España goza de un ecosistema emprendedor que ha evolucionado sobremanera en los últimos diez años, donde las sinergias gestadas entre el sector público y el privado han alumbrado proyectos muy potentes capaces de medirse cara a cara a los de nuestro entorno.
Sin embargo, la cultural empresarial no es algo que cambie de la noche a la mañana y la percepción que se tiene del fracaso sigue siendo una asignatura pendiente en España.
Lejos de la lectura que hacen otros ecosistemas -como el de Estados Unidos, donde errar se considera parte de cualquier proceso de aprendizaje-, las startups españolas todavía soportan una mochila pesada cuando su proyecto se malogra. Y, desafortunadamente, el algo riesgo que asumen estas empresas es una característica inherente a su propia razón de ser.
Aun así, en los últimos años las nuevas generaciones de emprendedores, muy preparados para impulsar esta nueva economía, mucho más digital y tecnológica, están propiciando un cambio de tendencia donde no acertar a la primera no es visto como el final del camino, sino como un escalón más en la apasionante aventura del emprendimiento.
Àlex Corbacho y Pol Karaso son el caso paradigmático de esta realidad. Sus caminos se cruzaron en la universidad -son ingenieros aeronáuticos de formación-, un momento de la vida donde se forjan férreas alianzas vitales y, la de ellos, es de esas capaces de desafiar cualquier vicisitud, también y sobre todo, en el terreno profesional.
"Teníamos buenas métricas, pero necesitábamos una fuerte inyección de capital justo cuando llegó el 'invierno inversor'. Congeló el proyecto"
Porque poner en marcha una startup, tener que pivotar sobre su activo tecnológico varias veces el modelo de negocio, sobreponerse a una coyuntura macroeconómica en contra y volver a repetir experiencia juntos -con tan sólo unos meses de reflexión entre una y otra iniciativa empresarial y revalidando, además, la confianza de los inversores iniciales- es algo maravilloso por lo inusual e inspirador que resulta.
El primer proyecto fue Boxmotions, un modelo innovador de on-demand storage, fundado fundado en 2017, que acabó congelándose tras la irrupción del invierno inversor en el primer trimestre de 2021.
"Teníamos una buenas métricas de crecimiento, pero necesitábamos una fuerte inyección de capital justo en ese momento para llegar a la rentabilidad. El contexto cambió 180 grados y nos dejó en una posición muy vulnerable", explica Pol Karaso.
"Nunca hemos vendido esta historia como un éxito, el final dista mucho de la trayectoria que llevábamos hasta ese momento y la sensación fue la de ahogarse viendo tierra", añade Álex Corbacho.
El impacto y la circularidad: el nuevo foco
Pero construir este primer proyecto emprendedor, que llegó a tener un tamaño de más de 35 empleados y donde Jaume Benet se sumó a la historia de emprendimiento de Pol y Àlex, fue un aprendizaje acelerado sin el cual jamás hubieran llegado al punto en el que se encuentran en la actualidad.
Y ese nuevo estadio es Ealyx, la plataforma española pionera en la transformación del ecommerce, que ofrece a los consumidores la capacidad de pagar nuevas compras con productos usados al instante.
La compañía acaba de cerrar una ronda de un millón de euros, que cuenta con el apoyo de los inversores que ya acompañaron a Pol y Àlex en su anterior etapa -Amit Gilon, business angel internacional-, además de sumar a nuevos nombres de referencia en el sector del capital como First Drop VC, lo que certifica que, esta vez sí, están en la buena senda.
"Aunque la sociedad está cada día más concienciada, existe aún un gran recorrido en Europa para la implementación de modelos de consumo circulares. De hecho, el 85% de los residuos electrónicos y de los elementos textiles todavía son desechados sin que estos no sean ni tan solo reciclados.
"En Ealyx confluyen tres cosas: la experiencia acumulada, una mayor confianza y que nos apasiona la circularidad y el impacto"
"En este segundo proyecto se han juntado tres cosas: la importantísima mochila de experiencias que hemos ganado; la autoconfianza, en la que hay que agradecer el apoyo de los inversores; y finalmente, que estamos en algo que nos apasiona, la circularidad y el impacto, y en lo que creemos", puntualiza Corbacho.
Y es que Àlex, Pol y Jaume tienen dilatada experiencia en procesos postcompra para retailers y merchants. A través de los proyectos de consultoría realizados para sus clientes han constatado que, si bien las políticas de economía circular despiertan interés en los retailers y marcas empujadas por el compliance de los objetivos de sostenibilidad, realmente no está ocurriendo una transición del modelo lineal al circular todo lo rápido que se podría.
¿La razón? El equipo de Ealyx lo tiene claro: "Porque la implementación de prácticas circulares no suele tener un impacto en la rentabilidad de los negocios a corto o medio plazo y, por lo tanto, muchas compañías acaban por no priorizar su implementación", sostienen.
Ahí es donde reside el valor añadido de este nuevo proyecto. "Existe una oportunidad en la venta de artículos utilizados como una nueva divisa para realizar nuevas compras. La venta de productos de segunda mano suele hacerse fuera del universo de las marcas y el ecommerce, y estos pierden la oportunidad de capitalizar un valor de los productos utilizados, que a su vez se puede utilizar para generar nuevas ventas", prosiguen desde el equipo fundador.
Un cambio de paradigma
Este nuevo proyecto cambia el paradigma del consumo a través de una solución de software sin operaciones físicas: "Es más fácil de escalar y con un mecanismo de generación de valor, que si bien no es tan maduro aún, sí resulta mucho más sano".
"Estamos en un momento en que necesitamos líderes para afrontar esta transformación tan profunda alrededor de la circularidad. Y ese cambio son gobiernos y entidades, pero también son compañías y consumidores", defiende Pol Karaso.
Sin lugar a dudas, su historia de resiliencia y de éxito es un granito de arena más en aras de lograr a través de la innovación, la tecnología y el emprendimiento un modelo económico más respetuoso con el planeta. Porque un alto en el camino a veces es necesario si después se retoma el objetivo con aún más fuerzas.