La biometría y la inteligencia artificial, y su papel en una transformación digital segura y confiable, han sido las protagonistas de la última sesión de la Ponencia de estudio sobre la adopción de una regulación de las nuevas realidades tecnológicas, disruptivas y sociales, que está celebrando en las últimas semanas el Senado en el marco de la Comisión de Asuntos Económicos y Transformación Digital de la Cámara.
Para abordar esta cuestión, la Cámara Alta ha contado con el consejero delegado (CEO) de Veridas, Eduardo Azanza, quien, como experto en biometría e inteligencia artificial, ha analizado el pasado, presente y futuro de uno de los derechos fundamentales del ser humano: el derecho a la identidad.
Titulares como que los delitos de fraude cibernético son ya un 25% de los denunciados, la filtración de los datos personales de 533 millones de usuarios de Facebook o que casi el 20% de los jóvenes españoles de 14 años ha apostado dinero en un salón de juego, hacen referencia a hechos que conviven con nosotros desde hace años y cuya base delictiva es la misma: la usurpación y/o no verificación de la identidad de las personas.
En este contexto, Azanza apuntó en su intervención en el Senado que actualmente contamos con herramientas débiles para verificar nuestra identidad, ya que ésta se presupone mediante verificaciones manuales o credenciales de frágil seguridad como contraseñas, tarjetas de coordenadas o SMS.
En este contexto, destacó la importancia de la Identidad Digital, que se refiere a "la posibilidad de ejercer el derecho a reclamar nuestra identidad individual, de forma inequívoca, para poder operar y acceder a todo tipo de información y realizar transacciones de manera segura en el ámbito de Internet, de tal manera que la confianza a ambos lados de la pantalla sea máxima".
Así, remarcó que vivimos inmersos en un cambio tecnológico, acelerado por la pandemia de la covid-19. Por ello, incidió en que es "absolutamente necesario" dotarnos de instrumentos para hacer que esta transformación digital sea segura, privada y confiable, para lo que se deben articular instrumentos para ejercer nuestra Identidad Real.
En este contexto, son los estados los que deben asegurar y proteger las identidades de los ciudadanos. Las normas europeas (Reglamento (UE) 2016/679 General de Protección de Datos (RGPD), el Reglamento eIDAS o la Directiva de servicios de pago PSD2) y estatales (como la Ley 6/2020) brindan herramientas férreas, seguras y confiables para proteger nuestras identidades y así dar libertad a los ciudadanos, empresas y administraciones para desarrollar y afrontar el gran reto común de la digitalización.
De la presunción a la certeza
En este contexto, el consejero delegado de Veridas aseguró que la tecnología biométrica moderna, gracias a su precisión, facilidad de empleo, seguridad y privacidad, permite ejercer la identidad en el espacio digital de forma "unívoca y segura".
Gracias a ello, una persona puede realizar una operación digital y que ésta sea acreditada de forma unívoca a su persona, aportando toda la seguridad jurídica y evitando el fraude y la suplantación de identidad, además de tener toda conveniencia de operar en el espacio digital. También se mejora la eficacia de las Administraciones Públicas y las empresas; se evita la pérdida de tiempo, recursos y desplazamientos innecesarios, y se reduce la huella de carbono de cada transacción.
Azanza resaltó que los sistemas biométricos de verificación (que un individuo se verifica contra sí mismo (1:1)) y de identificación (que buscan a un individuo dentro de una lista (1:N)) no permiten inferir otras características del sujeto como comportamientos, actitudes, emociones, tendencias, género, etnia, colores de piel, etc.; ni supone la clasificación de la persona en un perfil que pueda determinar características o comportamientos futuros.
"Los sistemas biométricos basados en inteligencia artificial ayudan a tomar decisiones más informadas y seguras; debidamente configurados son menos proclives al error y al sesgo que el ser humano", aseguró en su intervención ante los senadores.
El uso de sistemas de reconocimiento biométrico se ha extendido en los últimos años en un amplio número de sectores, obteniendo una muy buena acogida por parte de los usuarios. Así, permite cubrir, "con las mayores garantías", el objetivo de identificar o autenticar la identidad de una persona.
Y es que, de los tres elementos que se vienen diferenciando cuando hablamos de autenticación de usuarios (posesión, conocimiento e inherencia), sin duda el de inherencia es el único que puede aportar certeza, mientras que los otros dos se quedan en la presunción.
Reglamento europeo de IA
Por otro lado, Azanza también destacó la propuesta de 'Reglamento con enfoque Europeo de la Inteligencia Artificial', publicada la pasada semana por la Comisión Europea, en la que se hace hincapié en lo que denomina aplicaciones de "Alto Riesgo", entre las que se incluye los sistemas de Identificación Biométrica (1:N) remota (entendiéndose como tal la que el individuo puede estar siendo identificado sin ser consciente de ello).
"Esta propuesta de regulación no pretende regular, ni prohibir la inteligencia artificial o la tecnología en sí, sino que propone una regulación de algunas aplicaciones específicas de esa inteligencia artificial, con el objetivo de garantizar así que siempre se respetan los derechos y libertades de los ciudadanos", remarcó.
Presumir que todo uso de la biometría es ilícito y que puede atentar contra derechos fundamentales no está justificado. Existen instituciones que tienen encargada la misión de defender los derechos (jueces, tribunales, autoridades de control como la AEPD, etc.), y deben ser ellas quienes diferencien entre los casos lícitos y los que no lo son, entre tecnologías respetuosas con la privacidad y las invasivas.