“Aprender a hablar un idioma es mucho más que gramática”, sostiene Lena Franco (Bogotá, 1981), fundadora de Mango, una app para que los niños aprendan el idioma de manera divertida y a distancia. La aplicación se centra en niños que necesitan aprender inglés o español nativo. Aporta un dato interesante: “En América Latina solo el 1% de los niños van a un colegio bilingüe".
Mango permite que niños de entre seis y doce años hagan intercambio de idiomas por videoconferencia con un toque lúdico. Por ahora los intercambios se dan entre niños de Canadá, Estados Unidos, México y Colombia.
Las sesiones tienen lugar dentro de Zoom y todas quedan grabadas, además de contar con una plataforma de actividades que promueven la adquisición y refuerzo del conocimiento. Para hacer que el encuentro sea adecuado, que los niños tengan intereses comunes y la dinámica sea fluida, usan un formulario además de una evaluación de avance en conocimientos. Cada tres meses se realiza un examen para comprobar los avances.
Funciona bajo un modelo de suscripción, con una o dos sesiones por semana a un precio de 120 dólares cinco sesiones, o 20 sesiones por 400.
'Little teachers'
La fundadora es consciente de que en América Latina no todo el público puede costearse las clases. Para ellos ha creado lo que denomina Little Teachers, pequeños profesores. En esta modalidad las clases son gratuitas y los niños son los profesores de inglés. Lo hacen con la autorización y complicidad de los padres que los inscriben a sus hijos para que ejerzan de profesores para alumnos de América Latina.
“Comenzó como una iniciativa de un grupo de mamás de California. Y, lo cierto, es que a los niños les encanta enseñar, ejercer de profesores”, explica la emprendedora que arrancó con la iniciativa hace un año, pero ya desde Miami.
¿Por qué Miami?
“El mercado latino está más enfocado en Miami. Aquí no tratan de esconder el español. Frente al americano que solo sabe inglés, aquí es una ventaja, aquí no quieren que se pierda el idioma. Sin embargo, los niños no lo hablan tanto, por eso creo que nuestra iniciativa tiene tanto sentido”, remarca.
Cuando se mudó a Estados Unidos empezó a darse cuenta de que su hijo adoptó el inglés en cuestión de pocos meses. Y, de pronto, al poco de mudarse a Miami, llegó la pandemia. “En parte, lo hice para ayudar a mi hijo, Salvador. También, porque este boom de la virtualidad espero que nos deje cosas buenas a pesar de todo”, reitera.
En Mango cuentan con cuatro empleados y cuentan con una financiación pre-semilla, que espera pronto se convierta en su primera ronda de capital semilla.