El emprendedor ¿nace o se hace? Esta disertación podría dar lugar a horas y horas de profunda reflexión, pero lo que no acepta discusión alguna es que para adentrarse en la aventura que conlleva poner en marcha una startup son necesarias altas dosis de arrojo, creer en uno mismo... y una pizca de locura.
Exactamente, esa virtuosa mezcla de elementos que, en ocasiones, enciende la mecha de la genialidad -incluso puede llegar a rozar el delirio transitorio- y alumbra proyectos de disrupción e innovación hasta ese momento inexplorados.
Algo similar debió experimentar la persona del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en concreto del departamento de nutrición de plantas del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC) en Murcia, cuando un buen día cogió el teléfono y escuchó al otro lado a un emprendedor que preguntaba si conocía la existencia de estudios para cultivar algodón sin suelo.
Aquel intrépido interpelante era David René Rodríguez, profesional con amplia experiencia en la industria textil -vivió dos años en Túnez y cuatro en Bangladesh- que ha trabajado para la mayoría de grandes grupos empresariales españoles del sector.
Precisamente, ese conocimiento a fondo de la industria textil le llevó a explorar, a su regreso a España, nuevas vías de fabricación del algodón que fueran más sostenibles y que permitieran a nuestro país no depender tanto de Asia en esta materia prima crucial para la confección de ropa.
"Mi interés se centró en los procesos de producción de algodón, una actividad agrícola bastante desconocida dentro de la industria de la moda. Descubrí que, ya en el año 2019, más del 40% del algodón producido en España se exportaba a Bangladesh", indica a D+I el emprendedor. Y de los datos David pasó a pisar el terreno para conocer mejor aquella realidad.
"Visitando la zona del Bajo Guadalquivir, como Lebrija y Las Cabezas de San Juan, conocí a los agricultores y me di cuenta de que enfrentaban problemas comunes a otros agricultores europeos, como la falta de relevo generacional, la escasez de mano de obra y de agua, así como las plagas", añade.
"Visitando el Bajo Guadalquivir, los agricultores se enfrentaban al relevo generacional, la escasez de agua y de mano de obra, al igual que los productores europeos"
Un caso particularmente llamativo fue el de un agricultor que planeaba jubilarse y alquilar su finca para la instalación de placas fotovoltaicas por una multinacional del delivery. "Quedé sorprendido", afirma. Los testimonios recabados le llevaron a tocar la puerta del centro de investigación que mejor podía orientarlo para enfocar su proyecto disruptor.
De esta forma se gestó la intrahistoria de Mediterranean Agro Technologies (Magtech), que echaba a andar -al menos como idea- con aquella llamada al CSIC donde el emprendedor corroboró que estaba en el camino correcto: "Desde el CEBAS-CSIC llevamos 40 años haciendo cultivo sin suelo con cítricos, higueras, arándanos... pero nunca nadie nos había propuesto hacerlo con algodón", obtuvo como respuesta.
Algodón de muy alta calidad y sostenible
En la actualidad, tras tres años de investigación en el laboratorio y un inestimable apoyo del CSIC, la compañía emergente está iniciando el desarrollo de soluciones propias enfocadas directamente al cultivo del algodón, a través de su propio método de producción de cultivo sin suelo, y con el objetivo de fabricar un algodón de muy alta calidad.
Los primeros avances son palpables y certifican que aquella conversación telefónica tenía todo el sentido del mundo. "Hemos logrado reducir el consumo de agua en más de un 75%, duplicar el rendimiento medio por hectárea del cultivo convencional de algodón en campo abierto y cuadruplicar el rendimiento de una hectárea de algodón orgánico", puntualiza a D+I.
Además, la startup está adaptando variedades de algodón más tropicales, típicamente cultivadas en latitudes cercanas al Trópico de Cáncer, para su viabilidad en las latitudes de España (38-39 Norte). Estas variedades de algodón tropical son de mayor calidad y, por lo tanto, orientadas a un segmento de mercado de mayor valor.
Actualmente, la empresa está enfocada en mercados de alto valor como Reino Unido, Francia, Suiza e Italia.
"Curiosamente, en España aún no tenemos presencia; somos una de esas empresas que nacen con una vocación exportadora. Para 2024, aspiramos a producir la mejor calidad de algodón del mundo en España y lanzar nuestra propia marca de algodón, además de expandir nuestra presencia en nuevos mercados y escalar nuestra producción".
Por otra parte, es reseñable que Magtech lograra en 2023 un hito en el cultivo del algodón: cosechar algodón tres veces de una misma planta, y ya dispone de plantas que han cumplido dos años produciendo algodón.
Rentabilidad: la clave de su éxito
"Este logro es relevante, considerando que en el campo la vida útil de una planta de algodón -al igual que la mayoría de los cultivos- es de unos 150 días con una sola cosecha, después de lo cual las plantas se retiran y se comienza de nuevo el siguiente año", detalle el emprendedor.
En este tiempo desde su creación, Magtech ha participado en el programa de aceleración de Lanzadera en Valencia, así como en AriHub: Agro-Rural Innovation Hub y, recientemente, ha entrado en el prestigioso programa de aceleración Carbon13 en Cambridge (Reino Unido).
En el desarrollo y consolidación del proyecto, Magtech ha contado también de forma destacada con el apoyo del CSIC y, desde principios de 2013, con la Fundación Cajamar en Valencia.
"En realidad, somos más de diez personas trabajando muy de cerca en el proyecto. Es crucial encontrar la clave de la rentabilidad lo antes posible y, a partir de ahí, comenzar a formar equipos. Me preocupa mucho cuando veo a otros emprendedores enfocarse en formar equipos de 20 o 30 personas sin tener una facturación adecuada o con ingresos muy por debajo de los costes generados", se lamenta el fundador.
"Hemos logrado cosechar algodón de una misma planta tres veces y contamos con plantas que han cumplido dos años produciendo algodón"
Y pone como ejemplo el caso de Infarm, una de las startups más grandes del mundo en la industria del cultivo sin suelo -pero enfocada en cultivos para consumo humano- y la más grande de Europa.
"Se declaró en bancarrota después de recaudar más de 600 millones de euros a través de diez rondas de financiación y emplear a más de 500 personas. Creo que es necesario reconsiderar la gestión de capitales en la escalabilidad de las startups", concluye.
Puede que aquella llamada al CSIC fuera arriesgada -e incluso alocada, reconoce el emprendedor pero ejerció de detonante de una proyecto disruptor que alcanza ya la fase preindustrial y que este 2024 está llamado a contribuir desde España a la creación de un nuevo modelo de producción del algodón, basado en la ciencia, la investigación y cómo no, la innovación. Su camino, sólo acaba de empezar.