Alimentación saludable y sostenible, pero también deseable por el consumidor. Estos son los tres requisitos para que un producto alimenticio innovador tenga cabida en el mercado y llegue a las estanterías de nuestros supermercados. Se busca que el alimento del futuro no solo tenga un impacto positivo en el medioambiente, es decir, que su producción sea más sostenible, sino que también es imprescindible un impacto positivo en nuestro organismo.
“Gracias a la innovación tecnológica es posible hacer un producto que esté rico para un futuro sostenible”, asegura en una entrevista a D+I Beatriz Jacoste, directora de KM Zero Food Innovation Hub. Los nuevos alimentos que salgan al mercado, insiste, no solo tiene que estar bueno y sentar bien al consumidor, si además se quiere el éxito deben ser “accesible, es decir, que los pueda pagar”.
“Tiene que ser viable económicamente y posible en capacitación técnica industrial, pero tiene que ser acogido por el mercado”. Por ello, KM Zero Food Innovation Hub apuesta por introducir en su organigrama “antropólogos que estudian la aceptación de un producto por parte del consumidor, sin las barreras que tienen las respuestas a una encuesta” tradicional.
La tendencia de buscar alternativas
Quizá una de las tendencias más auge en estos momentos en el sector de la alimentación, aunque no nueva, sea la de las proteínas alternativas. “En el mercado existen desde hace tiempo, por ejemplo, las ‘hamburguesas’ de base vegetal, pero ahora hay una evolución de las proteínas alternativas con la posibilidad de ‘cultivar’ carne en el laboratorio. Y esto ha llegado ya a oídos del consumidor”, apunta Jacoste.
En definitiva, se trata de productos de base animal que se pueden cultivar en el laboratorio y que no parten de proteínas vegetales, sino que “parte de la misma célula madre de la que está compuesta ese producto y se puede desarrollar en un laboratorio”. No solo se está desarrollando con la carne animal, sino también con mariscos, pescados e, incluso, leche.
“Estamos buscando formas para producir alimentos sin consumir tantos recursos naturales”, señala Jacoste, en referencia a esas alternativas que puedan “complementar” la oferta en el mercado. Así, la responsable de este hub de innovación alimentaria también destaca el auge de las proteínas vegetales que “cada vez son más ricas y ya son alternativas reales”.
Por ello, llama la atención que detrás de este hub esté un productor de la industria alimentaria tradicional como Grupo Martínez. KM Zero Food Innovation Hub “nace para apoyar a emprendedores del sector, pero también para identificar nuevas ideas de desarrollo del propio negocio, porque el grupo considera que puede evolucionar, crecer y ocupar nuevas oportunidades”.
El objetivo es convertirse en “el Think Tank de habla hispana de referencia en el sector” de alimentación y todas sus industrias auxiliares. Así en sus tres años de trayectoria han formado “una red de personas y empresas del ecosistema que abogan como nosotros por crear un futuro mejor de la alimentación”.
Se trata de una iniciativa privada dedicada a generar productos y soluciones que den respuesta a los principales desafíos del sector de la alimentación: desperdicio alimentario, reducción del plástico, proteínas alternativas, entre otras. Para ello, conecta a quienes “lideran la revolución de la alimentación: startups, centros de investigación, líderes de opinión e industria” para crear un ecosistema de innovación abierta especializado.
Inversiones en startups
Aunque Jacoste destaca, entre otras, la labor inversora de este hub de la alimentación, más allá de la participación financiera, también se realiza un “acompañamiento” a la startup para convertir “el desarrollo de la idea en un concepto de negocio viable y sostenible”.
El reto es ayudarles a “transformar una buena idea en un producto de escala industrial para poder llegar al mercado”. En ocasiones se precisa de inversión o financiación, pero en otras se favorece la ejecución de un piloto industrial “ya sea en nuestra propia fábrica o en empresas del ecosistema”.
Así, la directora de KM Zero destaca que, en este “viaje” del concepto al mercado, el hub se convierte en “un inversor estratégico que no solo aporta capital, sino mucho know how industrial para superar todos los retos que se puedan encontrar, ya sean legislativos, de producción o logísticos”.
Por el momento, KM Zero Food Innovation Hub participa en la financiación de seis pymes disruptoras en diferentes ámbitos del sector. Así, destaca Koroko, un producto de huevos de sabores, como ajo, trufa, jamón o queso azul; o Aldous Bio que comercializa superalimentos como chlorella y espirulinas ecológicas.
Trillions desarrolla proteínas de insectos, en concreto grillos, para el sector de la nutrición deportiva, es decir, productos de consumo como suplementos alimenticios o barritas proteicas. Por su parte, Biofly Tech centrada en la producción de piensos para animales basados en proteína de alta calidad procedente de insectos.
Más allá del ámbito estricto de la alimentación, destaca Trazable, una startup que desarrolla una plataforma blockchain paras las cadenas de suministro de la industria alimentaria; así como Lumensia, centrada en el desarrollo biosensores y sistemas para el control biológico en aplicaciones de seguridad alimentaria, control medioambiental, veterinaria y salud.
Después del verano de este 2021, KM Zero va a lanzar una campaña para atraer proyectos innovadores del sector. Los emprendedores escogidos estarán “mentorizados por la red de embajadores KM Zero Squad, compuesto por líderes de opinión, empresarios de startups unicornios, grandes empresas, inversores, científicos especializados” en la alimentación.
¿Por qué un 'hub' de innovación alimenticia?
Este hub es una iniciativa del Grupo Martínez que responde a su “vocación de adelantarse a los retos del sector y para conocer las soluciones que ya existen en el mercado”. En estos años ha evolucionado la forma y la actividad de este hub y, aunque persiste “siempre el foco para nutrir al grupo de innovaciones que pueda ser útiles”, se ha abierto a identificar soluciones útiles a otras industrias.
“Si en un inicio solo trabajábamos en innovaciones interesantes para el Grupo Martínez, en aplicación directa, ahora también buscamos soluciones para todo el ecosistema que gira en torno al alimento, es decir, toda la cadena de valor”, incide la responsable de KM Zero.
De este modo, si se detectan proyectos que, aunque no sean interesantes para el grupo matriz, sí que podrían encajar por su alto valor añadido “a industrias amigas del ecosistema con las que compartimos estas oportunidades de inversión”.
El objetivo final es “apoyar a emprendedores del sector”, por lo que, incide, “si la red de empresas colaboradoras es más amplia, más oportunidades de plataforma tendrá el emprendedor”.
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