La historia reciente de Granada con la inteligencia artificial está plagada de claros y oscuros, de luces y sombras a partes iguales. La ciudad andaluza encaraba, a estas alturas del pasado año, un momento dulce: convertida de facto en la capital de esta tecnología en Andalucía, candidata a albergar la sede de la Agencia Estatal de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA) y presumiendo de contar con una de las universidades más prolíficas en investigación dentro de este terreno. De todo aquello, apenas queda un rastro un curso más tarde.
Hoy, Granada acapara titulares por su lucha en los tribunales para revocar la decisión del Gobierno que llegó la Agencia a A Coruña. También por haber dado un sorprendente giro: de optar a acoger el ente que velaría por defender la ética y los valores europeos en la inteligencia artificial a recibir el premio de consolación de la sede europea de ADIA Lab, un laboratorio de investigación promovido por el gobierno de los Emiratos Árabes Unidos. Las controversias respecto a este acuerdo y sus implicaciones sobre los derechos humanos llevaron incluso a dimisiones clave dentro del consejo asesor de IA del gobierno nacional.
Pero, con la profundidad y el reposo que ofrece el paso del tiempo, recopilemos cada uno de estos momentos que ha vivido la ciudad de Granada en este último año: de soñar con estar en lo más alto en la carrera global por la inteligencia artificial a ser objeto de las críticas de la comunidad científica.
El punto de partida
Corría el año 1987 cuando la Universidad de Granada creó su departamento de Supercomputación e Inteligencia Artificial, a partir de equipos ya existentes de las áreas de matemáticas y estadística. Desde entonces, ha ido impulsando su alcance hasta convertirse -o al menos eso es lo que repiten algunos de sus rostros más populares en cada ocasión pública y en cada conversación privada- "en una de las más importantes del mundo en IA".
Personajes como Francisco Herrera, investigador de la UGR y el que fuera máximo responsable de la fallida candidatura granadina a la AESIA, se basan para defender su discurso en algunos datos muy lustrosos. Por ejemplo, un ránking de la Universidad de Stanford según la cual hay 25 profesores de la institución andaluza entre los 200 investigadores más citados en este campo.
Sin embargo, ese conocimiento que se gesta en la universidad no haya llegado a calar de forma sustancial en el tejido productivo al mismo ritmo que lo ha hecho su vecina Málaga, sin tanto ruido público, la que haya captado la atención internacional de compañías como Globant, que ha instalado su centro de inteligencia artificial a escala global en esa localidad, o Google, que dedica allí sus esfuerzos en materia de inteligencia artificial aplicada a la ciberseguridad. La presencia de eventos como el Digital Enterprise Show en Málaga y la carencia de una cita similar en Granada es otro buen reflejo de este dispar devenir de los acontecimientos.
La candidatura fallida de 2022
Granada estaba francamente convencida de que el Gobierno ubicaría en su ciudad la sede de la Agencia Estatal de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA). Pero el día del anuncio, a finales del pasado 2022, no se pronunció el nombre de la ciudad andaluza, sino el de A Coruña.
Incredulidad, asombro, rabia… Fue, en definitiva, un palo para el Ayuntamiento y la Universidad granadina, principales impulsores de la candidatura de Andalucía, región que ganó -por el contrario- la sede de la agencia espacial española.
Recordemos que la decisión del Ejecutivo se tomó "por unanimidad de la Comisión Consultiva tras superar el proceso objetivo y técnico de valoración de las 16 candidaturas presentadas, atendiendo a su vez al compromiso de descentralización del sector público del Gobierno y de la vertebración del territorio".
Emiratos Árabes: consolación y controversia
Así, el pasado marzo se produjo la firma entre la secretaria de Estado Carme Artigas y Horst Simon por el que Granada se convertirá en la sede europea del Adia Labs, un centro de investigación en inteligencia artificial respaldado por el fondo soberano Abu Dhabi Investment Authority (ADIA).
El propósito de esta institución (que dejará en Granada cinco millones de euros, la misma cantidad que hubiera destinado la AESIA) es "el intercambio científico y el crecimiento industrial" en tecnologías relacionadas con la inteligencia artificial. Principalmente, indicaron sus impulsores, con proyectos ligados al uso ético, fiable y sostenible de este avance de la técnica.
Sin embargo, las críticas de la comunidad científica, esa de la que la UGR presume formar parte, no tardaron en llegar. El dudoso historial en materia ética y de derechos humanos de los dueños de Adia Labs pone sobre la mesa dudas sustanciales acerca de la utilidad, intereses y transparencia del trabajo que este centro pueda llevar a cabo, así como de las colaboraciones que establezca con la propia Universidad de Granada.
Poco después de este anuncio, de hecho, tres investigadores abandonaron el consejo asesor de IA del gobierno español. Entre ellos, Carles Sierra, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (IIIA-CSIC), presidente de la Asociación Europea de Inteligencia Artificial (EurAI), que en declaraciones a AlgorithmWatch se negó a aceptar "una empresa conjunta de investigación con un fondo de inversión controlado directamente por el gobierno de los Emiratos Árabes Unidos, conocido por su falta de respeto por los derechos humanos".