Una bodega española mejorará un 25% la calidad de su uva con el internet de las cosas
La bodega Pago de Aylés implementa una solución de Libelium para el control predictivo de sus viñedos, con el que espera reducir entre un 10 y un 50% los costes, según la añada
23 marzo, 2018 12:00Tras las ciudades inteligentes o las casas inteligentes, llega el vino inteligente. Los viñedos de la bodega Pago Aylés (Zaragoza) apuestan por la tecnología de internet de las cosas para el control predictivo de los viñedos con una solución de Libelium.
En el primer año del proyecto, la bodega espera obtener un incremento de la calidad del 25%, asociado al mayor conocimiento de la explotación, lo que le permitirá en el futuro mejorar la gestión de los recursos en función de los objetivos productivos. Además, en términos de retorno de inversión, se espera alcanzar el 30% de reducción de costes de gestión de información y entre el 10 y el 50% de disminución de costes productivos o de competencia, dependiendo de la añada.
El objetivo de implementar tecnología de internet de las cosas en los viñedos es optimizar la productividad, el ahorro de costes y el aumento de la capacidad predictiva para determinar el comportamiento de las cepas durante el proceso de maduración de la uva. De este modo se puede mejorar el proceso de toma de decisiones al basarse en datos objetivos.
Para lograrlo se han instalado en los viñedos dos dispositivos Waspmote Plug & Sense! y Smart Agriculture que automáticamente monitorizan los parámetros de temperatura, humedad y presión ambiental; los de temperatura del suelo; los de humedad del suelo; los de pluviometría, velocidad y dirección del viento.
Inmaculada Ramón, directora técnica y responsable de las áreas de producción en viñedo y bodega, explica que con esta tecnología se pretenden establecer patrones de comportamiento predictivo del viñedo que afecta a su calidad, producción, ciclos biológicos, potenciales plagas y enfermedades. “Es preciso tener información certera para saber cuándo y cómo regar, cuándo es necesario tratar la planta, qué vigor es el óptimo y hasta cuál es la capacidad productiva óptima”, puntualiza Ramón.
Julio Prieto, ingeniero agrónomo de la bodega, detalla cómo ha sido la implementación del proyecto: se ha conjugado la agricultura de medición manual con la tecnología de sensorización creando una red mallada de punto de control a lo largo de más de 100 puntos con unos 25 parámetros de medida. Así se obtienen modelos predictivos que combinan datos registrados mediante medición in-situ con los datos que proporcionan las estaciones agroclimáticas y los sensores de suelo.
“Cuanto mejor conocimiento tengamos de nuestra producción, mayor será nuestra capacidad para mantener la calidad final del producto. Esto resulta fundamental para poder mantener nuestro posicionamiento de mercado en unos niveles de calidad-precio elevados”, subraya Prieto.
Además, el ingeniero agrónomo señala que esta mejora de la gestión basada en el conocimiento otorga “mayor margen de maniobra para tomar decisiones que minimicen el riesgo y reduzcan los costes de mantenimiento”.
Sistemas de medición
Los datos recopilados se envían a través de 4G directamente a la cloud de Microsoft Azure con la aplicación web de Agrimés, desarrollada por remOT Technologies. En esta plataforma el usuario puede ver los datos en formato de tabla de valores o gráfico y así puede comparar los mismos parámetros entre diferentes fechas.
En esta solución han intervenido expertos de agricultura de medición de remOT Technologies, que cuentan con más de 10 años de experiencia en interpretación de imágenes de satélite, elaboración de cartografía y sistemas de información geográfica, utilizando las últimas tecnologías para análisis espacial.
Estos expertos son los que proporcionan “valor añadido” a partir del tratamiento de información espacial en sectores como internet de las cosas o la agricultura de medición, con productos como la plataforma Agrimes.
Tecnología en una bodega del siglo XII.
Los orígenes históricos de la bodega se remontan a la edad media. En el siglo XII, los monjes Cistercienses ocuparon las 3.000 hectáreas de la propiedad elaborando allí sus primeros vinos. En los años 90, la familia Ramón, actual propietaria del Pago, se hizo cargo de la finca recuperando, modernizando y actualizando la producción para llevarla a los más altos estándares de calidad y obteniendo así la denominación “Vinos de Pago”. Los vinos de Pago son muy apreciados por los consumidores y la reglamentación europea establece mayores estándares de calidad para su elaboración. En la pirámide de calidad del vino español, el “Pago” ocupa el nivel más alto.