Un buen proyecto de I+D+I debe complementarse con dos visiones: la técnica y la gestora del futuro negocio. Para complementar la carencia de uno de estos pilares, los centros tecnológicos son un vector clave, es decir, para lograr no solo que una idea se transforme en un proyecto de innovación, sino que gracias a ella se obtengan unos buenos resultados y así poder dar el salto de la fase de investigación a la de mercado.
¿Cómo lo consiguen? Con formación. Tanto interna, dentro de los institutos para tener equipos que estén actualizados en el ámbito técnico, como externa, en el ámbito de la gestión, para ser capaces de transmitir ese conocimiento al tejido empresarial, con el que trabajan codo con codo y lograr así un sistema de innovación más competitivo.
En el primero de los casos, Elena Cortés, responsable del área Técnica de la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (REDIT), señala que con el objetivo final de "fortalecer" el tejido empresarial hay que dotarle de los medios que le permitan ganar en competitividad. Los centros de esta red están especializados en las tecnologías más disruptivas en los diferentes sectores industriales, pero ¿cómo transformar ese conocimiento en una ayuda eficiente a las empresas? La respuesta es la formación interna de sus plantillas para dotarse de herramientas y metodologías que les permitan ayudar a las compañías que quieran innovar.
Así, el perfil de los alumnos de los cursos que planifica REDIT para los empleados de los institutos tecnológicos es muy variado: desde los propios investigadores hasta los responsables de las áreas técnicas de los centros, pero también los gestores de proyectos de I+D+I. Precisamente por eso, los bloques de la programación formativa abarcan todos los ámbitos: gestión de proyectos (cómo justificar económica y técnicamente un proyecto europeo); comunicación (cómo presentar proyectos y sus resultados de forma convincente o cómo escribir textos científicos y preparar propuestas de proyectos); explotación de resultados (cómo elaborar un plan de negocio en un entorno científico a partir de unos resultados o las opciones legales y de mercado que existen para lanzaro); habilidades transversales (cómo orientar una investigación para obtener una patente o cómo gestionar equipos y liderazgos en proyectos colaborativos), y, por último, tecnologías habilitadoras para no expertos.
En este último caso, se han abordado tecnologías como el internet de las cosas y el big data, ciberseguridad y fabricación avanzada, con el fin de "acercar las a los procesos industriales de las empresas y convertirlos en más competitivos".
Transmitir conocimiento
Y es "el enfoque tecnológico, el innovador y, sobre todo, el hecho dar la formación más actual al sector empresarial" lo que caracteriza la otra cara de la formación: la que a su vez ofrecen los centros tecnológicos a los profesionales del tejido productivo, como en el caso de Inescop con las empresas del calzado, subraya Rosana Pérez, responsable de Formación de este centro de REDIT.
"Ofrecemos conocimientos y competencias especializadas" en cada uno de los sectores industriales y eso es lo que les diferencia de la formación tradicional: el ser capaces de incorporar en sus cursos los últimos avances y poder formar a las empresas para impartir ese conocimiento y seguir ganando en competitividad.
En este sentido, la responsable de Inescop recuerda que en sus formaciones de larga duración hay módulos sobre robótica especializada "cuando nadie imparte robótica en calzado". Además, también se programa un bloque especializado en innovación en confort, "una demanda muy actual entre el consumidor", destaca Pérez. "Sin dejar de lado la transversalidad de la formación, intentamos centramos en nuestra especialidad: la parte técnica, el control de calidad, la biodegradabilidad de los materiales, sostenibilidad aplicada al sector…", matiza Pérez.
"Hay empresas que tienen asumida la cultura de la formación y la voluntad de estar al día y actualizadas con las últimas tendencias tecnólogas y cada año mandan a profesionales a formarse", puntualiza Pérez, que recuerda que en 2019 un total de 366 empresas inscribieron a sus técnicos en estas formaciones especializadas, en las que participaron más de un millar de personas (entre 600 técnicos de empresas, recién titulados que buscan una especialización, desempleados…).
¿Qué buscan estas personas ajenas al mundo empresarial que se inscriben en estas formaciones? "Sobre todo una inmersión en el sector: es formación muy específica y está muy orientada" a la gestión de la innovación y se centran, sobre todo, en aspectos técnicos y tecnológicos de los procesos de fabricación, pero también en diseño. Por ejemplo, Pérez señala que en el máster que imparten en la Universidad de Alicante -diseño, nuevas tecnologías y gestión de la innovación en el sector calzado- se presentan desde titulados universitarios hasta profesionales de la industria que quiere adquirir una certificación oficial.
Cambios por la Covid-19
En 2018, REDIT impartió ocho cursos (140 participantes) y en 2019 siete (160 alumnos), este año el reto eran 13 cursos, pero la crisis por la Covid-19 ha obligado a readaptar la planificación y sumergirse en los formatos virtuales con sesiones más dinámicas. El reto es mantener la programación.