Contratiempos en la industria aeroespacial de EEUU
Los Ángeles ha presenciado un renacimiento de la industria aérea, alcanzando una nueva era dorada similar a la vivida tras la Segunda Guerra Mundial. El ecosistema de startups aeroespaciales no ha dejado de expandirse por toda la ciudad.
Uno de los grandes protagonistas del sector es SpaceX, encabezada por el siempre polémico Elon Musk. La compañía, fundada con el objetivo de reducir los costes de la exploración espacial y asentar una colonia en Marte, ha vivido más de dos décadas de esplendor gracias a los recientes contratos de la NASA con el sector privado.
SpaceX ha ganado varios concursos millonarios de la Agencia Espacial Estadounidense y su currículum de lanzamientos ha sido casi impecable. Sin embargo, no todo han sido noticias buenas para la compañía en los últimos días.
Por primera vez desde el año 2016, un cohete Falcon 9 sufrió un error y se desintegró el pasado 12 de julio. El incidente ocurrió aproximadamente una hora después tras su despegue desde la base californiana de Vandenberg.
La Administración Federal de Aviación de EE.UU. (FAA, por sus siglas en inglés) ha suspendido los futuros lanzamientos de los cohetes Falcon 9 hasta que SpaceX concluya una investigación que esclarezca los motivos de la explosión.
Momentos antes de la explosión, las cámaras del cohete captaron la acumulación de capas inusuales de hielo en los motores, lo que podría haber provocado una fuga irreparable de oxígeno.
La carga de 20 satélites de Starlink fue lanzada en una órbita tan baja que se espera que caigan en la Tierra y acaben desintegrándose en las próximas semanas.
Un problema que conduce a otro: la compañía espacial acapara titulares negativos por ser una de las mayores generadoras de basura espacial.
En 2022, parte del fuselaje de una nave Crew Dragon cayó en un campo de ovejas en Australia. SpaceX tuvo que reconocer que la chatarra espacial provenía de un lanzamiento reciente. Otro fragmento del mismo tipo de nave apareció el pasado mes de mayo en el estado de Carolina del Norte. En junio, la NASA confirmó que, efectivamente, se trataba de los restos de una nave Crew Dragon que no se habían quemado en su reentrada a la atmósfera. Fragmentos más pequeños aparecieron esparcidos por los jardines de casas particulares.
El peligro de la basura espacial es creciente. Los fragmentos que no arden al entrar en contacto con la atmósfera representan un riesgo cada vez mayor. En los últimos cinco años, se han puesto más objetos en órbita que en toda la historia de la exploración espacial. Esta generación se enfrenta a una nueva amenaza latente.
El espacio aéreo de Estados Unidos tampoco atraviesa uno de sus mejores momentos. A la crisis de los aviones de Boeing, se le suma otra en las torres de control de los aeropuertos.
La semana pasada, un Boeing 757-200 de la compañía United Airlines perdió una rueda en su despegue del aeropuerto de Los Ángeles. El avión aterrizó sin problemas en Denver. Lo mismo sucedía el 7 de marzo en el aeropuerto de San Francisco. En esta ocasión, la rueda del avión cayó encima de un coche aparcado. Afortunadamente, no hubo heridos.
En uno de los casos más graves hasta la fecha, dos aviones estuvieron a punto de colisionar en el aeropuerto de Nueva York, un grave suceso que ya se ha repetido varias veces este mismo año.
El debate político en la carrera presidencial se ha centrado en la edad de los candidatos y en los ataques personales. Este ambiente agitado ha relegado el debate sobre las necesarias mejoras en la infraestructura a un segundo plano.