Si la digitalización ha llegado para quedarse, no es menos cierto que las nuevas generaciones están impulsando proyectos disruptivos de impacto que ponen la tecnología al servicio de valores encaminados a construir una sociedad más justa e igualitaria, entre ellos el compromiso con los más desfavorecidos y el cuidado del planeta.
Blue Banana es el ejemplo paradigmático de que la rentabilidad empresarial no está reñida con la construcción de un nuevo modelo económico y social donde nadie quede descolgado. La compañía de ropa española ha cerrado su quinto año de andadura con una facturación de 7,4 millones de euros, casi el doble que en 2020.
Y los buenos resultados económicos han venido de la mano de una estrecha colaboración con Naciones Unidas para compensar a través de su participación en proyectos sociales y medioambientales su huella de carbono.
De hecho, esta es una de las principales señas de identidad de este proyecto textil de la era digital que se gestó a bordo del Interrail cuando sus fundadores no alcanzaban ni siquiera la veintena -en la actualidad tienen 25 años-.
"Con 19 años hicimos un viaje en Interrail por Europa y comenzamos a idear el proyecto, en concreto en Amsterdam. Allí se originó nuestra famosa X, el logo de la marca, la cual nos tatuamos ambos", explica a D+I Nacho Rivera, uno de los impulsores de Blue Banana.
Los inicios en un trastero
Reconocen que, al igual que el resto de los jóvenes de su generación, se sentían atraídos por las marcas que estaban comenzando a ser conocidas en las redes sociales. Con solo 3.000 euros, "sin experiencia alguna, pero con muchas ganas" -matizan- se lanzaron a crear una marca que transmitiera su forma de ver el mundo.
Les resulta difícil evitar una sonrisa al recordar sus comienzos en el trastero de la abuela de Juan Fernández-Estrada -el otro cofundador de la marca-. "Llevábamos cada día personalmente las prendas que nos preparaba una costurera de Madrid", puntualiza Rivera.
O la anécdota de aquella primera Navidad en la que se vieron desbordados por los pedidos y tuvieron que pedir ayuda a familiares y amigos. "También fue divertido el año que pasamos de intercambio: uno en Francia y el otro en Canadá gestionando la marca como podíamos entre clase y clase y con todas las dificultades del horario y la lejanía de España", recalca Fernández-Estrada.
Sin embargo, unos años después el esfuerzo ha dado sus frutos y Blue Banana se ha convertido en 2021 en la primera marca española de ropa en negativizar su huella de CO2.
Una estrategia omnicanal
La compañía cerró el año pasado con una facturación de 7,4 millones de euros, lo que supone un crecimiento de más del 84% de ventas frente a 2020. Los ingresos del año proceden en un 78% de ventas online y el 22% restante, de offline.
Estas cifras apuntalan su consolidación en el mercado online tras superar en más de un 76% sus ventas digitales frente a las que obtuvo en 2020 y alcanzar los 5,8 millones de visitas en su página web, una subida del 80% frente a los números del año anterior.
La marca, que apuesta por una estrategia omnicanal, cuenta con tres tiendas físicas situadas en Madrid, Barcelona y Valencia. Para este 2022, planea seguir con su crecimiento nacional y llegar a Sevilla y Bilbao, además de abrir un segundo espacio en la capital.
Por otra parte, cabe destacar que durante 2021 comenzó a vender a través de su ecommerce en Francia y Alemania y en este año prevé consolidar su expansión internacional en Europa y Latinoamérica.
Pero el proyecto de Blue Banana no se entendería en su conjunto si no descendiéramos a su faceta más comprometida por el entorno que le rodea y que le ha llevado a colaborar con Naciones Unidas en la construcción de un mundo sin tantas desigualdades.
De hecho, uno de los hitos del 2021 más importantes para la marca ha sido la colaboración con la startup de inteligencia medioambiental Dcycle.
Gracias a esta unión, se ha convertido en la primera firma de ropa española en negativizar su huella de carbono y lo ha logrado al invertir el equivalente al doble de sus emisiones en proyectos medioambientales avalados por las Naciones Unidas.
Este avance y compromiso ha venido de la mano del lanzamiento de su última colección AW21, la más grande hasta el momento que cuenta con más de 100 prendas elaboradas con algodón orgánico y poliéster reciclado.
Inserción laboral de personas con discapacidad
Blue Banana también se ha involucrado en otros proyectos solidarios y sostenibles como la reforestación del Mediterráneo que coordina Hidden Deserts, la plantación de árboles en África a cargo de Trees.org, el fomento del uso de fibras ecológicas y recicladas en la industria textil a cargo de Pytatex y la inserción en el mundo laboral de personas con discapacidad intelectual que lidera la Fundación Prodis.
"Por otro lado, siempre hemos trabajado para que las prendas sean lo más sostenibles posibles, siendo conscientes de que el camino no iba a ser fácil", comenta Juan Fernández-Estrada.
"El textil es uno de los sectores más contaminantes del planeta", insiste Nacho Rivera, "de ahí la importancia de ser conscientes y tomar medidas para que nuestra huella se minimice".
Parece un reto inalcanzable pero desde Blue Banana están convencidos de que es posible lograrlo. "Obviamente no son opciones sencillas ni económicas, pero sí necesarias. Vimos que había marcas con iniciativas similares para neutralizar su CO2 y nos pareció fantástico, pero no era suficiente".
Blue Banana subió la apuesta y fue un paso más allá. "Decidimos compensar el doble de nuestras emisiones. Somos la primera firma de ropa en España que lo hace, pero esperamos no ser la única", sentencian.