La reelección de Donald Trump tendrá un impacto significativo en México y América Latina. Su política de "Estados Unidos primero" probablemente conducirá al proteccionismo comercial, una inmigración más estricta y un enfoque en la seguridad, lo que presentará tanto desafíos como oportunidades.
Inmigración y seguridad van de la mano, tanto a un lado de la frontera como al otro. La intención de frenar a China es perfecta para mirar a la región e impulsar una de esas palabras que se han puesto de moda nearshoring, o fabricar cerca para importar y exportar con menos esfuerzo a cambio de desarrollar la economía loca.
Una guerra comercial entre Estados Unidos y China podría perturbar las economías latinoamericanas que dependen del comercio chino, pero beneficiaría a los exportadores de materias primas.
México, bajo el T-MEC o TLC, o las diferentes etiquetas que ha tenido el tratado de libre comercio, podría convertirse en un centro de nearshoring, pero debe sortear algunos escollos. Al mismo tiempo, Centroamérica puede y debe beneficiarse de la diversificación de la cadena de suministro con una infraestructura adecuada y estabilidad regulatoria. Sí, justo parte de la ruta migratoria que tanta polémica genera.
El sector manufacturero de México, especialmente el automotriz y el electrónico, saben que este proceso de deslocalización les beneficia. De hecho, Tesla ya tiene contratación en Monterrey. Pero no hay que dejar de lado el campo. Las exportaciones agrícolas pueden enfrentar mayores costos de cumplimiento bajo el tratado. Y ahí es donde China puede tratar de ejercer su poder.
El reto energético
El sector energético de México enfrenta una encrucijada: equilibrar la producción nacional con el cambio global hacia las energías renovables.
Las políticas fiscales de Trump podrían fortalecer el dólar estadounidense, impactando las monedas latinoamericanas y el servicio de la deuda. El banco central de México necesitará gestionar la inflación y mantener la confianza de los inversores. México está bien posicionado, pero debe abordar los desafíos de infraestructura y seguridad. Las inversiones de China van a estar bajo la lupa Estados Unidos.
La integración de México al T-MEC ofrece ventajas, pero posibles actualizaciones podrían introducir nuevas condiciones comerciales. El nearshoring presenta oportunidades y México está diversificando sus asociaciones comerciales. Otros países latinoamericanos podrían buscar acuerdos bilaterales y la influencia de China enfrentará escrutinio.
La migración y la seguridad son centrales en la agenda de Trump. México, como país de tránsito y destino, se verá fuertemente afectado por las políticas estadounidenses más estrictas. Centroamérica enfrenta una reducción de la ayuda estadounidense y posibles deportaciones masivas. Se dará prioridad a la seguridad fronteriza y a frenar el crimen organizado, lo que requerirá cooperación pero también generará preocupaciones sobre la soberanía, descontrol de la violencia…
La región en general sentirá los efectos de las políticas estadounidenses, con una reducción de la ayuda, una mayor presión sobre la seguridad y crisis migratorias. Sin embargo, existen oportunidades para que México y América Latina redefinan su enfoque. Una mayor colaboración, cooperación regional y aprovechar las comunidades de la diáspora pueden fortalecer la resiliencia y abordar los desafíos compartidos.
La relación de México con Estados Unidos será compleja y requerirá una diplomacia experta para equilibrar la cooperación y la soberanía. El triángulo Estados Unidos-China-América Latina requerirá una navegación cuidadosa, con México en una posición única como destino de nearshoring. Centroamérica puede buscar socios alternativos, y Sudamérica presenta un panorama fragmentado con intereses variados.
Seguridad e inmigración
La cooperación en materia de seguridad seguirá siendo crucial, pero México necesitará equilibrarla con las preocupaciones internas. Las asociaciones regionales y el intercambio de inteligencia serán esenciales. América Latina tiene la oportunidad de fortalecer el liderazgo y la colaboración regionales, reduciendo la dependencia de potencias externas.
Las políticas de Trump pueden tensar las relaciones de Estados Unidos con los gobiernos de izquierda en la región, lo que podría conducir a realineamientos políticos. México, bajo la presidencia de Sheinbaum, tendrá que navegar esto con cuidado, equilibrando las presiones internas con el mantenimiento de una relación de trabajo con Estados Unidos.
La posibilidad de un aumento de las deportaciones y una reducción de la ayuda a Centroamérica podría exacerbar los desafíos sociales y económicos en la región, lo que podría conducir a una mayor inestabilidad y flujos migratorios. Es probable que México enfrente presiones para desempeñar un papel más activo en la gestión de estos temas, lo que podría poner a prueba sus recursos y mano izquierda. Vuelve Trump pero ya no está López Obrador.
El enfoque de Estados Unidos en contrarrestar la influencia de China en América Latina podría crear oportunidades para que los países de la región diversifiquen sus asociaciones económicas y atraigan inversiones de otras fuentes, como Europa y Japón. Todo se hará de puntillas, en un acto de equilibrio para evitar soliviantar a China, un socio económico importante actual.
El impacto de las políticas de Trump en Venezuela dependerá de la evolución del panorama geopolítico y de la dinámica regional. No hay que olvidar que ya hubo un intento de derrocar el gobierno actual.
Fallido y que dejó mal sabor de boca en Miami, además. Si bien es probable que aumente la presión sobre el régimen de Maduro, el alcance de la intervención estadounidense sigue siendo incierto. Los países vecinos seguirán lidiando con las consecuencias humanitarias y económicas de la crisis venezolana, lo que requerirá cooperación regional y apoyo de la comunidad internacional.
A falta de conocer los nombres que protagonizarán estos cambios, porque es ahora cuando se están terminando de ajustar las responsabilidades y perfiles, un segundo mandato de Trump presenta importantes desafíos y oportunidades para México y América Latina.
Tanto Miami como Florida serán pieza clave en este panorama que requerirá diplomacia estratégica, diversificación económica, cooperación regional y un enfoque en abordar los desafíos sociales y de seguridad para garantizar la estabilidad y la prosperidad.
Si algo queda claro es que America First es lo que ha llevado a Trump de vuelta a la Casa Blanca.