El problema de la sequía en Cataluña ni es nuevo ni tiene visos de desaparecer, aunque de vez en cuando lleguen buenas noticias del cielo en forma de lluvia.
Eso obliga a las autoridades a vivir pendientes no sólo de la meteorología sino también de cómo reducir el impacto de la falta de agua. Y es ahí donde la innovación y la tecnología emergen con cada vez más frecuencia.
El Ayuntamiento de Barcelona ha decidido, en este sentido, centrar en este problema su campaña anual de búsqueda de proyectos innovadores de ciudad.
La Fundación BIT Habitat, la agencia municipal de innovación urbana, ha publicado recientemente la quinta convocatoria de 'La ciudad proactiva', ese llamamiento anual en el que se plantea un reto para que el ecosistema innovador de la ciudad aporte soluciones disruptivas.
Este año el reto se centra en la sequía y la escasez de agua, y cómo las ciudades pueden jugar un papel central en la mejora de la calidad de vida de las personas.
La convocatoria, trabajada conjuntamente con la empresa municipal Barcelona Ciclo del Agua (BCASA) y la Oficina municipal de Cambio Climático y Sostenibilidad, está dotada con 400.000 euros, de los que se destinarán entre 30.000 y 100.000 euros por proyecto, con el fin de financiarlo en un máximo del 80%.
El objetivo es obtener nuevas propuestas a través de la innovación urbana, que mejoren la gestión integral y sostenible del ciclo del agua, una gestión más eficiente que avance en la cultura del ahorro del agua potable y hacia una mayor sensibilización de los vecinos.
Es decir, el reto pasa por mejorar la relación de la ciudad y de la ciudadanía con el agua, en un contexto de emergencia climática y, en particular, de emergencia por sequía.
Las propuestas que se presenten deberán enmarcarse en alguno de los tres ámbitos concretos que contempla la convocatoria: la gestión del agua en el espacio público, colectivo y comunitario, la infraestructura y los sistemas de agua en los edificios, o bien la corresponsabilización y sensibilización hacia el agua.
Todas las soluciones que se planteen deberán ser escalables y replicables, con el fin de poder prever una implantación en un contexto global de ciudad. En este sentido, y como en todas las convocatorias de esta iniciativa desde que se puso en marcha en 2020, las soluciones escogidas se acabarán testando y probando en el entorno real urbano de Barcelona.
Los grandes ámbitos sobre los que va a girar esta convocatoria son la gestión del agua en el espacio público, colectivo y comunitario; la infraestructura y sistemas de agua en los edificios; la corresponsabilización y sensibilización hacia el agua; y los proyectos de innovación urbana, de alto impacto y bottom-up.
En relación con el primer ámbito, se trata de obtener soluciones de gestión del agua en el espacio público o en los espacios colectivos o comunitarios capaces de optimizar tanto su aprovechamiento en el corto y largo plazo, como el modelo de instalación y mantenimiento de las mismas soluciones, con el fin de contribuir a incrementar la resiliencia de la ciudad ante sequías.
A modo de ejemplos no prescriptivos se encuadrarían en este campo las acciones innovadoras de drenaje y depuración, renaturalización, gestión y uso del agua en equipamientos, sistemas de limpieza o riego, fuentes ornamentales o potables, etc.
En cuanto a la infraestructura y sistemas de agua en los edificios, las propuestas deben aportar mejoras sustanciales en la gestión del agua en el parque de viviendas y otros edificios ya construidos con el fin de contribuir al ahorro integral de agua potable, incluyendo acciones como recogida y reaprovechamiento de aguas pluviales y grises, regeneración de agua, eficiencia en el uso de electrodomésticos y sanitarios, aprovechamiento de agua regenerada para aumentar la circularidad del sistema y usos del agua, etc.
La corresponsabilización y sensibilización hacia el agua, por su parte, se basa en propuestas que deberán incrementar el grado de concienciación y cultura hacia el recurso del agua mediante soluciones o acciones innovadoras que involucren a diferentes agentes y sectores económicos, tanto a partir de instrumentos, como la ciencia ciudadana, la educación, la formación, los nudges, etc., como con soluciones que generen un cambio sistémico en el uso del agua en ámbitos específicos, como el turístico, el deportivo o el comercial (entre otros), y consigan un cambio sistémico del recurso.
Plazo abierto
La quinta convocatoria de 'La ciudad proactiva' estará abierta hasta el 20 de mayo. La previsión es que las propuestas se seleccionen en verano. Está llamado a participar el ecosistema innovador, es decir, pequeñas empresas, empresas emergentes, cooperativas, centros de investigación e innovación, universidades, fundaciones, asociaciones, con especial valoración de entidades que trabajen con enfoque interdisciplinario o con una aproximación multiactor.
Las propuestas de innovación urbana que deben presentar estos agentes deberán presentar un alto impacto demostrable, ser bottom-up, es decir promovidos desde abajo, ejecutables a corto plazo y escalables y sostenibles.
Este tipo de iniciativas locales no son las únicas que se están llevando a cabo en Cataluña en torno al problema de la sequía.
D+I ya contó en su día cómo organismos como la Agencia Catalana del Agua (ACA) lleva tiempo aplicando un sistema para generar alertas automáticas.
Y eso es posible gracias a que el ACA tiene sensorizadas todas esas unidades de abastecimiento. Los datos sobre la capacidad en tiempo real de las unidades de explotación sumados a los que ofrecen las diferentes estaciones climáticas hacen posible que se puedan analizar de forma automática para generar alertas personalizadas ya no sólo por territorios muy pequeños sino incluso por sectores dentro de un mismo territorio.
Dicho de otro modo, el sistema predice el nivel de alerta (Normalidad, Alarma o Excepcionalidad) gracias a los datos y una plataforma diseña de forma automática las diferentes medidas, personalizadas por núcleos de población o consumo por sectores.
El sistema de monitorización permite, además de controlar las restricciones de una manera eficiente -que nadie consuma de más, pero que nadie consuma de menos-, que la Generalitat, en casos extremos, pueda poner a trabajar sus desaladoras a pleno rendimiento en el momento en el que el sistema detecte una inminente situación de desabastecimiento.