones, pero la experiencia nos dice que hay que bajarlo a la tierra. Este último trabajo nace con vocación de servir como hoja de ruta y ayudar al Gobierno a abordar las reformas que más ayudarían a nuestro sector.
Veamos algunas de las medidas que planteáis. Una de las que marcáis como ‘urgentes’ es la asignación de personal específico para temas ‘fintech’ y ‘paytech’ (tecnologías de pagos) en los organismos reguladores y supervisores, y la formación especializada de este personal.
El devenir del sector fintech va a depender de la formación específica de los reguladores. Pero es que, además, hablamos de negocios y actividades que van a seguir creciendo y que ocuparán una parte cada vez más importante del trabajo de los reguladores y supervisores.
También reclamáis un nuevo marco jurídico específico para entidades de pago y dinero electrónico. ¿A qué os referís con eso exactamente?
El cliente final puede estar tranquilo porque las fintech en España están reguladas y cuentan con todas las garantías. Sin embargo, hay aspectos heredados de la regulación de modelos de negocio tradicionales que ralentizan el desarrollo de algunas de estas startups. Pongamos el ejemplo de una empresa sueca que decide comprar una paytech española. Al no tener un marco de supervisión específico, a las paytech se las equipara legalmente con entidades de crédito y eso obliga a un proceso de due diligence mucho más largo y farragoso, desproporcional a su actividad y a sus riesgos. Son pequeñas trabas que ralentizan el crecimiento de las empresas y que terminan colapsando al regulador.
Al final, lo que nosotros defendemos es que las empresas españolas, en este caso las fintech e insurtech, operen en un entorno lo más ágil posible. No hay más secreto. Si unido a eso consiguiéramos mejorar la fiscalidad y los canales de inversión en startups, creo que España tendría muchas oportunidades de convertirse en un país mucho más encaminado a liderar la futura economía digital.
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