El concepto de sostenibilidad ha cambiado mucho en los últimos años. Más aún desde que la Organización de Naciones Unidas (ONU) definió en 2015 los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y estableció unas metas específicas que debían cumplirse en 2030. Los objetivos: erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos.
Para alcanzar estos propósitos es fundamental el papel que desempeñan las organizaciones, más aún en el momento actual marcado por la crisis de la covid-19. Para analizar qué están haciendo entidades españolas y latinoamericanas en este sentido, EAE Business School y el Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI), han presentado en un evento online el informe ‘Tendencias en RSC y Sostenibilidad en Iberoamérica’.
“Las empresas tienen que ser un factor de éxito ante el reto de los países de América Latina que se pueden calificar de renta media, donde hay una falta de asistencia social, en los que la economía informal alcanza ratios a veces superiores al 50% (no se puede ayudar a empresas y empleados que ‘no existen) y donde se prevé que en enero de 2021 van a amanecer 45 millones de nuevos pobres”, ha afirmado Núria Vilanova, presidenta de CEAPI, durante su intervención. “Incorporar en las empresas los conceptos de sostenibilidad y RSC (Responsabilidad Social Corporativa) consiste en convertir las decisiones del día a día sobre qué y cómo producen en un motor continuo de mejora y cambio de la sociedad”.
El informe en 14 países
El informe, en el que han participado 100 empresas de 14 países diferentes, revela que el 83% de las grandes compañías iberoamericanas entienden la RSC como aquellas estrategias relacionadas con la forma en que se generan ingresos, minimizando los impactos negativos de la actividad y maximizando los positivos del negocio.
“Cuando se habla de sostenibilidad hay que tener en cuenta tres aspectos: el económico, el social y el medioambiental. La sostenibilidad es cómo generamos esa economía y sustituye al antiguo paradigma de que la compañías tienen que devolver algo a la sociedad como si hubieran hecho algo mal”, ha defendido Clara Arpa, presidenta del Pacto Mundial de Naciones Unidas en España. Una concepción alineada con la de instituciones internacionales, donde las iniciativas de filantropía quedan en un segundo plano.
En ese sentido, Pilar Llácer, Head of Research en EAE Business School, ha resaltado que en el planteamiento de cualquier estrategia de sostenibilidad es importante pensar en el corto, medio y largo plazo. “La RSC hay que entenderla como la creación de valor compartido y el 95% de las empresas iberoamericanas están dispuestas a colaborar con la competencia para conseguirlo”. Entendido por valor compartido “fomentar entornos de bienestar que produzcan riqueza a toda la sociedad, generen mayores ingresos, reduzcan los impactos negativos y maximicen la cuenta de resultados”.
Para ello hay que poner en valor al empleado no únicamente por su fuerza laboral, también por lo que demanda. “Los millennials suponen ya el 31,5% de la población a nivel mundial y exigen a las empresas una acción responsable. Como ejemplo, hace dos años que dirijo trabajos de fin de máster relacionados con los ODS, lo que es un indicador del interés por esta materia. Sin olvidar que toda la educación tiene que estar dirigida hacia esa empleabilidad sostenible para impulsar el trabajo digno”, apunta Llácer.
Tres empresas, tres casos de uso
Durante el evento de presentación representantes de tres compañías han expuesto sus planes de sostenibilidad y la forma en la que la pandemia ha modificado sus formas de trabajo. “En MAPFRE asumimos un compromiso con la Agenda 2030 desde que se aprobó en 2015. Esto nos ha permitido ser más resilientes ante momentos complejos”, ha explicado Clara Bazán, la directora de sostenibilidad de esta aseguradora global que ha llegado a tener a más del 90% de la plantilla trabajando en remoto.
“En ese tiempo ha seguido habiendo accidentes de hogar y entrar en casa del asegurado a veces llegaba a resultar complicado, por lo que pusimos en marcha medidas para que empleados y clientes estuvieran seguros. Teníamos experiencia en actuar en grandes catástrofes y eso nos ha permitido reaccionar”, describe Bazán.
Por su parte, Carla Coloma, directora de Medio Ambiente, Social de Buen Gobierno de Fluidra, empresa manufacturera de productos relacionados con la piscina con presencia en 45 países, reconoce que “garantizar la seguridad de los empleados con el aumento de la demanda que hemos experimentado ha sido bastante complejo. El peligro de pandemia no estaba identificado como uno de los principales riesgos y no teníamos implantados mecanismos de control”.
En estos meses han acelerado sus planes de transformación a la hora de trabajar, establecer jerarquías y definir procesos. Coloma pone como ejemplo el hecho de que la reducción de los desplazamientos gracias al teletrabajo ha disminuido el impacto ambiental de la compañía y lo han integrado dentro de la cultura de la empresa. “Durante el año que viene vamos a profundizar en la gestión de esos riesgos derivados de la situación actual y del cambio climático”.
En el caso de Dolors Novell, propietaria de la empresa familiar Cafès Novell, dedicada a la producción y distribución de café orgánico, ha querido destacar que “antes de la pandemia ya habíamos detectado dos factores que movían al consumo: cuidarse a uno mismo y la sostenibilidad, es decir, cualquier producto tiene que ser bueno para mí y, además, bueno para el planeta”. Tendencias que parecen afianzarse y que están completamente alineadas con la estrategia de la compañía, donde ya están trabajando en el diseño de empaquetados más sostenibles y biodegradables.
“Lo primero que tiene que hacer una empresa es mantenerse en el mercado. Esto significa que todas las actuaciones que lleve a cabo le reporten un beneficio para garantizar su supervivencia. Algo que, sin duda, es completamente compatible con prácticas sostenibles”, afirma sin ninguna duda Novell.
El informe desarrollado por EAS y CEAPI recoge que ocho de cada diez organizaciones consideran que la incorporación de un área específica para la función de RSC supone una clara ventaja competitiva, ya que les permitirá estar mejor preparadas para afrontar los nuevos retos de los próximos meses.