En el Día Mundial del Medioambiente, la inversión de impacto cobra si cabe más importancia por su poder transformador de la economía con el foco puesto en la sostenibilidad y la justicia social, pero también por los retos que afrontará en el futuro como los que llegan de la mano de la inteligencia artificial.
Desde la irrupción de ChatGPT en otoño de 2022, no hay sector tecnológico que no esté ya mirando de reojo, incluso implementando ya directamente, la IA generativa en sus procesos internos.
La inversión de impacto, que viene marcando una senda de crecimiento al alza notable en nuestro país con un 2023 muy positivo, no podía quedar al margen de las fortalezas que puede aportar la tecnología del momento, pero también de los riesgos que entraña.
Según explica a DISRUPTORES - EL ESPAÑOL, José Luis Ruiz de Munain, director general de SpainNAB la la IA ha transformado múltiples sectores y, como no podía ser de otra manera, "su impacto en la inversión de impacto es un tema de creciente interés".
"Puede ser tanto un aliado como un rival para la inversión de impacto, dependiendo de cómo se gestione y se enfoque su implementación. Como aliado, al tener la posibilidad de analizar grandes volúmenes de datos, la IA tiene el potencial de amplificar el impacto positivo de las inversiones mediante la mejora de la eficiencia, la medición y gestión del impacto, así como la promoción de innovaciones en sectores críticos", argumenta Ruiz de Munain.
Sin embargo, existe la cara B de la moneda. "También puede actuar como un rival si desplaza recursos y la atención de los objetivos sociales y ambientales en favor de proyectos de alta rentabilidad financiera, pero de menor impacto social", añade el director general de SpainNAB.
¿Cómo puede afrontar este hándicap la inversión de impacto? Ruiz de Munain aporta una de las claves: priorizar un enfoque estratégico e inclusivo hacia la IA. "Hay que asegurarse de que las tecnologías se alinean con los principios de sostenibilidad y justicia social. Esto incluye establecer marcos éticos, promover la inclusión digital y priorizar proyectos que utilicen la IA para resolver problemas sociales y ambientales significativos".
De la capacidad para lograr este enfoque inclusivo de la IA dependerá, en parte, la evolución de un sector, el de la inversión de impacto, que en España pisa el acelerador con un cambio de conciencia que avanza a buen ritmo, pese a que el camino por recorrer todavía el largo.
El informe La Oferta de Capital de Impacto en España en 2022, publicado por SpainNAB en octubre del año pasado, es la prueba fehaciente del cambio en la mentalidad de inversores y financiadores, que buscan cada vez más, no sólo una rentabilidad financiera, sino también un impacto social y medioambiental positivo en sus inversiones.
"Sin embargo, no podemos ignorar que todavía existen muchos desafíos para el sector de la inversión de impacto y por ese motivo hemos impulsado desde SpainNAB un nuevo estudio enfocado en la demanda de capital de impacto, para mostrar una imagen clara de la situación actual de las organizaciones de impacto y sus necesidades de financiación", incide Ruiz de Munain.
Los resultados avalan las "altas necesidades de financiación de las organizaciones de la economía de impacto", motivadas por el escenario de expansión en el que se encuentran una buena parte de ellas y por su mayor actividad inversora e innovadora.
En concreto, el estudio revela que el 77,6% de las organizaciones de impacto, alrededor de 26.627, tuvo necesidad de financiación en 2022, frente al 56,2% de las pymes.
Sin embargo, todavía sigue siendo un obstáculo el acceso a la financiación para estas organizaciones en el 62% de los casos, frente al 49% de las pequeñas y medianas empresas, "por lo que esperamos que gracias a estudios como este se pueda seguir avanzando para cerrar las brechas existentes todavía".
A su vez, es importante destacar que estas organizaciones tienen una situación económico-financiera mejor que la de las pymes españolas, con un mayor porcentaje de organizaciones en crecimiento (38,4% frente a 29,4%) y mejorando su situación financiera (24,2% frente a 7,3% en las pymes), así como con unas mejores perspectivas económicas a corto plazo tanto de crecimiento de ingresos como de creación de empleo.
Impulsar la colaboración público-privada
El informe también revela que hasta ahora los fondos de capital privado se han situado como los principales impulsores de la inversión de impacto, aunque el sector público también está dando grandes pasos en este sentido, a través de entidades de referencia como COFIDES o el Instituto de Crédito Oficial (ICO) que están impulsando diversos instrumentos, como el Fondo de Impacto Social (FIS).
Para avanzar y recortar distancias con los países del entorno, y afrontar con mayores garantías los desafíos que llegan -por ejemplo, de la mano de la inteligencia artificial- "es necesario continuar impulsando la colaboración público-privada lograda hasta la fecha para que que nuestro país se posicione como un referente europeo".
Las iniciativas europeas
Los datos aportados por SpainNAB no dejan lugar a dudas. Países como Reino Unido cuenta con ejemplos de inversión de impacto a través de fondos de origen público-privado como el Big Society Capital, el cual se financió en 2010 con 600 millones de libras y, en la actualidad, ha movilizado 400 millones de capital privado adicional hasta un total de 1.000 millones de libras en activos bajo gestión.
Por su parte, Portugal también se ha posicionado como un referente europeo en la financiación a la innovación social a través de la iniciativa pública. Ruiz de Munain señala a Portugal Innovación Social, "que moviliza ya cerca de 150 millones de euros de fondos europeos; el diseño de los llamados “Contratos de Impacto Social”, conocidos en el mundo anglosajón como los Social Impact Bonds; o la participación accionarial en empresas de impacto social".
Otro ejemplo europeo de éxito ha sido la regulación de la Ley de Ahorro/previsión solidaria a través de fondos 90/10 en Francia. Este modelo tiene un carácter híbrido, en el que un 90% se invierte en activos cotizados con criterios ESG que otorgan al conjunto del fondo liquidez diaria y un binomio rentabilidad/riesgo ajustado a mercado, mientras que el otro 10% se invierte en empresas de la economía social que aportan un alto impacto social o medioambiental al conjunto del fondo.
"En este campo, nuestra propuesta es clara. Se puede elaborar una Ley del Ahorro Solidario inspirada en el modelo francés y extender la obligación de ofrecer productos 90/10 a las Sociedades Gestoras de Instituciones de Inversión Colectiva", defiende el director general de SpainNAB.
"España debe aprovechar esas experiencias de éxito de sus países vecinos para coger impulso y consolidar la inversión de impacto y desde SpainNAB seguiremos trabajando de forma continuada como hemos hecho hasta ahora con las instituciones y representantes públicos y políticos para avanzar en la generación de una economía de impacto sólida en nuestro país", concluye.
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