El ciclo actual de elecciones en Estados Unidos está dejando hechos inauditos a su paso. Pocas veces se ha visto que los grandes ejecutivos de Silicon Valley se inclinen públicamente a favor de un candidato u otro.

Los juegos políticos del mundo corporativo estadounidense se llevan a cabo en campos menos transparentes, donde los políticos no puedan ser juzgados tan fácilmente por el electorado. Las grandes empresas de Silicon Valley tienden a donar a los postulantes republicanos o demócratas por igual. Todo depende de si esos aspirantes a la política están dispuestos a representar los intereses de sus “benefactores”.

Para poner esto en contexto, una empresa especializada en inteligencia artificial preferiría respaldar al partido que adopte una postura más flexible en la regulación del uso de esta tecnología. 

No obstante, la carrera presidencial destaca por ser una de las más transparentes de los últimos años. Por un lado encontramos el comportamiento habitual de CEOs de renombre como Mark Zuckerberg o Tim Cook, que no expresan sus opiniones políticas abiertamente. Por otro lado, tenemos a cabecillas como Elon Musk o el influyente inversor todopoderoso, Peter Thiel, que expresan abiertamente y de manera hiperbólica, su admiración por las ideas radicales de Trump y su “Proyecto 2025”. 

Musk va aún más lejos y se atreve a influir en las elecciones de manera directa. X se ha convertido en una plataforma plagada de bulos y deep fakes dirigido contra los demócratas. Musk es uno de los responsables directos de compartir con sus millones de seguidores deep fakes de la nominada demócrata, Kamala Harris. Por su parte, Peter Thiel ha sido uno de los principales donantes en la carrera política del aspirante republicano a la vicepresidencia, JD Vance. 

Pero todo cambió cuando Joe Biden decidió apartarse de la carrera y dejar paso a Harris como única opción oficial del partido. La actual vicepresidenta del país es originaria de California y ejerció como fiscal general durante seis años. Sus lazos con San Francisco son fuertes.

Durante la campaña, Harris se ha mostrado más abierta a dialogar con los grandes empresarios del sector tecnológico y durante la Convención Nacional Demócrata ha mostrado una postura de acercamiento con las criptomonedas. Por su parte, el presidente Biden, ha mostrado más resistencia a “Corporate America”. 

Una semana antes de la convención del partido demócrata, Harris se reunió con 700 empresarios de las altas esferas de San Francisco. La entrada más barata tenía un coste de 3000 dólares, pero algunas mesas llegaban a alcanzar el medio millón de dólares. La campaña de Harris logró recaudar 12 millones de dólares en donaciones en total durante todo este evento. Una clara pista de que las cosas están cambiando y la balanza de Silicon Valley habría pasado a inclinarse a favor de Harris.

Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn; el inversor Ron Conway y Melinda French Gates fueron algunas de las figuras que acudieron públicamente a mostrar su apoyo a la nueva candidata del partido demócrata. El caso más llamativo ha sido el del fundador de Netflix, Reed Hastings, una de las voces de Silicon Valley que se alzaron contra Biden pidiendo el abandono de su carrera presidencial. Ahora, Hastings ha donado unos 7 millones de dólares a un Super PAC a favor de Harris. Los Super PAC son comités de acción política que pueden recaudar y gastar sumas ilimitadas de dinero para apoyar a los candidatos, pero no pueden trabajar o establecer conexión directa con ellos.

Toda donación, como cada favor, tiene que ser devuelta de alguna manera. Lina Khan, presidenta de la Comisión Federal de Comercio (FTC por sus siglas en inglés), no es nada popular entre las grandes corporaciones de Silicon Valley, ya que ha perseguido con fervor a las firmas tecnológicas por prácticas anti monopolísticas. Con todas estas donaciones, Harris se vería presionada a destituirla para complacer al lobby tecnológico.

Si algo ha dejado claro la convención demócrata, que contó con la participación de figuras prominentes como los Obama, Hillary Clinton e incluso Joe Biden, es que el partido ha logrado lo que hace apenas un mes parecía imposible: han renovado la esperanza de ganar unas elecciones donde hay mucho en juego.