Theranos, WeWork, Bird… son solo algunos nombres de startups valoradas en miles de millones de dólares que acabaron en la bancarrota. En algunos casos, como el de Elizabeth Holmes, CEO de Theranos, su final fue más amargo con una condena de prisión por estafar a los inversores.

Silicon Valley es la tierra de las promesas, pero también de sonados fracasos. Startups que llegaron a la cima, ahora están casi extintas. Algo bueno que tiene todo lo negativo es el aprendizaje.

El resultado es que los inversores se dejan llevar menos por el “hype” generado por las startups, la imagen internacional que proyectan y su cobertura en los medios, y se centran en el análisis en profundidad de los proyectos. 

El precio del dinero ha subido y eso ha provocado que cada inversión se examine con lupa. A largo plazo, esto nos llevará a un periodo del “renacimiento de las startups”, con más estabilidad en el ecosistema gracias al escrutinio que el sector atraviesa ahora debido a la inflación.

No obstante, todavía hay claros ejemplos en los que vemos que los inversores se dejaron llevar por el “hype”. Es el caso de Humane, la startup de inteligencia artificial que ocupó titulares internacionales tras presentar su primer producto en noviembre de 2023.

El gadget, AI Pin, aspiraba a convertirse en el primer dispositivo capaz de entremezclar el entorno natural con la inteligencia artificial. El evento generó gran expectación en la comunidad tecnológica y miles de usuarios realizaron reservas del AI Pin.

Humane tenía grandes aspiraciones. La compañía, fundada en 2017 por dos ex empleados de Apple, Imran Chaudhri y Bethany Bongiorno, no se dio a conocer al público hasta 2021. El anuncio de su dispositivo les permitió atraer capital de las altas esferas de Silicon Valley.

Sam Altman, Microsoft, SoftBank, Salesforce y Qualcomm se sumaron a la fiebre de la inteligencia artificial y participaron como inversores en el proyecto. Humane llegó a firmar un acuerdo de colaboración con OpenAI.

El ‘hype’ no hizo más que aumentar las semanas posteriores a la presentación del AI Pin. La revista “Time” llegó a calificar el gadget como “uno de los mejores inventos de 2023”. Algo llamativo, teniendo en cuenta que los medios todavía no tenían acceso al prototipo del dispositivo. Más tarde, saldría a luz que dos directivos de la revista habían invertido en Humane. Un conflicto de interés en toda regla. 

A principios de este año se produjo un giro radical en esta potencial historia de éxito. La compañía comenzó a recortar presupuesto y se sumó a la ola de despidos que se estaba produciendo en Silicon Valley, lo cual desató todo tipo de rumores.

El punto de inflexión llegó en abril, cuando las primeras unidades de AI Pin empezaron a llegar a los medios de comunicación y a los consumidores. Los titulares no tardaron en aparecer. Marques Brownlee, el analista de gadgets más famoso de YouTube, publicó un vídeo con el título demoledor: “El peor producto que he probado”. 

Desde Humane reaccionaron positivamente, agradeciendo los comentarios de los usuarios para seguir mejorando el producto. Sin embargo, el aluvión de críticas de un dispositivo que, obviamente, no estaba preparado para ver la luz del día, no ha podido con la startup que, tras haber sumado más de 230 millones de dólares en inversión, ahora comienza a desinflarse. 

La solución: la supervivencia, antes de repetir los sonados casos de fracaso del pasado. El medio Bloomberg ha filtrado que Humane estaría buscando comprador. Su precio de adquisición es alto, teniendo en cuenta el contexto en el que se produce la venta de la startup. Los directivos de la empresa estarían pidiendo entre 750 y 1000 millones de dólares por su tecnología. 

Una vez más, Silicon Valley ofrece una lección que el resto de las startups deberían aprender: no ceder a la presión de los mercados e inversores, y lanzar solo productos que cumplan con las expectativas.