Química en el centro de la “guerra de innovación” entre EEUU y China
El español Javier García, miembro de la ejecutiva de la IUPAC, repasa los retos del sector mundial reunido en Bratislava y reivindica su papel en salud
15 abril, 2018 07:00El científico español Javier García no es nuevo en Estados Unidos. Estudió en Caltech, en Berkley e incluso en el MIT. Desde el año 2011 está vinculado como profesor visitante a la Universidad de Princeton. Y hace ya más de una década fundó Rive Technology, una empresa de base tecnológica del MIT que en marzo le ha valió el reconocimiento de la Sociedad Americana de Química como Mejor Emprendedor de EEUU en el sector químico. El gran hito, además, es que es la primera vez que este galardón lo recibe un no estadounidense.
"En España llevamos menos recorrido en este tema. Estamos viviendo una ola, incluso una burbuja, de emprendimiento digital. Pero en Estados Unidos llevan muchos años desarrollando el industrial, que es muy importante para crear nuevos puestos de trabajo o recuperar lo que se ha deslocalizado", explica García. La creación de empresas industriales es, a su juicio, una "necesidad en un mundo en el que la digitalización está creando tensiones y afecta también al empleo".
Precisamente de eso se ha hablado esta semana en Bratislava, en la reunión del Comité Ejecutivo de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada desde el que nos ha atendido el también director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante. Químicos de todo el mundo han puesto sobre la mesa los principales retos a los que se enfrenta la industria y uno de ellos viene, precisamente, del país que le acaba de galardonar.
"El proteccionismo, los aranceles y la regulación son temas que nos preocupan", explica el científico. Y pone como ejemplo la intensificación de la guerra comercial a la que estamos asistiendo en los últimos meses entre China y Estados Unidos. El primero ha impedido el acceso de las grandes tecnológicas estadounidenses a su país, mientras mantiene prácticas como "la manipulación de la moneda o el robo de propiedad intelectual". Entretanto, la respuesta del presidente de los EEUU, Donald Trump, para solventar el déficit comercial ha sido poner nuevos aranceles sobre importaciones de paneles solares, acero y aluminio.
"Las últimas acciones entre EEUU y China no son tanto una guerra comercial como una guerra por quién va a ser el líder mundial de la innovación en el siglo XXI", asegura García sobre el trasfondo de todas estas medidas. «No va de acero o paneles solares o aluminio; sino de patentes, coches eléctricos e inteligencia artificial».
Y para ilustrarlo pone ejemplos: Estados Unidos está invirtiendo 18.000 millones en inteligencia artificial mientras que China, en 2020, se ha fijado como objetivo llegar a los 150.000 millones. El gigante asiático tiene 50 veces más usuarios de pago móvil que el americano. Y más coches eléctricos vendidos que el resto del mundo. Los motivos del miedo son evidentes. "Esta es una guerra por la innovación. Para que las grandes tecnológicas entren en China, para que se respete la propiedad intelectual", asegura.
¿Y qué tiene todo esto que ver con la química? Mucho. Porque el 40% de los productos a los que China, por su parte, ha puesto aranceles son químicos: polímeros y derivados del petróleo. Y así es como el país asiático encarece los productos de mayor valor añadido que se producen. "Para la industria química, el desarrollo, el respeto a la propiedad industrial y el acceso a China es fundamental. Es uno de los principales productores de productos químicos de todo tipo en el mundo y cualquier guerra comercial de este tipo es importante por la incertidumbre que genera", explica García.
Inteligencia artificial
La regulación y el camino hacia los nuevos fármacos también han estado sobre la mesa en la cumbre de la Unión Internacional de Química. "La media para descubrir un nuevo fármaco son 10 años y 1.000 millones de inversión", asegura García. El reto es encontrar nuevas vías de desarrollo salvando esa inversión tan fuerte ante un panorama de envejecimiento de la población y cronificación de las enfermedades que requerirá de un uso todavía más intensivo de los medicamentos.
Los laboratorios en chips, las pruebas sobre órganos artificiales o las simulaciones por ordenador son herramientas que van a permitir reducir los tiempos de investigación aunque, al final, siempre haya que terminar probando en humanos. "El futuro de la química y el desarrollo de soluciones a nuestros grandes problemas son un temas apasionante", resume el científico.
El éxito de Rive Technology