Como suele decirse en estos casos, David venció a Goliat. Aunque, bien mirado, este David, encarnado por el ecosistema de startups valenciano, ha demostrado tener músculo suficiente como para enfrentarse a cualquier gigante. Y más si los argumentos judiciales juegan a su favor.
En su pugna judicial con Fosbury & Sons por la gestión de la antigua Estación Marítima de Valencia durante los próximos 25 años, el juzgado de lo contencioso administrativo número 2 ha dado la razón a la candidatura valenciana, según ha publicado el periódico Valencia Plaza.
Y lo ha hecho anulando la adjudicación que en su día entregó la concesión a la empresa belga.
La Justicia valenciana tenía pendiente desde hace dos años la resolución de un conflicto por la concesión de la antigua Estación Marítima, cuya gestión corresponde al Consorcio Valencia 2007 -en la que participan la Generalitat Valenciana, el Estado y el Ayuntamiento de la capital del Turia-.
Este organismo adjudicó la concesión del citado edificio a finales de 2018 a la empresa belga Fosbury & Sons. Su proyecto, la ‘Valencia Innovation Bay’, según la comisión que adjudicó el proyecto, ofertaba un desarrollo complementario a la oferta que ya existía en La Marina.
En esta zona del Puerto de Valencia, cabe recordar, cohabitan proyectos de aceleración de startups y desarrollo de iniciativas tecnológicas como Marina de Empresas o Innsomnia.
Pero esta adjudicación a Fosbury & Sons, por 25 años, quedó en suspense tras un recurso de la oferta contra la que compitió en el proceso de licitación.
No era una oferta cualquiera. Se trataba de un proyecto con inversores valencianos y apoyos locales, nacionales e internacionales liderada por la Asociación Valenciana de Startups -Startup Valencia-, un conglomerado empresarial que busca convertir la ciudad en un referente de innovación y tecnología que impulse la transformación y competitividad de la economía.
Además de consolidarse como colectivo con la organización de todo tipo de eventos para conseguirlo, uno de sus proyectos estrella era el ‘Valencia Innovation District’.
Su vocación era la de destinar este espacio a albergar a empresas y startups del sector tecnológico y digital, lo que supondría, según sus previsiones, un total de más de 500 profesionales trabajando bajo un mismo espacio.
Pues bien, este ambicioso proyecto con acento valenciano se vio superado en la adjudicación por la oferta del gigante belga. Sin embargo, el proyecto valenciano advirtió posibles incumplimientos del pliego de condiciones por parte de Fosbury & Sons.
No se ajustaba a los pliegos
Con la asistencia letrada del despacho de abogados DWF-RCD, decidió presentar un recurso que ahora ha sido admitido.
Tal y como informó la parte recurrente en un comunicado, "la sentencia declara probado que la oferta presentada por Fosbury no se ajustaba a los pliegos, tal y como ya defendió Valencia Innovation District ante el Consorcio Valencia 2007 durante el proceso de licitación".
Según explica este mismo comunicado, el fallo "anula la adjudicación de la concesión de uso como hub tecnológico del edificio de la antigua estación marítima de La Marina de Valencia a favor de la sociedad belga".
Según advierten varias fuentes consultadas, el recurso presentado en su día y que ahora ha sido admitido sigue los mismos argumentos aportados durante el proceso de licitación y adjudicación.
El canon a satisfacer por la explotación de este espacio parece estar detrás de todo el conflicto. Así, la empresa belga habría presentado en su oferta un canon variable, cuando los pliegos instaban a satisfacer un canon fijo.
El proyecto valenciano habría presentado una propuesta de más de 15.800 euros al mes, mientras que la iniciativa belga escalonaba los pagos según una división en tres fases.
El juez ahora ha estimado que efectivamente no es posible valorar la oferta económica de los belgas mediante la fórmula prevista en los pliegos.
La pregunta ahora es evidente. ¿En qué situación queda el proceso? Lo que está claro es que la adjudicación se ha anulado y, por tanto, el proceso, en teoría, debería reiniciarse de nuevo.
Aunque los impulsores del proyecto valenciano no han querido valorar de momento esta sentencia más allá del comunicado emitido, parece obvio que su interés por gestionar este espacio sigue intacto.
No parece tan clara la postura de la otra candidata y en un primer momento adjudicataria del proyecto.
Desde la firma del contrato, que debía ser la antesala de una inversión millonaria que nunca se acometió debido al recurso judicial, la compañía belga ha ido perdiendo fuerza con movimientos empresariales como la venta de la filial adjudicataria del proyecto, que tampoco se llegó a materializar.
Esa pérdida de fuerza contrasta con el músculo demostrado por el ecosistema innovador y tecnológico valenciano, que en su día apostó fuerte por esta concesión y, viéndose superado en la vía administrativa, siguió unido peleando por que se hiciera justicia en los tribunales.
El futuro dirá si, en caso de que se reabra el proceso, el Valencia Innovation District acaba haciéndose un hueco en La Marina de Valencia.