Debajo de esa fachada de emprendedores modernos, joviales y desenfadados, lo que esta gente se trae entre manos no es un asunto menor. Para empezar, porque el sector en el que están embarcados vive un momento de crecimiento al que nadie se atreve a poner techo.
La inversión de los gobiernos en defensa crece a un ritmo de un 7%. Aproximadamente, sobre la mesa hay alrededor de 150 billones de dólares. Mucho dinero como para no pensar que la tecnología va a jugar un papel fundamental.
"Es el momento. Este ecosistema crece y los inversores empiezan a darse cuenta", explica uno de estos jóvenes que mencionábamos al principio. Su nombre es Gregory Letare y es el CEO y fundador de Orbotix Technologies.
Esta startup, que en apenas un año de existencia ya cuenta con una plantilla de 30 personas repartidas en dos sedes, Valencia y Brasov (Rumanía), está dedicada a la confección del ejército del futuro. Un ejército, no se cansan de repetir, que no ataca, sino que defiende.
Definen su misión como la de "construir un soldado 2.0, dando prioridad a la protección y mejora de la vida de los operadores en el campo de batalla. Nuestro objetivo es amplificar su fuerza, sus sentidos y sus capacidades analíticas, al tiempo que revolucionamos la forma en que se desarrollan las operaciones militares".
Ese ejército que están desarrollando se implementa de dos maneras diferentes, ambas asumidas por Orbotix: el software y el hardware. O, lo que es lo mismo, el desarrollo de la tecnología y el diseño. O, más concretamente, la confección de patrones de inteligencia artificial y la fabricación de drones.
DISRUPTORES ha conocido a esta startup hispano-rumana en la edición de 2024 de DeepTech Momentum, celebrada la pasada semana en Berlín.
Más allá de lo que ha pasado en la capital alemana, Ochiana y Letare admiten haber entablado conversaciones con la OTAN.
El caso es que la "visibilidad" no era la única aspiración de Orbotix. Otra era "explorar cuál es la expectativa a nivel europeo de esta estrategia y autonomía, que sabemos que falta en comparación a Estados Unidos o Asia", explica Ochiana.
Tal y como insisten, las perspectivas son buenas y eso les permite empezar a pensar en la construcción de una planta propia en Valencia para seguir desplegando este particular ejército.
Un ejército formado, como decíamos, por una parte de software y por otra de hardware. En cuanto a la primera, Orbotix habla de RECO-X AI, una herramienta que "está diseñada para detectar una amplia gama de amenazas, incluidos vehículos blindados, tanques, artillería, camiones y diversos peligros potenciales".
Según explica la compañía, "este avanzado sistema de IA va más allá de la mera detección; analiza los vehículos identificados destaca sus puntos débiles para apuntar con precisión y proporciona información detallada sobre sus características".
Por su parte, en el sistema ATA (Autonomous Target Acquisition), la inteligencia artificial identifica amenazas, pero la toma de decisiones humana sigue siendo fundamental. "Los operadores reciben asesoramiento de la IA, que autoriza las acciones precisas de los drones. Esta colaboración garantiza maniobras de seguridad óptimas, confirmando la eliminación de amenazas en diversos entornos", resumen.
Constituido este entorno tecnológico, alguien lo tiene que ejecutar. Y ahí es donde entran los drones. Ahí aparece el WASPER-1. "Nuestra tecnología pionera de enjambre, aumentada con software de vanguardia y capacidades de IA, permite a los operadores seleccionar meticulosamente objetivos y ejecutar maniobras estratégicas, al tiempo que protegen sus vidas de posibles riesgos", explican desde Orbotix.
Dicho de otra manera, el soldado puede exponerse menos si estos drones se mueven por él. "Estamos hablando de un rango de acción de 15 kilómetros a una velocidad de 70 kilómetros por hora".
Pero para que este enjambre formado por varios WASPER-1 pueda actuar necesita un supervisor, un vigilante que ubique posibles amenazas. Y ahí entra en juego el WATCHER-1, que está a la vanguardia de la innovación. "Estos sistemas avanzados abarcan un enfoque de reconocimiento, identificación y vigilancia. Combinan la optimización, el análisis medioambiental, la evaluación de riesgos y la autonomía de misión, todo ello impulsado por nuestro módulo de reconocimiento de IA", explican desde la startup. Este dron puede volar por encima de los 400 pies, lo cual da una clara ventaja competitiva, "por no hablar de la capacidad del enjambre de drones para perseguir objetivos una vez identificados incluso si se encontrara con sistemas de jamming".
Crear ecosistema
Todo lo explicado, "lo estamos abordando desde el punto de vista de la ética", explica Letare. Y Ochiana añade: "No queremos que se nos vea como una empresa que ataca". Eso sí, lo anterior lo complementa con un clarividente mensaje: "Si quieres estar preparado para la paz, tienes que estar preparado para la guerra".
En cualquier caso, estas soluciones de aviación no tripulada están pensadas también para un uso civil: controles de seguridad, gestión de eventos, rescates… Es lo que se suele llamar tecnologías duales, con doble uso militar y civil.
Nuestro país está viviendo un auténtico auge en este sector. Son ya varias regiones las que están creando ecosistema en torno a este tipo de innovaciones y quizá Orbotix pueda tener algo que decir en la creación de un ecosistema en la Comunidad Valenciana. Tiempo al tiempo.
Explican los máximos responsables de la compañía que precisamente si están en Valencia es por el potencial que han visto para el sector en instituciones como la Universidad Politécnica. Varios de sus trabajadores, dicho sea de paso, pertenecen la cantera de este centro universitario.
De momento, reconocen Letare y Ochiana más allá de la creación de un ecosistema regional, su startup está centrada en la creación de su propio ecosistema, entendido éste como toda la cadena de valor que está permitiendo que una sola compañía -y ahí reside precisamente su particularidad- pueda ya no sólo desarrollar los drones que ayudan ejércitos sino la tecnología que permite que puedan tomar decisiones cada vez más acertadas.