Hay emprendedores que llevan la pasión por engendrar proyectos disruptores en el ADN. El ecosistema startup español ha madurado en los últimos años y el desconocimiento y falta de red que existía hace tan sólo una década ha dado paso a fundadores mejor preparados, muy competitivos, algunos con proyectos que van ya por su segunda generación.
A ello ha contribuido un potente ecosistema de agentes públicos y privados que no para de crecer y de crear comunidad a lo largo y ancho de toda la geografía española.
Sin embargo, hay historias que brillan por luz propia y cuya trayectoria quizás no responda a un manual al uso que se pueda aplicar en un programa de aceleración concreto, o en una escuela de negocios de las muchas que brotan en nuestro país.
[La educación será más completa con las 'edtech')
En ocasiones, la cuadratura del círculo se alcanza por una mezcla de osadía, autoaprendizaje, confianza en uno mismo -y sí, una pizca de suerte- y, cuando eso sucede, es maravilloso y merece ser contado, por inusual, pero también por su efecto inspirador.
Antonio Barbeito es el claro ejemplo de cómo un emprendedor de raza logra hacer de la adversidad virtud y dar la vuelta a una situación que estaba llamada a malograr lo que había sido la trayectoria empresarial familiar.
Su padre, una figura que ha marcado su vida no sólo en el terreno personal, sino también en el profesional, fue un ejemplo de superación y tesón. Y es que su progenitor era analfabeto con 22 años, logró estudiar ingeniería industrial, inventar un motor totalmente disruptivo -del que tan sólo cuatro personas en el mundo han logrado desarrollar una variante- y, además, activar en España un modelo de enseñanza que rompe con los cánones establecidos.
"Para que te hagas una idea, yo con seis años desayunaba con gente dando clase en la mesa de la cocina y él se grababa en vídeo. Estamos hablando de los años 90. Después, esos mismos vídeos los ponía a los alumnos en unas cabinas montadas en nuestra primera sede. Fue muy adelantado a su tiempo".
"Mi padre era un técnico brillante, pero no un gran gestor. Analfabeto a los 22 años, estudió ingeniería industrial e inventar un motor totalmente disruptivo"
Sin embargo, como muchas veces sucede con los genios, su virtud para ciertas tareas no se corresponde con su ineficacia en otras.
"Era un técnico brillante, pero un mal gestor", lamenta el emprendedor en la entrevista mantenida con DISRUPTORES – EL ESPAÑOL. Barbeito se vio en la tesitura de regresar a España cuando su padre enfermó. Tras su muerte, heredó una empresa en quiebra y el reto de dar carpetazo al proyecto familiar o tratar de darle la vuelta a la situación.
"Siempre he sido muy inquieto en el emprendimiento, ayudé en el negocio familiar y en 2010 me fui a Londres siguiendo los pasos profesionales de mi mujer. Monté una empresa de eventos", relata.
"Cuando mi padre enfermó. Me tocó venir a Madrid. Me encontré una empresa totalmente quebrada; soy hijo único, para lo bueno y para lo mano y tuve que ponerme manos a la obra", puntualiza.
De la quiebra a construir un proyecto rentable
Aún recuerda con angustia la complejidad de aquellos primeros momentos para reflotar el proyecto.
"Tomé el relevo totalmente solo; era el comercial, el administrativo, todo… Hoy ya somos 60 personas, en un proyecto rentable desde el segundo año de vida, y nos hemos convertido en un proyecto sólido, estable y fundamentado en los principios de mi padre", añade el emprendedor.
Aquella empresa que continuó con lo que había sido la pasión de padre es Mundoestudiante, un proyecto disruptor del sector edtech que arrancó en 2012 y que en la actualidad es todo un referente en España.
Sin embargo, en aquellos primeros compases, todavía tenía que recorrer la necesaria transición hacia un modelo donde la transformación digital ha sido su gran aliada.
"De la herencia de mi padre recibí una serie de materiales manuscritos que había elaborado él mismo". El fundador y CEO de Mundoestudiante pronto entendió que había que pivotar hacia el mundo digital.
En 2016 comenzó a digitalizar todo aquel conocimiento sobre el método de enseñanza ideado por su padre y desarrolló un CRM propio. "Entendí que tenía que comenzar a trastear con la digitalización de contenidos".
Su siguiente hito fue realizar en 2019 una videollamada en directo con una persona que estaba en Alemania con pizarra compartida.
Estos primeros pasos le facultaron para, ante la llegada de la covid, estar bien preparado para la imperiosidad necesidad de migrar hacia la economía digital.
La covid como acelerante
“En 2020, a las 48 horas del confinamiento, todos los trabajadores y todos los estudiantes funcionaban perfectamente desde la plataforma. No hicimos ningún ERE ni despedimos a nadie y pudimos continuar la actividad”.
Aquella conectividad era básica para la supervivencia del proyecto, dado que Mundoestudiante no ofrece contenidos "enlatados" ni automatizados para un perfil tipo de estudiante.
"En 48 horas desde que nos encerraron en casa, la plataforma online estaba funcionando, y eso que nuestros profesores imparten la clase en streaming".
Su método educativo propio es la clave sobre la que pivota su éxito. "Nos enfocamos al B2C puro. Todos los profesores que dan clase en nuestra plataforma reciben una formación previa. La idea es que, si un profesor un día no puede dar los contenidos por enfermedad o cualquier circunstancia, los alumnos no lo notan. Otro puede seguir la labor. Eso es algo inusual", insiste el fundador.
"¿Es esto disruptivo? Mi padre llevaba haciéndolo toda la vida. El modelo de educación actual no ha cambiado con el paso de los años, sigue basándose en el modelo griego. Una persona habla a un público que le mira. Nosotros cambiamos el paradigma. En las sedes físicas que tenemos, nuestras aulas no tienen esa disposición espacial, no hay una pizarra, por ejemplo. Se trata de un espacio común y se atiende persona a persona".
Mundoestudiante combina el canal online con el offline. Cuenta con clientes en todas las comunidades autónomas del país a través de la plataforma online, y tiene sedes físicas en ciudades. En total, alumnos de 19 países, con un gran peso de Latinoamérica, cursan todo tipo de contenidos a través de su propuesta. Siempre por streaming.
"Cambiamos el paradigma de la enseñanza, en nuestras sedes físicas no tenemos pizarra, ni hay la típica disposición de clase que aún perdura del modelo griego"
"Cubrimos todo el espectro educativo: Primaria, Secundaria, Universidad, formaciones, idiomas, etc", añade el CEO.
Ese afán por adelantarse a lo que está por llegar le lleva ahora a explorar la IA generativa de la mano de ChatGPT. Antonio Barbeito sabe que la educación, al igual que muchas otras áreas de la economía, está llamada a implementar la que es a todas luces la tecnología del momento.
La IA, necesaria pero con un propósito
Sin embargo, la tecnología per se no tiene razón de ser ni aporta valor al ser humano. Mundoestudiante ha abierto un proceso de reflexión para valorar la compatibilidad de su método propio de enseñanza con el potencial de la IA.
"Obviamente la vamos a implementar. No puedes negarte a la existencia de ChatGPT, pero hay que darle un uso adecuado, porque si no, estamos formando a gente sin sentido crítico", concluye.
Es difícil saber qué funcionalidades permitirá desarrollar la IA generativa en un futuro. En este mundo de los datos en que avanzamos a toda velocidad, todavía escapa al entrenamiento de un modelo de inteligencia artificial ese sexto sentido o sensibilidad que, como, en el caso de Mundoestudiante, permite construir un proyecto innovador que imprime un cambio de concepto.
¿Será posible plasmarlo en métricas tangibles en un futuro para que una máquina genere nuevo conocimiento? Quizás. Ahora es imposible. Al menos, de momento.